Déjenme que empiece esta charla con una pregunta para todos. Saben que en todo el mundo, la gente lucha por su libertad, lucha por sus derechos. Algunos luchan contra gobiernos opresivos. Otros contra sociedades opresivas. ¿Cuál creen que es más difícil?Déjenme que responda a esta pregunta en los siguientes minutos.
Permítanme que los lleve 2 años atrás en mi vida. Era la hora de acostarse de mi hijo, Aboody. Tenía 5 años entonces. Al acabar sus rituales para acostarse, me miró y me preguntó: "Mamá, ¿somos malas personas?"
Ese mismo día, había notado algunos moretones en su cara cuando volvió del colegio. No me contó lo que había pasado. [Pero ahora] estaba listo para decírmelo.
"Dos chicos me pegaron en el colegio. Me dijeron, 'Hemos visto a tu madre en Facebook.Tú y tu madre deberían estar en la cárcel' ".
Nunca he tenido miedo de contarle algo a Aboody. Siempre me he sentido muy orgullosa de mis logros. Pero esos ojos inquisitivos de mi hijo fueron mi momento de verdad, cuando todo se juntó. Verán, soy una mujer saudí a la que han metido en la cárcel por conducir un coche en un país en el que se supone que las mujeres no conducen. Solo por darme las llaves de su coche, detuvieron a mi hermano dos veces, y le acusaron tanto hasta el punto en que tuvo que renunciar a su trabajo de geólogo, y abandonar el país con su mujer y su hijo de 2 años. Mi padre tuvo que asistir a un sermón del viernes para escuchar al imán condenar a las mujeres que conducen y llamarlas prostitutas entre otros muchos fieles,algunos de ellos eran nuestros amigos y familia de mi padre. Afronté una campaña organizada de difamaciones en los medios de comunicación locales combinado con falsos rumores que se extendían entre mi familia, las calles y en las escuelas. Entonces lo entendí todo. Comprendí que esos niños no pretendían ser maleducados con mi hijo.Simplemente estaban influenciados por los adultos de su alrededor. Y no era sobre mí, ni un castigo por tomar el volante y conducir algunos kilómetros. Era un castigo por atreverme a desafiar las normas de la sociedad.
Pero mi historia va más allá de este momento de verdad. Permítanme que les cuente un poco mi historia. Era mayo de 2011 y me estaba quejando a un colega del trabajo sobre los acosos que tenía que afrontar al intentar encontrar a alguien que me llevara a casa aunque tengo coche y carné de conducir internacional. Por lo que tengo entendido, las mujeres en Arabia Saudí siempre se han quejado de la prohibición, pero han pasado 20 años desde que alguien intentó hacer algo al respecto, hace una generación.
Hizo que me diera cuenta de una buena/mala noticia. "Pero no hay ninguna ley que te prohíba conducir".
Lo busqué, y tenía razón. En realidad no había ninguna ley al respecto en Arabia Saudí.Solo era una costumbre y tradición que se ha consagrado en la estricta fetua religiosa y que se ha impuesto a las mujeres. Al darme cuenta de eso, se me ocurrió el 17 de junioanimar a las mujeres a tomar el volante y conducir. Unas semanas después, empezamos a recibir cosas como "Los hombre lobo te violará si conduces". Najla Hariri, una saudí valientede la ciudad de Jeddah, anunció que condujo un coche pero no lo grabó en vídeo.Necesitábamos una prueba.
Así que yo conduje y lo colgué en YouTube. Para mi sorpresa, tuvo cientos de miles de reproducciones el primer día. Pero claro, ¿qué pasó luego? Empecé a recibir amenazas de asesinato, violaciones, solo para que parara esta campaña.
Las autoridades sauditas no hicieron nada. Eso nos asustó bastante. En la campaña estaba con otras mujeres sauditas e incluso hombres activistas. Queríamos saber cómo responderían las autoridades en ese día, 17 de junio, cuando las mujeres salieran a conducir. Esa vez le pedí a mi hermano que viniera conmigo y fuéramos al lado de un coche de policía. Fue rápido. Nos arrestaron, firmé conforme que no volvería a conducir y nos soltaron. De nuevo arrestados, a él lo arrestaron por un día, a mí me mandaron a la cárcel.No estaba segura del porqué me mandaron allí, porque no me acusaron de nada en el interrogatorio. Pero estaba segura de mi inocencia. No había quebrantado ninguna ley y tenía el abaya puesto —una especie de capa negra que las mujeres en Arabia Saudí deben llevar al salir de casa— y mis compañeras de prisión me pedían constantemente que me lo quitara. Estaba tan segura de mi inocencia que no paraba de decir "No, me iré hoy". Fuera de la cárcel, el país entero estaba en frenesí, algunos me criticaban, otros me apoyaban e incluso recogían firmas en una petición para enviarla al rey y me liberara. Me soltaron a los 9 días.
Se acercaba el 17 de junio. Las calles estaban repletas de coches de la policía y coches de la policía religiosa, pero unas cien valientes mujeres sauditas se saltaron ese día la prohibición de conducir. Ninguna fue arrestada. Habíamos roto el tabú.
Creo que ahora todos sabrán que no podemos conducir, o no se les permite a las mujeres conducir, en Arabia Saudita. Pero quizá muy pocos saben el porqué. Déjenme que les ayude a responder esta duda.
Hay un estudio oficial presentado por el Consejo Shura, que es el consejo consultivo elegido por el rey en Arabia Saudí, y que lo realizó un profesor local, un profesor universitario. Él afirma que está basado en un estudio de la UNESCO. Según el estudio, el porcentaje de violación, adulterio, hijos ilegítimos, abuso de drogas, y prostitución en países en los que las mujeres conducen es mayor que en los países en los que las mujeres no conducen.
Lo sé, me pasó lo mismo, estaba impresionada. Pensaba, "Somos el último país del mundo en el que las mujeres no conducen". Si miran al mapa del mundo, solo hay dos países: Arabia Saudí y la otra sociedad es el resto del mundo.
Solo entonces nos dimos cuenta del poder que se adquiere al burlarse de tu opresor. Lo despoja de su mejor arma: el miedo.
Este sistema está basado en tradiciones y costumbres ultra-conservadoras que tratan a las mujeres como si fueran inferiores y que necesitan a un guardián para protegerlas, de modo que necesitan tener permiso de este guardián, ya sea verbal o por escrito, durante toda su vida. Somos inferiores hasta el día de nuestra muerte. Y es peor cuando se consagra en las fetuas religiosas basadas en una mala interpretación de la ley sharia, o de las leyes religiosas. Lo que es peor, cuando se codifican como leyes en un sistema, y cuando las propias mujeres creen que son inferiores e incluso luchan contra quienes intentancuestionar estas normas.
Para mí, no se trataba solo de los ataques que tenía que afrontar. Se trataba de vivir dos percepciones totalmente distintas de mi personalidad: la villana en mi país de origen y la heroína fuera de mi país.
En los últimos dos años me han sucedido dos cosas. Una de ellas fue cuando estaba en la cárcel. Estoy segura de que cuando estaba en la cárcel todos vieron titulares en los medios internacionales, algo como esto durante los 9 días que estuve encarcelada.
Pero en mi país, era totalmente distinto. Era algo como esto: Manal al-Sharif afronta cargos de alteración del orden público e incitar a las mujeres a conducir".
El año pasado me pidieron dar una charla en el Oslo Freedom Forum [Foro de la Libertad de Oslo]. Estaba rodeada por todo este amor y el apoyo de la gente a mi alrededor. Me miraban como si fuera una inspiración para ellos. Al mismo tiempo, volví a mi país, odiaron mucho esa charla. Lo llamaron: una traición al país saudita y a su gente e incluso iniciaron un hashtag en Twitter que decía #OsloTraitor [traidora de Oslo]. Se escribieron unos 10 000 tuits en ese hashtag, mientras que el hastag opuesto, #OsloHero [heroína de Oslo] tenía un puñado de tuits. Iniciaron incluso una encuesta, en la que participaron más de 13 000 personas, sobre si me consideraban una traidora o no tras la charla. El 90 % dijo que sí, que era una traidora. Estas son las dos percepciones totalmente distintas de mi personalidad.
Yo estoy orgullosa de ser mujer saudí y amo a mi país. Y es porque amo a mi país que hago esto. Porque creo que una sociedad no será libre si las mujeres de dicha sociedad no son libres. (Aplausos) Gracias. (Aplausos) Gracias, gracias, muchas gracias. (Aplausos)
Pero aprendes lecciones de lo que te ocurre. He aprendido a estar siempre ahí. Cuando salí de la cárcel, después de una buena ducha, me conecté y abrí mis cuentas de Twitter y Facebook, y siempre he sido muy respetuosa con aquellas personas que opinan de mí.Escuchaba lo que decían y nunca me defendí con solo palabras, sino con acciones. Cuando dijeron que debería retirarme de la campaña, presenté la primera demanda contra la policía de la dirección general de tráfico por no emitir mi carné de conducir. También hay mucha gente, unas 3000 personas que me han apoyado mucho, que firmaron una petición para que me liberaran. Enviamos una petición al Consejo Shura a favor de anular la prohibición contra las mujeres sauditas y firmaron la petición unos 3500 ciudadanos que creían en ello. Son estas personas asombrosas, les he mostrado algunos ejemplos, las que creen en los derechos de las mujeres en Arabia Saudí y en el intento afrontan mucho odio porque expresan su opinión abiertamente.
En Arabia Saudí vamos paso a paso hacia una mejora de los derechos de la mujer. El Consejo Shura, designado por el rey por el real decreto del Rey Abdullah, estuvo compuesto el año pasado por 30 mujeres, un 20 %. Un 20 % del Consejo. (Aplausos) Al mismo tiempo, finalmente, el Consejo, tras rechazar 4 veces nuestra petición para que las mujeres conduzcan, la aceptaron este pasado mes de febrero. (Aplausos) Después de haber estado en la cárcel o azotada o llevada a juicio, el portavoz de la policía de tráfico dijo, solo emitiremos infracciones de tráfico para las mujeres. El Gran Mufti, que es jefe de la clase dirigente religiosa en Arabia Saudí, dijo que no era recomendable que las mujeres condujeran. Estaba 'haram', prohibido, por el anterior Gran Mufti.
A lo que le dije, "Solo cuando las mujeres dejen de preguntarse '¿Cuándo?' y tomen medidas para hacerlo ya".
No es solo sobre el sistema, diría que también es el momento de que las mujeres escojan su proprio rumbo en la vida.
No tengo ni idea realmente de cómo me convertí en activista. Y todavía sigo sin saberlo. Lo único que sé, y estoy segura, es que en un futuro, cuando alguien me pregunte sobre mi historia, le diré, "Estoy orgullosa de estar entre esas mujeres que se alzaron contra la prohibición, lucharon contra ella y celebraron la libertad de todos".
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