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viernes, 11 de septiembre de 2015

Najat el Hachni

Najat el Hachmi gana el Premio de las Letras Catalanas “Ramon Llull”
Najat el Hachmi, catalana nacida en 1979 en Nador (Marruecos) y que se instaló con su familia en la ciudad de Vic cuando contaba con sólo ocho años, ha sido agraciada con el Premi de les Lletres Catalanes Ramon Llull, nada menos que contando con la unanimidad del jurado. La joven escritora plantea en la obra premiada -«L´últim patriarca»- algo así como un ajuste de cuentas entre las nuevas generaciones de inmigrantes, ya adaptados a un entorno nuevo, y la generación anterior, aquella que sigue pensando en su tierra, específicamente en la figura del padre patriarca. Ella, como heredera de la cultura marroquí, ha podido vivir en carne propia este tipo de conflicto. El Hachmi se había presentado en el mundo literario en 2004 con la novela «Jo també sóc catalana».
Najat El Hachmi debutaba en primera división y marcó el tanto. Fue una victoria sin discusiones. Era la mejor. La unanimidad conseguida en el momento de decidir la obra ganadora del Ramon Llull 2008, la escenificaron los miembros del jurado de esta edición cuando subieron al completo al escenario para hacer oficial la entrega del premio. Dúnia Ambatlle, el escritor francés Mathias Enard, Isabel Escudé, Pere Gimferrer, Gemma Lienas, Baltasar Porcel y Carles Pujol, completaban el jurado que seleccionó El último patriarca como la mejor de las siete obras finalistas. Después de recibir el premio, no hubo primeras palabras de Najat El Hachmi, que durante más de cinco minutos no supo a que cámara de televisión mirar, en medio de un alud de flashes de los fotógrafos. Roja, no de timidez sino vestida, Najat El Hachmi acababa de recibir un reconocimiento a su talento literario.
Najat el Hachmi: "O la literatura catalana se deja contaminar o se muere"
ERNEST ALÓS/ ANDORRA LA VELLA
Entrevista en El Periódico
--Escribe en catalán, rompe con las tradiciones... ¿Es una excepción en su generación?
--No tengo sensación de pertenecer a ningún grupo o generación. Pero usted se debe referir...

--A los hijos de la primera generación de inmigrantes marroquí.
--Hay de todo. Hay un volumen bastante importante de chicos y chicas que han nacido aquí. Este es su mundo y los referentes ancestrales les quedan muy lejos. Solo quieren vivir como uno más y que se deje tanto de estigmatizar su origen como de darle una importancia capital. No se puede ni condenar a una persona por el origen ni anclarla en este y remarcar continuamente su condición de joven marroquí. Esta generación de chicos y chicas no son ni inmigrantes. La mayoría lo que quieren es sentirse uno más.
--En esto consiste la libertad personal que reivindica.
--Sí, en quitarnos de encima los condicionantes que te quieren imponen unos y otros.
--Rodoreda le ha influido. ¿También la tradición oral? ¿O es un tópico?
--No lo es. Hasta los 8 años la única ficción que había vivido era la de la oralidad, y mi obsesión por la lectura intentaba sustituirla. A nivel literario, Mercè Rodoreda es el espejo donde me miro. Y Salvador Espriu, uno de los grandes olvidados, de una modernidad formal que pocas obras contemporáneas igualan. A Pere Calders tampoco se le hace caso, pero sus narraciones son de una actualidad impresionante, se nutre de otras realidades, de México, del realismo mágico... Pasa poco en la literatura catalana. O se renueva, o se deja contaminar por lo que no es puramente catalán, o se muere. Como dice Matthew Tree, necesitamos que hable de sexo, de drogas...

--¿La ruptura que relata en su novela es específica de la familia marroquí emigrada o es la misma que vivimos aquí aquí hace 30 años?
--Pero es que hoy aún hay tensiones intergeneracionales brutales en familias que no vienen de fuera, aunque conviven con situaciones en las que no existen, en las que no te has de rebelar para imponer tu manera de ser. Eso es fatal, porque entonces no hay proceso de maduración.

--Hay padres muy blandos.
--Y no hacen ningún favor a sus hijos. No es necesario que el choque sea dramático, pero sí que los padres hagan de padres y que los hijos se rebelen cuando toque y crezcan.

--Ya no vive en Vic. ¿Fue tan dura la ruptura familiar?
--No me fui a Granollers por un tema familiar. Había vivido 20 años en Vic, conocía a muchísima gente por mi trabajo y por el libro que publiqué y tenía ganas de renovarme. Ha sido un proceso muy positivo.
--Tuvo un encuentro con Candel.
--Muchas de las cosas de las que habla Paco Candel en Els altres catalans en relación a cómo gestionaba la sociedad de acogida la llegada de gente de fuera, muchas actitudes, son las mismas ahora.
--Una vez denunció la pornografía étnica. ¿Qué quería decir con esta expresión?
--Me refería a que a veces, cuando se trata el tema del multiculturalismo, se hace de una manera muy superficial, haciendo referencia solo al folclore. Normalmente las fiestas interculturales son un lugar para comer pero después cada uno se va a su casa, sin decirle ni buen día al vecino que se llama Mohamed.

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