AULA DE INMERSIÓN LINGÜÍSTICA CUENCA DEL NALÓN Y CAUDAL (SEDE EN: I.E.S. CUENCA NALÓN. LA FELGUERA. LANGREO)
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miércoles, 11 de septiembre de 2013
Fatoumata Diawara
Fatou es el primer disco y el nombre con el que se conoce a Fatoumata Diawara, actriz y cantante de Malí afincada en París, apadrinado por el prestigioso sello de Alí Farka Touré y Oumou Sangaré, World Circuit. Su magnífica voz ejerce de gran protagonista, con unas canciones propias que transmiten melancolía folk y sonido pop que integra de manera natural el ngoni o la calabaza.
Nacida en Costa de Marfil, de familia maliense vinculada al mundo el arte y la danza de la mítica región de Wassoulou, del oeste de Malí, Fatou llegó a ser muy conocida por su participación en películas que han sido muy populares en la zona oeste de África (Malí, Guinea, Senegal y Burkina Faso). También comenzó en el mundo artístico participando en diversas producciones teatrales, en su país y en Francia. En París, Fatoumata cantaba en bares, donde fué descubierta por Cheikh Tidiane Seck, magnífico compositor y productor (de artistas de la talla de Salif Keita, Dee Dee Bridgewater o Oumou Sangaré). De la mano de este popular teclista y compositor malinés regresa a Bamako y participa en diversos proyectos musicales: tanto en el disco Seya de la maravillosa Oumou Sangaré como en el álbum de la cantante de jazz afro-americana Dee Dee Bridgwater, Red Earth. Su voz sedosa y contemporánea también está en los recientes discos de Cheikh Lô, Afrocubism y Herbie Hancock.
Tras aprender a tocar la guitarra (animada por Rokia Traoré) y componer una buena colección de temas, debuta para el prestigioso sello británico World Circuit de la mano de la mismísima Oumou Sangaré, a la que dedica con cariño "Makoun Oumou", una guía y un modelo a seguir en lo que a ideales de liberación femenina se refiere.
Contando con la producción del mago Nick Gold, graba doce piezas en las que destaca su voz cristalina. En su mezcla de estilos, "Kanou" emana dulzura con su mensaje de la necesidad del amor como función reparadora de la soledad, la misma ternura que muestra para hablar del drama de la emigración en "Clandestin". "Boloko" es una súplica contra la ablación femenina; en “Bakonoba”, es una guitarra eléctrica afrojazz la que ribetea una reflexión sobre lo crueles que resultan a veces las palabras; en cambio, en "Sowa", "Sonkolon" y "Alama", es el llanto de su profunda voz el que sobrevuela un recogimiento que tiene por objeto alentar a las madres para que no abandonen a sus hijos y resaltar el sufrimiento de las y los huérfanos, o el que a ella le tocó vivir para cambiar su destino. Nada se escapa a la disección de una voz sobresaliente que certifica un magnífico disco.
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