RECURSOS EN LA ZONA

viernes, 1 de septiembre de 2017

Saludo desde Taylandia

Talilandés3

La belleza del saludo tailandés

5AGO
La semiótica o semiología es la ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que permiten la comunicación entre individuos, sus modos de producción, de funcionamiento y de recepción. Todos los gestos están llenos de significado. Cada cultura tiene los suyos. Por eso es tan importante viajar. Hoy dedicaré algunas reflexiones al saludo que los tailandeses utilizan para saludarse. Entre ellos y a quienes les visitan.
Te sorprende y agrada recibir ese saludo al entrar en el avión, al registrarte en el Hotel, al abrir la puerta de un restaurante, al entrar en una tienda o al hacer una pregunta a un transeúnte en la calle. Al recibirlo te sientes distinguido y honrado.
El saludo (que se utiliza también para despedirse, para pedir disculpas y para rezar a Buda) consta de tres partes esenciales, aunque existen muchas variantes. La primera consiste en colocar las palmas unidas hacia arriba a la altura del pecho, de forma que los dedos toquen la barbilla (existen otras posiciones, pero no entraré en detalles). El segundo, indispensable también, es la sonrisa. Y el tercero es una leve inclinación de cabeza. Solo gestos. Sin palabras.
El primer gesto hace referencia a la flor de loto y nos remite a la pureza, a la autenticidad, a la limpieza moral de las intenciones y de las acciones. La sonrisa es obligada en el saludo y poco se puede decir de esa positiva exigencia. Frente al gesto hosco, frío y distante, la sonrisa tiende un puente entre las personas. Pero el gesto que, a mi juicio, tiene más contenido es la inclinación de cabeza en señal de respeto.
Aunque la sociedad tailandesa es muy jerárquica, todas las personas merecen ese respeto básico por el sencillo hecho de ser personas. El saludo se dispensa por igual a pobres y a ricos, a grandes y a pequeños, a famosos y a desconocidos, a creyentes y agnósticos, a inmigrantes y autóctonos, a hombres y a mujeres, a cultos y a incultos… Nada se pregunta sobre el origen, la raza, la religión o la fortuna… Todas las personas son depositarias de una dignidad esencial. Dignidad a la que se rinde el tributo de la inclinación de cabeza. Hay muchas modalidades de saludo. Las personas mayores son especialmente distinguidas.
Te sientes bien al, ser saludado así. Con esa gentileza, con esa simpatía, con esa veneración que te hace sentir importante. Importante no por lo que sabes, lo que tienes, lo que has llegado a conseguir. Te sientes importante por ser una persona, por tu condición de ser humano.
José Antonio Marina, en el libro “Ética para náufragos” dice que la ética nace de un acuerdo mediante el cual los seres humanos se reconocen una dignidad esencial por el simple hecho de serlo.
El poderoso es saludado de la misma forma que el que no tiene poder, el pobre de la misma forma que el rico, el hombre de la misma forma que la mujer, el niño de la forma que el adulto… El saludo honra al que lo hace y al que lo recibe. Te sientes bien inclinando tu cabeza a otra persona con las manos en el pecho y la sonrisa como bandera de comunicación interpersonal.
No utilizan el beso o el apretón de manos que son normales en nuestra cultura. También tienen significado, por supuesto. Ellos entienden que esas formas de saludo son demasiado invasivas. El contacto es interpretado como una falta de respeto. Los tailandeses no rechazan un apretón de manos ni un beso en la mejilla ni un abrazo, pero consideran más delicado y respetuoso su forma de saludo.
El nombre que recibe es también hermoso. El saludo tailandés se llama “Wai”. Nombrar las cosas adecuadamente es situarlas en el universo de los significados.
Qué fuente de aprendizaje más importante es viajar. Decía Chesterton que viajar es comprender que estabas equivocado.
Socializarse es incorporarse con éxito a la propia cultura. Pero la cultura tiene cosas buenas y malas. Es necesario ser capaz de discernir. Y una vez comprendido el significado, es una exigencia moral evitar los contenidos culturales contaminados: sexismo, discriminación, agresión, abuso de poder, falta de respeto… No todas las tradiciones son respetuosas ni, por ende, respetables. Pienso ahora en aquellas costumbres que suponen discriminación para la mujer, desprecio a los homosexuales, maltrato o muerte cruel para los animales… …
Enriquecer la cultura con gestos de reconocimiento de la dignidad creo que es un modo de mejorar la convivencia y de elevar el nivel ético de la sociedad.
Vuelvo a citar un libro de Marina titulado “Sociedades fracasadas.” Fracasan, a su juicio, aquellas sociedades en las que se vive indigna e injustamente. Por muy desarrolladas que estén económica o tecnológicamente.
Creo que en la educación, tanto familiar como escolar, hay que hacer más hincapié en el cultivo de las formas de respeto. Sé que hay otras dimensiones de carácter más ambicioso relacionadas con la estructura económica, la gestión política, la justicia distributiva o el reconocimiento social. Pero los pequeños detalles van generando día tras día un clima moral higiénico al que todos debemos contribuir.
Cultivar las formas de respeto a los demás, sean quienes sean y como sean es un modo de hacer más habitable este mundo. Yo me he sentido bien en Tailandia por la forma en que me saludaban en todos los lugares. Me sentía acogido, respetado y casi venerado.
Lo sé. Hay más. Si después de saludarte de esa hermosa manera, te timan en un restaurante o en un taxi, te han tendido una trampa. Si te tratan bien formalmente y te clavan una puñalada por la espalda, te sientes doblemente traicionado. Es hipocresía y falsedad. Pero creo que quien saluda así, si es coherente, no comete después una acción abusiva sobre el prójimo. Quien te sonríe y se inclina ante ti tiene menos posibilidades de actuar contigo de una forma injusta. Porque las buenas formas predisponen para la buena acción. De hecho, en Tailandia, hay muy poca inseguridad ciudadana. Menos que en España, me decía el guía a quien pregunté por esta cuestión.
Quienes dicen que eso son meras formas y que lo que importa es lo esencial están más tentados de quebrantar también lo esencial porque quien está atento a los detalles está en mejor disposición para respetar los asuntos de mayor trascendencia. No es cierto que quien desprecia los detalles sea porque está muy ocupado en grandes acciones solidarias. Más bien lo contrario. No se trata de acciones contrapuestas sino complementarias.
Con las manos en la posición de la flor de loto, no se puede robar ni golpear al otro. Con la sonrisa no se le puede maldecir ni criticar y al inclinar suavemente la cabeza no podrías propinar una patada de forma certera.
Es muy pueblerino el sentimiento de que como nosotros no hay nadie, de que tan bien como actuamos nosotros no actúa nadie. Afortunadamente está descendiendo esa sensación de que como aquí no se vive en ninguna parte. La sensación de que no tenemos muchas cosas que aprender. Yo me he sentido muy bien en Tailandia. Una de las causas ha sido la forma que tenían de saludarme.
Miguel Ángel Santos Guerra

No hay comentarios:

Publicar un comentario