RECURSOS EN LA ZONA

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Yule por Elizabeth Ross


Yule

El mito es la entrada secreta por la cual
las inagotables energías del cosmos
se vierten en las manifestaciones
culturales humanas.
Joseph Campbell
Los seres que habitan la imaginación de los pueblos del mundo, surgidos de necesidades o afectos, de sueños y visiones; el panteón divino en que la diosa tiene mil nombres y el dios es innombrable; las historias y los rituales que nacen del subconsciente colectivo como marcas de origen y que resurgen cada vez que se les cree muertas con insospechadas fuerzas y por desconocidos vericuetos, es lo que con esta serie quiero traer ante ustedes.
Este tiempo en que la aldea global se reúne alrededor de una pantalla, en que en el mismo caldero hierven el futuro y el pasado y seguimos buscando nuestro rostro en el sueño de encontrarnos, conocer –o recordar- antiguos mitos pudiera darnos una pequeña luz sobre el espejo. Quiero aclarar que no es mi intención tratar los mitos cercanos, ya que hay estudiosos mucho más avezados que yo en mitologías americanas y de ellos aprendo, sino unir los cabos sueltos de una sola humanidad dispersa. Vuelvo a citar a Campbell : los mitos son productos espontáneos de la psique y llevan dentro de sí, intacta, la fuerza germinal de su fuente.
La Rueda Gira
Todos los pueblos al convertirse en agrícolas adquirieron un conocimiento de los ciclos naturales que los llevó a formular sus mitologías por un lado y su ciencia por el otro. El reconocer los signos que ofrece la naturaleza era –es- vital para la sobrevivencia. La observación y un largo camino de acierto y error forjaron a mujeres y hombres de conocimiento que fungieron como brujos y chamanes, como médicos y astrólogos, como sacerdotes y sacerdotisas que unían el poder de la naturaleza con las necesidades humanas. Dentro de esta sabiduría que con justeza podemos llamar global, se reconoce como básica la sucesión de las estaciones y los cambios producidos en la Tierra. Es el Girar de la Rueda del Año el que trae consigo el invierno y la aparente muerte de la tierra así como el deshielo y el nuevo florecer de la vida. Y es, dentro de esta Rueda en que todos caben, la propia Tierra quien marca los hitos, los puntos clave de agradecimiento, de celebración de la Vida. No es entonces sorprendente que tanto en el México Antiguo como en el resto de las civilizaciones, se celebren equinoccios y solsticios, así como 4 fiestas intermedias, haciendo un total de ocho celebraciones sagradas en las que el Sol es el centro. A la Luna se le tiene presente a lo largo de las 13 lunaciones anuales.
Ahora que se aproxima Navidad quiero hurgar en el pasado y encontrar para ustedes las fuentes de esta celebración que unifica a gran parte del mundo bajo un mismo sello que incluso llega a provocar treguas.
El Solsticio de Invierno marca la noche más larga del año, punto crítico que, a pesar de la crudeza invernal, promete el crecimiento paulatino de la luz y el calor. El concepto de nacimiento y renacimiento se liga a este aparente morir del sol en el horizonte y el cortísimo día -de sólo seis horas en el extremo norte- empieza a alargarse a partir de esa noche. Son obvias las razones por las que el Sol ha sido considerado representante masculino de la divinidad. El Solsticio está entonces asociado al nacimiento del Rey Divino, el Dios Sol, que aunque débil, comienza su reinado dando la esperanza de sobrevivencia a los crudos y largos meses de frío y oscuridad. Solsticio viene de Sol y sistere, quedarse quieto. El instante en que el sol se queda inmóvil. Y en diciembre muere el año solar al tiempo en que nace el nuevo.
Como en la mayoría de las celebraciones y ritos que sobreviven hoy en día, las raíces paganas están ahí para quien quiera verlas. La Navidad que se celebra ahora tiene asociaciones con tradiciones nórdicas, ritos celtas, fiestas romanas. La eterna lucha de Luz contra oscuridad. El girar de la Rueda del Año que hace que en la más oscura de las noches la Diosa se convierta en la Gran Madre y una vez más de a luz.
De los restos de estructuras líticas prehistóricas de Europa, algunos son monumentos funerarios y otros tienen claros propósitos astronómico-religiosos. Y aunque solo se especule sobre el significado del solsticio invernal para los constructores de círculos y avenidas de menhires, es patente la importancia que se le daba. Uno de los círculos-observatorios más antiguos y más impresionantes es Newgrange, en Brugh-na-Boyne, del condado de Meath, al este de Irlanda. Una construcción subterránea de unos 400 metros cuadrados que tiene un pasaje de entrada de 18 metros de largo. Sobre la entrada tiene una serie de piedras que permiten entrar la luz del sol hasta el fondo del complejo (cairn) solo durante el amanecer del solsticio.
Ya dentro de tiempos históricos podemos hablar de que en Egipto y Siria la Diosa Virgen, la Doncella, la Astarté de los países semíticos, paría al Hijo Sol en el Solsticio, y que mientras Perséfone habita las profundidades del Inframundo, se lleva a cabo el ritual Lenaea, de indudable relación eléusica, en el que Dionisio debe ser simbólicamente devorado por un grupo de mujeres para poder renacer. En Roma las celebraciones decembrinas comenzaban el 13 y terminaban el 25, siendo la central la Saturnalia -del 17 al 23- y, contrariamente a lo que se puede esperar de la imagen rígida de Saturno (de satus= sembrar), ésta era una festividad gozosa en la que la vida común y muchas prohibiciones y tabúes se suspendían. El 21 corresponde al Festival del Sol Invictus.Por el siglo tercero había tantas religiones y misterios espirituales dentro del Imperio Romano, que el emperador Aureliano (270-275) mezcló varias de las festividades paganas que coincidían con el solsticio y celebraban el nacimiento de un dios-hombre y salvador, llámese éste Apolo, Attis, Baal, Bel, Dionisio, Helios, Horus, Lugh, Mitra, Osiris, Perseo, Teseo, e instauró un solo festival llamado Nacimiento del Invencible Sol, el 25 de diciembre. En ese entonces, el mitraísmo rivalizaba con el cristianismo tanto que Aureliano lo declaró en 274 religión oficial del Imperio Romano, título que el cristianismo logra hasta el siglo IV. Mitra, el antiguo dios solar persa que con tanta fuerza irrumpió en la vida del Imperio Romano, «combinando aspiraciones de pureza moral y esperanza en la inmortalidad» (Frazer), era ya llamado el invencible sol, celebrando su nacimiento, ya, el 25 de diciembre. En el calendario juliano se computó el solsticio de invierno el 25 de diciembre, considerándolo como la natividad del sol, y la iglesia católica no celebró el nacimiento de Yeshua Ben Nazareth, Jesús de Nazaret, ya que los Evangelios no hablan de fecha alguna, hasta finales del tercer siglo, considerando primero el 6 de enero y cambiándola después al 25 de diciembre, retomando la ya celebrada fiesta pagana. No obstante, pasaron siglos para ser totalmente aceptada: las iglesias orientales comenzaron a celebrarla después del año 375, la de Jerusalén en el siglo VII, en Irlanda en el V, a diferencia de Inglaterra, Austria y Suiza, que la aceptaron hasta el siglo VIII y los países eslavos hasta el X y IX. Virgilio Polidoro dijo: Las danzas, mascaradas, representaciones y otros desórdenes navideños que usan ahora los cristianos, se derivan de esos festivales romanos como la Saturnalia y las Bacanales, lo que debiera ocasionar que todos los cristianos píos los aborrecieran eternamente. Tal cual hizo Calvino y los otros líderes de la Reforma. Los Puritanos se negaron a reconocerla y mucho menos a celebrarla (y por cierto para ellos no había día más sagrado que el Sabbath) y en el Boston de finales del siglo XVII fue declarada ilegal y el Parlamento inglés la abolió en 1647

Que arda el leño
Que gire la rueda
Que el mal no venga
Que el sol regrese

En las tierras del norte, esto es las islas de la Gran Bretaña, Islandia, Escandinavia y los países nórdicos, donde se siente con más rigor el frío y la falta de sol, el solsticio se conoce como Yule, Jól o Jul. Para los celtas es la celebración de Alban Hartan, para los galeses es Gwyl Canol Gaeof. Los hijos de madre virgen, como Pryderi, hijo de la diosa Rhiannon, siempre nacen en el solsticio de invierno. Esta noche se vuelve a dar la batalla del Rey del Roble, que personifica al Dios del Año Creciente, contra el Rey del Acebo, Dios del Año Menguante, por el amor de la Diosa Triple (Graves), por el dominio sobre la vida en la Tierra. El Rey del Roble es el niño divino que renace y por lo tanto vence al Rey del Acebo, que lo venció en el solsticio de verano, o Litha. Al morir, ambos regresan a la Madre, que los mantiene en Caer Sidi, al extremo norte, ya que ahí es donde el sol nunca brilla: solo en el frío polar puede haber soles muertos. No olvidemos que la Diosa Triple es la Madre siempre virgen, es la Doncella Novia y es la Anciana que posee toda la sabiduría.Las celebraciones de Yule duran 12 días. También las nórdicas. En 567, el Concilio de Tours proclama los 12 días -del 25 de diciembre al 6 de enero- como sagrados. Y así como seguimos celebrando sin saberlo el renacimiento del sol junto con el de el Niño Dios, así casi todas las costumbres relacionadas tienen un fuerte sabor pagano. Los elementos decorativos tienen todos una razón ritual: las velas encendidas son los remanentes de las hogueras encendidas en honor al recién nacido y al Leño o Tronco de Yule, que se cortaba y llevaba a casa con gran ceremonia. Este tronco, de fresno o de roble, se colocaba en el hogar y ante él se hacían libaciones de aceite, sal y vino y se decían oraciones por el ciclo que comenzaba, antes de encenderlo con un trozo del tronco quemado el año anterior. Este tronco se convierte en el árbol (en general un abeto, que se da en las regiones más altas y frías), decorado con velas y ahora luces, simbolizando ese fuego solar. Junto con las ramas y esferas rojas que decoran también los espacios, el árbol es una manera de mantener siempre la naturaleza viva como esperanza. El acebo es un árbol que en invierno no pierde las hojas y que produce bayas rojas. El muérdago también. El abeto, el pino, el junípero y el cedro están presentes en coronas, que además de proporcionar el color verde del follaje producen aromas deliciosos que contribuyen a un ambiente muy especial.Las posadas y sus peregrinos se remontan también a distintas tradiciones muy anteriores: en Gales y otras partes de Gran Bretaña todavía se lleva a cabo una antiquísima y extraña procesión: un cráneo de caballo –real o de madera- es adornado con listones y campanas. (se sabe que el caballo era sacrificado por los vikingos en honor de Odin, así como el jabalí en honor de Freya, para auspiciar un año próspero). Hombres jóvenes vestidos grotescamente lo llevan de casa en casa cantando versos improvisados solicitando la entrada. Los habitantes contestan y se establece una competencia poética: si los del caballo pierden, se retiran a la siguiente casa, pero si ganan son premiados con la entrada para gozar de bebida, pasteles y tal vez dinero. En galés la cabeza de caballo se llama Mari Lwyd. Otra versión es la de Wassail, una bebida festiva a base de sidra que se llevaba por el vecindario en un recipiente de madera, encabezando la procesión de puerta en puerta, con cantos de benevolencia y buenos deseos. En algunos lugares se rodea un árbol y se le canta, aparte de brindar con wassail por su fructificación, como representante de la Naturaleza toda. Al término del brindis se vierte el resto de la bebida en el suelo alrededor del tronco. En los países de la Europa Oriental se realiza la Koljada ( del eslavo Kolo, rueda), que es una procesión muy similar. La gente se disfraza de animales y, acompañados de un niño a caballo que simboliza el Nuevo Sol cargan una rueda solar con una vela en el centro y cantan de casa en casa. En Italia la llamada Bruja Bafana, junto con su consorte Bafano, un grupo de músicos y un caballo, cantan de casa en casa e igualmente son recibidos con vino y algo de comer. Esta tradición se repite, pienso, en Veracruz y la Huasteca con la Rama y, ¿acaso nuestras piñatas tradicionales no son soles coloridos que al romperse ofrecen abundancia?Bafana no solo recorre las calles con su canto sino que el 6 de enero llena los calcetines de los niños con dulces. La noche del solsticio el dios nórdico Ingvi Freyr monta su jabalí trayendo la luz y el Amor. Jul es el comienzo y el final de todas las cosas. La oscuridad y la luz unidas. Es festival de alegría, de festejos y regalos. De compartir el gusto por la vida. Wotan –uno de los nombres de Odín- sale de Cacería y si los niños dejan sus zapatos llenos de heno y azúcar para Sleipnir, su caballo de ocho patas, Wotan les deja a cambio un regalo. Nik es otro nombre de Odin, y San Nicolás llega a América con los holandeses inmigrantes, aunque el Santa Clos actual nace en el siglo XIX.La celebración del Solsticio de Invierno ha tomado muchas formas y absorbido la influencia de muchas culturas hasta desembocar en la moderna industria navideña, pero la simplicidad del mensaje de luz y vida ha permeado los tiempos y a pesar de comercialismos y liturgias, continúa teniendo un poderoso efecto sobre todos los celebrantes, tanto adultos como niños. Después de todo, el Solsticio –y hoy más que nunca- nos trae el renacimiento de la fascinación y la maravilla. Y mientras tanto la Diosa atiende a su recién nacido y descansa de las labores de parto para preparar el cambio y el crecimiento de las estaciones que vienen.

¡Bienvenido sea todo!
Bienvenido todo lo que ha sido,
lo que fue y lo que esperamos que sea,
en tu refugio debajo del acebo
,en tu lugar alrededor del fuego navideño,
donde lo que se sienta tiene el corazón abierto!

Charles Dickens

Elizabeth Ross

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