RECURSOS EN LA ZONA

sábado, 2 de noviembre de 2013

Manal al Sharif una mujer saudí que se atrevió a conducir un coche



Nunca he tenido miedo de contarle algo a Aboody. Siempre me he sentido muy orgullosa de mis logros. Pero esos ojos inquisitivos de mi hijo fueron mi momento de verdad, cuando todo se juntó. Verán, soy una mujer saudí a la que han metido en la cárcel por conducir un coche en un país en el que se supone que las mujeres no conducen. Solo por darme las llaves de su coche, detuvieron a mi hermano dos veces, y le acusaron tanto hasta el punto en que tuvo que renunciar a su trabajo de geólogo, y abandonar el país con su mujer y su hijo de 2 años. Mi padre tuvo que asistir a un sermón del viernes para escuchar al imán condenar a las mujeres que conducen y llamarlas prostitutas entre otros muchos fieles,algunos de ellos eran nuestros amigos y familia de mi padre. Afronté una campaña organizada de difamaciones en los medios de comunicación locales combinado con falsos rumores que se extendían entre mi familia, las calles y en las escuelas. Entonces lo entendí todo. Comprendí que esos niños no pretendían ser maleducados con mi hijo.Simplemente estaban influenciados por los adultos de su alrededor. Y no era sobre mí, ni un castigo por tomar el volante y conducir algunos kilómetros. Era un castigo por atreverme a desafiar las normas de la sociedad.
Las autoridades sauditas no hicieron nada. Eso nos asustó bastante. En la campaña estaba con otras mujeres sauditas e incluso hombres activistas. Queríamos saber cómo responderían las autoridades en ese día, 17 de junio, cuando las mujeres salieran a conducir. Esa vez le pedí a mi hermano que viniera conmigo y fuéramos al lado de un coche de policía. Fue rápido. Nos arrestaron, firmé conforme que no volvería a conducir y nos soltaron. De nuevo arrestados, a él lo arrestaron por un día, a mí me mandaron a la cárcel.No estaba segura del porqué me mandaron allí, porque no me acusaron de nada en el interrogatorio. Pero estaba segura de mi inocencia. No había quebrantado ninguna ley y tenía el abaya puesto —una especie de capa negra que las mujeres en Arabia Saudí deben llevar al salir de casa— y mis compañeras de prisión me pedían constantemente que me lo quitara. Estaba tan segura de mi inocencia que no paraba de decir "No, me iré hoy". Fuera de la cárcel, el país entero estaba en frenesí, algunos me criticaban, otros me apoyaban e incluso recogían firmas en una petición para enviarla al rey y me liberara. Me soltaron a los 9 días.
El año pasado me pidieron dar una charla en el Oslo Freedom Forum [Foro de la Libertad de Oslo]. Estaba rodeada por todo este amor y el apoyo de la gente a mi alrededor. Me miraban como si fuera una inspiración para ellos. Al mismo tiempo, volví a mi país, odiaron mucho esa charla. Lo llamaron: una traición al país saudita y a su gente e incluso iniciaron un hashtag en Twitter que decía #OsloTraitor [traidora de Oslo]. Se escribieron unos 10 000 tuits en ese hashtag, mientras que el hastag opuesto, #OsloHero [heroína de Oslo] tenía un puñado de tuits. Iniciaron incluso una encuesta, en la que participaron más de 13 000 personas, sobre si me consideraban una traidora o no tras la charla. El 90 % dijo que sí, que era una traidora. Estas son las dos percepciones totalmente distintas de mi personalidad.
Pero aprendes lecciones de lo que te ocurre. He aprendido a estar siempre ahí. Cuando salí de la cárcel, después de una buena ducha, me conecté y abrí mis cuentas de Twitter y Facebook, y siempre he sido muy respetuosa con aquellas personas que opinan de mí.Escuchaba lo que decían y nunca me defendí con solo palabras, sino con acciones. Cuando dijeron que debería retirarme de la campaña, presenté la primera demanda contra la policía de la dirección general de tráfico por no emitir mi carné de conducir. También hay mucha gente, unas 3000 personas que me han apoyado mucho, que firmaron una petición para que me liberaran. Enviamos una petición al Consejo Shura a favor de anular la prohibición contra las mujeres sauditas y firmaron la petición unos 3500 ciudadanos que creían en ello. Son estas personas asombrosas, les he mostrado algunos ejemplos, las que creen en los derechos de las mujeres en Arabia Saudí y en el intento afrontan mucho odio porque expresan su opinión abiertamente.

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