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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Literatura infantil africana

La literatura infantil africana también quiere contar sus propias historias

La literatura infantil africana también quiere contar sus propias historias
Deborah Ahenkorah, voraz lectora desde sus tiempos infantiles en Ghana, y ya estudiante en una universidad de los Estados Unidos, decidió fundar allí su propia organización para enviar miles de libros a más de 30 países africanos. Quería que otros niños a los que les gustaba la lectura tanto como a ella, pudieran tener acceso a todos los libros que quisieran. Un día que estaba colaborando para un envío de cerca de 8.000 libros, se encontró con uno entre las manos que le reclamó con fuerza la atención. Al abrirlo descubrió que en él aparecían imágenes de una niña africana. El libro la detuvo en seco. Se dio cuenta de que de los miles y miles de libros que su organización había enviado hasta entonces hacia el continente africano, éste era el primero que representaba a la gente a la cual se enviaban los libros. Deborah comprendió de golpe que desde niña había leído libros occidentales y, después de una década larga, el problema seguía siendo el mismo: los niños africanos seguían sin tener acceso a libros que narraran sus historias o coincidieran con sus realidades. Así fue como en 2008 se le ocurrió crear The Golden Baobab Prize.
El premio que ya va por su 7ª edición ha logrado poner a la literatura infantil del continente bajo un potente foco y hacer emerger a buen número de escritores, gracias a la calidad de los trabajos y a la tarea de difusión de los mismos. The Mechanic's Son de Lauri Kubuitsile fue el primero y Talulah the Time Traveller deMary Okon Ononokpono ha sido la última historia ganadora. En una entrevista, esta última exponía los motivos que la llevaron a escribir el cuento premiado "Los libros africanos que pude leer (en mi infancia) tendían o a ser un refrito de viejas fábulas en las que todo estaba bien, o a narrar experiencias del continente que eran ajenas a la mía. En cuanto a los libros escritos por autores negros de la diáspora, tendían a tener un enfoque centrado en sus experiencia en el Caribe o en América sin que yo como inmigrante africana (residente en Gran Bretaña) pudiera identificarme con facilidad. Quiero corregir esto para mi hija. Creo que es muy importante que los niños vean sus propias experiencias individuales narradas dentro de la cultura popular".
Pero el “Baobab Dorado” ha descubierto también a un gran número de ilustradores. El año pasado inauguraron un galardón para descubrirlos que terminó con 12 finalistas, entre los que había representantes de Ghana, Sudáfrica, Zimbabue o Marruecos, y que ganó la sudafricana Xanele Puren.
Entre los nuevos talentos se encontraba Gyimah Gariba quien está trabajando actualmente en un proyecto de animación en 3D basado en un cuento popular Ashanti, Zineb Benjelloun quien, a través de su obra, busca explorar y reafirmar la identidad cultural marroquí o Jillian Slabbert quien recoge y guarda fotografías para realizar después coloridos y originales collages.
Deborah Ahenkorah (reciente ganadora del Premio Grinnell 2015 que reconoce a jóvenes innovadores) es consciente de las dificultades que presenta la edición y publicación de libros convencionales en el continente africano, donde encontrar buen papel o una máquina de impresión eficiente no es fácil, a lo que se unen los problemas de distribución, almacenamiento y cobro. Ante ello también lo digital se presenta como una alternativa (aún lejana pero que ya está dando sus pasos de manera constante). Ella misma menciona Worldreader, una organización no gubernamental nacida en Estados Unidos que envía lectores de libros electrónicos (Kindles) a niños y escuelas del África subsahariana para fomentar la lectura. Pero la "alternativa" más clara surge a través del móvil, cuyo uso se ha disparado. Mxit es una de las redes sociales más populares mediante el aparato telefónico a través de la que se comparten historias cortas o contenidos didácticos.
Pero mucho antes (e incluso todavía) los cuentos en el continente se narraban de forma oral. Los relatos pasaban de boca en boca y se compartían de generación en generación. Varias han sido las iniciativas que en este sentido han perseguido la recuperación de dicha tradición desde el mismo continente, casi siempre enfocadas al público lector adulto. Sin embargo también existen aquellas que lo hacen para un público infantil-juvenil.
La asociación Ahuim que trabaja en un proyecto en el ámbito educativo-sanitarioen Mozambique es una de ellas. Recopiló durante 6 meses las historias de la literatura oral de sus respectivas etnias y en su propia lengua, al comprobar que apenas había libros infantiles que cubrieran este rico mundo. En edición bilingüe castellano-portugués (gracias al trabajo de Lara Ripoll y de Azimo Sadaca),Cuentos de los niños del mañana (2013) recoge 20 cuentos y fábulas tradicionales mozambiqueñas, que han sido aportadas e ilustradas por los propios niños de Pemba. Se ofrecen historias africanas inéditas del vasto patrimonio de la cultura Macua —la mayoritaria en Cabo Delgado—, o de la cultura Mwani, entre otras.
Más cercana en el tiempo es la iniciativa de la Biblioteca Tebba Diatta de Ossouye (Senegal) que acaba de publicar el volumen El dragón que se comió el sol y otros cuentos de la baja Casamance (Editorial Libros de las Malas Compañias),con dibujos realizados por los niños de la Biblioteca y escrito por Ana Cristina Herreros e ilustrado por Daniel Tornero.
Durante dos años varias personas se han dedicado a recopilar cuentos de la zona (Baja Casamance, Oussouye, Djimbering y Enampore) contados en diola (“aunque hay muchos diolas: banjal, kasa, quatay, fuñi… “) que se tradujeron al castellano, en su mayoría a través del francés. Los niños y niñas que habían acudido a los talleres que habían organizado durante los veranos de 2014-2015 fueron los principales narradores. Además, las originales composiciones gráficas (muñecos articulados) se han realizado a partir de los dibujos que hicieron los niños para ilustrar sus cuentos en un taller bajo la dirección de Daniel Tornero.
A través de 32 cuentos englobados bajo "cuentos maravillosos", "cuentos novelescos" y "cuentos de animales", nos hablan de "seres que pueblan su imaginación: de los dragones que traen lluvia, de serpientes pitones que se convierten en seres humanos, de baobabs que se tragan a la gente, de genios y genias que habitan los bosques". En un volumen de gran calidad, visualmente muy atractivo y que sorprenderá a todo el que lo lea con unas historias que harán que nos reformulemos en ocasiones las situaciones de las que parten sus personajes y a las que llegan.
Afirman en su "Hoja de ruta" que no han pretendido conseguir un ensayo antropológico, ni filológico, porque este libro maravilloso con ilustraciones llenas de colorido e imaginación, es fruto de un sueño, el de llenar de libros las estanterías de la Biblioteca de Ossouye. De momento tienen la intención de traducirlo al francés y presentarlo en febrero en la propia Biblioteca. De retornarlo a la Baja Casamance, el lugar del que partió.
FUENTE: EL PAIS

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