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martes, 24 de abril de 2018

Malala vuelve a Pakistán

Malala vuelve a su pueblo en Pakistán por primera vez desde su atentado

La premio Nobel visita su región natal en la que fue tiroteada por los talibanes cuando tenía 15 años

Malala Yousafzai es fotografiada en Swat (Pakistán), el sábado.
Malala Yousafzai es fotografiada en Swat (Pakistán), el sábado. AFP
"Me fui del Swat con los ojos cerrados y ahora vuelvo con ellos abiertos", ha afirmado la premio Nobel de la paz Malala Yousafzai en un colegio de la región de Swat, muy cerca de Mingora, su ciudad natal, en el noreste de Pakistán, en la que fue tiroteada en 2012 por los talibanes. Es la primera vez que Malala, que sufrió el ataque de estos radicales por su defensa de la educación femenina y que se ha convertido en todo un símbolo, vuelve al país y a su región desde el atentado.
Durante pocas horas y ante un gran dispositivo de protección militar, este sábado la mujer de 20 años, ha cumplido su sueño de volver a poner los pies en su antigua casa. Desde su regreso a Pakistán el pasado jueves para una vista de cuatro días, el viaje de la premio Nobel de la paz a su ciudad natal no se había confirmado por cuestiones de seguridad. Aunque el Ejército de Pakistán arrebató el control de esa región a los talibanes hace casi una década, los ataques contra las fuerzas gubernamentales continúan en el valle de Swat, una otrora región turística en las estribaciones del Himalaya, a 245 kilómetros al noroeste de Islamabad.
“Swat es un pedazo de cielo”, ha declarado Malala a unos escolares a las afueras de su ciudad tras bajarse del helicóptero militar que la transportó a ella, a sus padres y a un hermano, según informa el medio pakistaní Geo TV. Con esas palabras, Malala ha querido desmentir a los que la siguen acusando de promover ideas contrarias a su país y a los valores del Islam. En Pakistán, hay quien la considera "un agente del extranjero" manipulado o pagado para perjudicar al país. Por eso, su presencia ha despertado también críticas y protestas, como la de una asociación de escuelas privadas del país, que declaró el viernes como el Día no soy Malala. Además de los círculos islamistas radicales opuestos a la emancipación de la mujer, ciertos sectores de clase media la critican porque consideran que ofrece mala imagen de Pakistán. “Estoy orgullosa de mi religión y estoy orgullosa de mi país”, recogía también Reuters en una entrevista con la activista; que reside en Reino Unido desde su atentado. Ahora estudia Economía, Filosofía y Ciencias Políticas en la Universidad de Oxford.
"Me siento muy feliz. Mi sueño se ha cumplido", afirmó durante una visita al colegio Guli Bagh, cercano a Mingora. Ya hace un lustro, Gul Makai, el seudónimo con el que escribía en un blog en Urdu en la cadena británica BBC, despertaba animadversión entre los extremistas de su país por criticar con dureza el radicalismo religioso que habían sometido a su región. Entre 2007 y 2009, una facción local de la línea dura talibán había prohibido televisión, música y educación; quemando hasta 200 escuelas. Aunque el Ejército paquistaní recuperó su ciudad a mediados de 2009, Malala fue la voz de la denuncia gracias a su blog.
Inspirada por el activismo y el afán educativo de su padre, profesor que protegió su colegio de niñas durante los años de ocupación talibán en su ciudad, Malala denunció el fundamentalismo religioso hasta que miembros de la sección local de Tehreek e Taliban Pakistan (TTP) le dispararon en la cabeza cuando viajaba en el autobús que la llevaba a casa desde el colegio. Herida muy grave, la joven fue trasladada a Birmingham (Reino Unido) para su tratamiento. Tenía 15 años. Sobrevivió milagrosamente al atentado y con el tiempo se ha convertido en un símbolo mundial de la lucha contra el extremismo y el derecho de las mujeres a la educación. En 2014, su determinación la convirtió en la persona más joven en lograr el premio Nobel de la paz (que recibió junto con el indio Kailash Satyarthi). Gracias a este reconocimiento, la fundación que creó continúa la misión de promover educación con la construcción de escuelas en Nigeria, Jordania, Siria, Kenia o Pakistán. La última, precisamente, en Shangla; a pocos kilómetros del pueblo en que nació.
A su regreso a Mingora, Malala y sus padres han visitado su antigua casa, ahora alquilada a un conocido de la familia. “Estaban llorando. Se arrodillaban en el suelo para tocar el adobe”, explicaba el actual inquilino, Farid-ul-Haq Haqqani, a la agencia Reuters describiendo la felicidad de la familia Yousafzai. La activista también ha tenido tiempo de reunirse con amigas de la infancia, según Haqqani.
Después, la joven de 20 años, a la que también acompaña la ministra de Información paquistaní, Marriyum Aurangzeb, se ha reunido con estudiantes del Instituto de Cadetes Guli Bagh, en un encuentro al que también estaban invitados varios amigos.
Malala segura que volverá a Pakistán cuando termine la carrera en el Reino Unido: "Mi plan es regresar a Pakistán en cuanto termine los estudios, porque es mi país y tengo los mismos derechos en él que cualquier paquistaní".
En cuanto a la educación de las niñas en el valle del Swat, la joven elogió el sábado los "cambios importantes" realizados desde 2012. "La situación ha mejorado mucho". Aunque con matices: "Leí que casi la mitad de los niños siguen sin estar escolarizados en la provincia. Tendremos que trabajar muy duro para que todos vayan al colegio".

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