jueves, 6 de mayo de 2010

Danzaterapia con sordos


El trabajo con sordos de Maria Fux
"Algo tienen en común el cuerpo y el silencio, y es que no pueden mentir".
El primer acercamiento con el no oyente consiste en que él llegue a interesarse por proyectar y darse cuenta de que su cuerpo es un instrumento del lenguaje.
Trabajo con diapositivas con imágenes y líneas que sugieren ritmos diferentes y conectan instantáneamente con movimientos, más allá de la presencia o no de un sonido.
Una de las formas para ir al encuentro es utilizar la geometría del movimiento. Es como una ecuación: LÍNEA = MOVIMIENTO. Y éste será diferente según lo sea la línea: recta u ondulada, continua o intermitente, ascendente o descendente. Trato de darle al no oyente la posibilidad de que la línea represente lo que para nosotros la música, buscando en el ritmo y la forma la exploración creativa de su cuerpo que, sin conocer los sonidos, puede desplegar el movimiento y danzar.
Otro estímulo invalorable es el color. Trabajo con telas muy grandes y con diapositivas en las que proyecto colores, e invariablemente las respuestas se traducen en movimiento y forma.
El color, la línea y la forma son en sí mismos un lenguaje que ofrece un gran estímulo para mover el cuerpo. Todo lo que nos rodea, todo lo que vemos penetra en nuestro cuerpo y sale de él. Podemos bailar el color rojo de una alfombra, el verde de un sillón, la línea del horizonte. El estímulo visual aporta una gran ayuda para los sordos, permitiendo que adquieran y desarrollen capacidades rítmicas, calidades de movimiento, estructuras espaciales, además de sensaciones y aptitudes que expanden el mundo interno donde los miedos desaparecen.
“A mi silencio lo amo.
Es como una puerta que puedo abrir y cerrar cuando lo siento necesario.
Cuando estoy en silencio descubro cada día quién soy y qué he hecho conmigo. Es un hermoso poder estar”
Los no oyentes pueden danzar creativamente en el silencio, salir del aislamiento con el estímulo de sus propios ritmos internos, imágenes, sensaciones e ideas, además de estímulos visuales corpóreos y proyecciones.
El del no oyente sí es un silencio real, un silencio que le permite conectarse con una escucha diferente de su propia respiración, del ritmo de su sangre y del microcosmos sonoro que representa el propio cuerpo, con sus movimientos.
Mi trabajo con los sordos es siempre de integración con alumnos oyentes, de modo que no utilizo un material diseñado especialmente para ellos: todos comparten una experiencia enriquecedora y gozosa que se plasma a través de las formas sensibles que todos poseemos en nuestro riquísimo interior.

Extraido de: http://www.mariafux.com.ar/


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