lunes, 29 de febrero de 2016

¿Cuál es la identidad colectiva de Europa?

Joanna Anneke Rummens: «La crisis de los refugiados pone en duda la identidad colectiva de Europa»

La antropóloga y socióloga canadiense Joanna Anneke Rummens.
La antropóloga y socióloga canadiense Joanna Anneke Rummens. / MICHELENA
  • Joanna Anneke Rummens, Antropóloga y socióloga, «Me parece curioso que la Unión Europea esté afrontando esta situación solo por las vías burocráticas», destaca

«Acogemos a refugiados porque va con nuestra identidad como canadienses», asegura la antropóloga y socióloga Joanna Anneke Rummens, profesora de la Universidad de Toronto. Opina que la crisis de los refugiados pone sobre la mesa si «existe una identidad europea» o si se está ante el «resurgimiento de las ideas nacionalistas» de cada país.
- ¿Cuál es la situación en Canadá?
- Somos una sociedad tremendamente diversa, donde los recién llegados se establecen principalmente en tres ciudades. En Toronto, donde yo resido, que tiene 2,6 millones de habitantes, cerca de la mitad son extranjeros. Cada día se hablan más de 170 idiomas diferentes en la ciudad. Eso da una pista de la complejidad en términos de cultura, lenguaje o religión. Pero la sociedad canadiense ve la diversidad con felicidad y respeto.
- ¿Con qué políticas integradoras cuenta el país?
- Canadá tiene muchos mecanismos y servicios de apoyo. Nosotros hablamos de recién llegados, nunca de inmigrante, refugiados o sin papeles. Le llamamos así a propósito porque han llegado después que nosotros. Lo más importante es el acceso al mercado laboral y que los niños tengan acceso a la educación. Es crítico. Por eso tenemos los Centros de Bienvenida, que se llaman así, a donde puede acudir una familia para encontrar todo lo que necesite, desde información sobre cómo encontrar un empleo, dónde está su comunidad religiosa hasta dónde acudir si necesitan un médico. Es más fácil que el que tengan que aprenderse el sistema de un país nuevo donde no entienden el idioma y con una sociedad que tal vez sea muy diferente a la suya.
- ¿En qué momento se pasó del término inmigrante a recién llegado?
- Siempre ha sido así. Canadá es un país muy diverso desde sus inicios, formado a partir de personas venidas de diferentes partes del mundo. Primero fue desde Europa y ahora muchos de ellos vienen de Asia o África. Son nuevos pero forman parte de la sociedad canadiense. Es una cuestión cultural. No obstante, la tolerancia no es suficiente, debe ser algo mucho más profundo que se plasme en políticas.
- ¿Qué opina de lo que ocurre en Europa con los refugiados?
- Me gustaría saber más sobre cuáles son las cuestiones verdaderas. Para Canadá la situación es muy diferente, estamos lejos y tenemos océanos de por medio. Europa tiene el conflicto al lado. Además cuenta con una historia y unas identidades nacionales muy fuertes, e incluso con guerras muy recientes. En Canadá no contamos con ese pasado. Nosotros traemos a sirios en aviones militares y comerciales.
- ¿Por qué?
- Queremos ser parte de la solución. Entendemos que tenemos una responsabilidad global y eso es parte de la identidad canadiense: ayudar a que los problemas se solucionen. La crisis humanitaria que existe en Siria es una situación que podría darse en cualquier lugar del mundo. Y tenemos una responsabilidad tanto en la respuesta que damos a la crisis como en la búsqueda de una solución. Hay diferentes actuaciones que se deben hacer para resolver esta situación. Lo crítico es que sabemos que los refugiados abandonan su país por obligación. Pero hay muchos de ellos a los que no vemos y que se encuentran en campos de refugiados o que permanecen en Siria mientras tiene lugar la guerra. Y esa gente está sufriendo enormemente.
- Hay dirigentes políticos que dicen que es imposible acoger a los miles de refugiados e incluso que podría colarse algún terrorista.
- Siempre está la cuestión de cómo un Estado puede procesar el acogimiento de tantas personas. La población de Canadá es de 34 millones de personas. Cada año recibe a 250.000 inmigrantes y a cerca de 22.000 refugiados, que este año serán más por la crisis de refugiados de Siria. Por los puestos de seguridad del aeropuerto de Toronto pasan 25.000 personas todos los días. Y hay mecanismos para mantener la seguridad. En Canadá contamos con sistemas biométricos y además enviamos personal de inmigración a los campos de refugiados para hablar con ellos y seleccionar a la gente que puede venir.
- ¿Cómo ve a Europa?
- Visto desde fuera me parece curioso que esta crisis esté enfrentando a la Unión Europea por vías burocráticas y que se vea que este asunto se puede solucionar por esta vía. Además, percibo que hay una pérdida en la habilidad para tomar decisiones en el ámbito local. Los refugiados llegan a ciudades concretas y los centros de toma de decisiones están muy alejados.
- ¿Y sobre la libre circulación?
- Se pensó para los europeos con el objetivo de facilitar el proyecto de la unión, pero no se planteó qué ocurriría con una situación como la de ahora. Y este experimento no ha servido a todos sus miembros por igual, porque son unos países concretos los que están en crisis por la llegada masiva de refugiados, por ejemplo, Grecia. La Unión Europea tiene que plantearse cuál es su responsabilidad hacia sus miembros y hacia el mundo globalizado para hacer frente a esta crisis humanitaria.
- ¿En qué sentido?
- Ahora que hay un incidente global debe demostrar cómo va a responder. La crisis de los refugiados pone sobre la mesa si existe una identidad europea compartida entre todos los países, es decir, un concepto de ciudadanía compartida a nivel europeo, o si por el contrario van a resurgir las ideas nacionalistas de cada país miembro como Reino Unido o Alemania, por ejemplo. Por eso, la pregunta es si existe realmente una identidad europea, y de haberla, qué responsabilidades colectivas implica. Nosotros acogemos a los refugiados porque va con nuestra identidad como canadienses.
- ¿Cómo cree que debería actuar la Unión Europea?
- Debería trabajar en colaboración con otros estados para entender la causa de la crisis. También tendría que acomodar, apoyar e integrar a las personas que abandonaron por obligación su país, que puede ser una situación temporal o algo a más largo plazo. No hay que olvidar que la mayoría de los refugiados tienen el sueño de volver, y cuando puedan lo harán.
- ¿No se permite la entrada de refugiados por falta de infraestructuras o porque no se quiere?
- Querer es diferente a estar preparado. Y esa es la respuesta. Siempre puedes, por supuesto, pero estar preparado es cuestión de una respuesta política y de actitud.

 http://www.diariovasco.com/sociedad/201602/24/joanna-anneke-rummens-201602240630.html


domingo, 28 de febrero de 2016

Sáhara libre

Publicado el 7 ago. 2015
Mariem Hassan ha muerto el sábado 22 de agosto de 2015 rodeada de su familia.
Mariem, muy enferma, había regresado el 6 de agosto a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, en concreto al de Smara.
Consciente de su situación, nos dejó esta DESPEDIDA, a la que había dado forma el poeta Lamin Allal.

40 resistiendo en el Sahara

El silencio y el miedo de las refigiadas

El silencio y el miedo de las refugiadas

Ruba Sulaimane relata a adolescentes alemanes su viaje junto a su hija de 11 años desde Siria. Amnistia Internacional denuncia que las mujeres sufren agresiones, explotación y acoso sexual en todas las etapas de la huida, también en Europa
Laura Alzola Kirschgens

<p>Ruba Sulaimane durante un momento de su charla con los alumnos del instituto de secundaria Gymnasium Grotmoor de Hamburgo.</p>
Ruba Sulaimane durante un momento de su charla con los alumnos del instituto de secundaria Gymnasium Grotmoor de Hamburgo.
L.A.K.
Hamburgo | 24 de Febrero de 2016
Los alumnos de la clase 9.A del instituto de secundaria Gymnasium Grotmoor han apartado los pupitres pintarrajeados con rotulador y tiza. Ahora colocan las sillas en forma de u y miran a la invitada. “¿Alguien se acuerda de lo que es la Convención de Dublín?”, pregunta, a modo de introducción, la profesora Möller. Tienen 14 años. El más rubio y menudo levanta la mano y explica lo del registro y la huella dactilar. Serán las últimas palabras de los chavales que se escuchan en el aula.
Todos callan mientras Ruba Sulaimane, una mujer sirio-palestina de 27 años, cuenta la historia de su huida en un inglés quebrado, aprendido solo gracias a las películas de Hollywood que veía antes de que estallara la guerra. “Un día abrí la ventana de la cocina y vi sangre en mi calle. ¿Os lo podéis imaginar?”, comienza. “Horas después, los militares llamaron a nuestra puerta en Damasco. El barrio entero fue alertado de que caerían bombas. Salimos para salvarnos y en cuestión de minutos una multitud de gente recorría la calle. Caminábamos dejando nuestra vida atrás. Atemorizados, incrédulos, desesperados”.
Ruba cuenta su historia gracias a OpenEyesOpenHearts, (Ojos abiertos, corazones abiertos), una pequeña red de personas que trata de poner en contacto a alumnos de institutos de Hamburgo con quienes deseen contar su historia. El proyecto, idea de Lena Lührmann, voluntaria en uno de los centros para refugiados de la ciudad hanseática, fue puesto en marcha en septiembre de 2015. Antes de las ponencias, los profesores preparan con los alumnos el tema, explicándoles las nociones básicas de la política de asilo europea y germana. Después, equipados con un proyector, un powerpoint de fotos y mucha autenticidad, los refugiados tratan de hacerse entender.
Ya van 30 charlas desde que comenzara el proyecto y, como siempre, los alumnos no despegan la mirada de la invitada mientras explica que se mudaron de casa diez veces por las bombas, hasta que un día, la hija de Ruba, de 11 años, se negó a ir al colegio porque cada semana echaba en falta  un compañero de pupitre. “Mis amigos se mueren, mamá”. Ese fue el punto de inflexión.
La familia Sulaimane, madre, padre e hija, intentó huir de Damasco. Pero a pocas horas de trayecto una patrulla de militares amenazó con matar a ambas mujeres si él no se quedaba a combatir. Al final, lo llevaron detenido y ellas siguieron huyendo a través de territorio ocupado por el Estado Islámico. “Temí por mi vida cada segundo de los dos días que viajamos en coche, cubiertas completamente, sin hablar una palabra, casi sin atrevernos a respirar. El ISIS  no tiene nada que ver con el Dios en el que yo creo”.
En Turquía, Ruba pudo llamar por teléfono a unos familiares para que pagaran el soborno de liberación de su esposo, que se esconde desde entonces en la casa de su madre, en Damasco. Esa misma noche, las dos mujeres cruzaron el mar Egeo. El agua entró en la embarcación en la que viajaban junto a unas cuarenta personas más. Quitándose los zapatos y utilizándolos de recipientes para achicarla, lograron salvarse. “En la oscuridad, adivinamos que había otra barca, a unos quinientos metros de la nuestra. Todo estaba negro, pero escuchamos cómo se hundía, que morían”. Al llegar a Grecia, Ruba habló con su marido. “Se echó a llorar cuando lo llamé desde tierra firme, después de dos días sin saber nada de nosotras”, recuerda.
La huída siguió siendo oscura. Caminaron sólo de noche para no ser interceptadas por la policía. Por senderos de tierra, a través de bosques y pequeñas montañas, desde Grecia, pasando por Macedonia y Serbia, hasta Hungría. En este último país, los militares insistieron en tomar sus huellas dactilares. Ruba no quería ser registrada, pero al negarse la encerraron junto a su hija, “cansada, enferma, débil”. Al día siguiente se dejaron registrar, y pagaron a un traficante para que las condujese dentro de un remolque sin ventanas, con otras diez personas, hasta la frontera con Alemania, donde la policía las detuvo.
Las fotos y las palabras de la presentación para los colegios están minuciosamente escogidas, adaptadas a las aulas, para no herir. Ruba solo habla de la violencia del camino en privado y con adultos. Ella, que no fue capaz de pegar ojo más de unas horas en los 13 días que duró el viaje porque necesitaba vigilar el sueño de su hija, admite que fue testigo directo del miedo y del silencio de las mujeres: “En confianza, casi todas tenían alguna historia de acoso o abuso que contar. Callaban por miedo. Porque como mujer sin papeles, estás en la peor posición para exigir o denunciar nada”.
Según un informe publicado en enero por Amnistía Internacional, las mujeres y niñas refugiadas sufren violencia, agresiones, explotación y acoso sexual en todas las etapas de la huida, también en territorio europeo. La organización entrevistó en el norte de Europa a 40 mujeres que habían recorrido la misma ruta que Ruba Sulaimane y su hija. Todas declararon haberse sentido amenazadas e inseguras durante el trayecto; denunciaron que el personal de seguridad u otros refugiados las habían sometido a malos tratos físicos y explotación económica, las habían manoseado o presionado para que tuvieran relaciones sexuales.
Las mujeres entrevistadas dijeron además sentirse especialmente amenazadas en las zonas de tránsito y en los campamentos de Hungría, Croacia y Grecia, al ser obligadas a dormir junto a cientos de hombres refugiados y a usar los mismos aseos y duchas que estos. Algunas declararon haber adoptado medidas extremas en el trayecto, como no comer ni beber para evitar ir al servicio. “Estas mujeres y sus hijos han huido de algunas de las zonas más peligrosas del mundo, y es una vergüenza que sigan en peligro en suelo europeo”, criticó Tirana Hassan, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía.
En Women in Exile conocen bien la precaria situación de las mujeres solicitantes de asilo o refugiadas en suelo europeo. Desde 2002, esta ONG germana fundada por exiliadas ayuda a las mujeres que han huido a conocer sus derechos en el procedimiento de asilo y a defenderse de la violencia sexual, discriminación y exclusión a las que se ven expuestas en los centros de acogida alemanes. Desde hace casi catorce años, denuncian situaciones que se siguen repitiendo en la actualidad: mujeres alojadas en lugares abarrotados y privadas de libertad con el pretexto de estar siendo protegidas por las autoridades.
Cuando después de recorrer cinco centros de refugiados alemanes, llegó por fin a Hamburgo, a Ruba Sulaimane también se le ofreció vivir en un centro exclusivo para mujeres. Ella aceptó ser trasladada a lo que ahora describe como “un horror”. “Eran más de doscientas mujeres durmiendo desde hacía meses en una misma sala, con decenas de niños gritando, sin un solo minuto de privacidad, con el personal de seguridad, hombres, siempre presente”. Ruba relata cómo al entrar en el centro confiscaron su ropa y los juguetes de su hija alegando “necesarios controles de seguridad” e insiste en que nadie podía entrar ni tampoco salir sin documentos de identificación y permiso de ese edificio, cerrado a cal y canto. “En el centro mixto tenía libertad de entrada y salida, aquello de repente era una cárcel. Mi hija lloraba y me preguntaba si habíamos vuelto a Hungría”
La ministra de Familia germana, Manuela Schwesig, anunció el 14 de diciembre de 2015 medidas como la instalación de aseos separados por sexos, el acceso a ayuda psicológica o la creación de zonas de recreo para niños en los centros. Además, los voluntarios que ayudan a los refugiados tendrán que presentar certificados policiales de buena conducta para acceder a colaborar.
Elizabeth Ngari, la portavoz de Women in Exile, aplaudió entonces que al fin se pretendieran tomar medidas específicas, pero insiste en que la única manera de asegurar una protección efectiva es la salida de mujeres y niños de centros así, ya que “las condiciones en las que viven conducen a una constante retraumatización de las víctimas de abusos y violencia”. Una de las medidas del nuevo Paquete de asilo II consensuado por el Gobierno de coalición germano y aprobado el 28 de enero consiste en alargar el tiempo de estancia en estos centros de acogida inicial hasta seis meses.
Ruba Sulaimane y su hija fueron “rescatadas” a los dos días del centro exclusivo para mujeres por Lena Lührmann, la voluntaria que había conocido en el centro mixto anterior, y junto a la que poco después fundaría OpenEyesOpenHearts. Lührmann, junto a su marido, las acogió en su casa durante meses y les ayudó con el papeleo para lograr el estatus de refugiadas. Ahora, con el permiso para permanecer en Alemania durante los próximos tres años, Ruba acude a un curso de alemán todas las tardes y da charlas en institutos siempre que puede. Además, lucha con las administraciones para traer a su marido desde Damasco: “En avión, porque después de lo que viví en el viaje, no sé si él sobreviviría”.

Pasaje seguro para los refugiados

Una manifestación exige un paso seguro para los refugiados

Más de un centenar de personas recorrió ayer el centro de la ciudad para exigir un "pasaje seguro para los refugiados"

28.02.2016 | 11:41
Una manifestación exige un paso seguro para los refugiados
La capital asturiana fue una de las cincuenta ciudades en las que se desarrollaron movilizaciones similares para exigir a los gobiernos que abran vías seguras de acceso al territorio para que quienes huyen de la guerra y la persecución "no tengan que jugarse la vida en trayectos imposibles por mar o por tierra". La Marcha Europea por los Refugiados partió a mediodía de la estación para acabar en las inmediaciones del Parlamento asturiano, en la calle Fruela. En la imagen, un momento de la manifestación de ayer.

viernes, 19 de febrero de 2016

Nieve

Nieve

Aquí  en Asturias, nieva solo en las montañas.  Puedes esquiar con  esquíes, un patinete de nieve, también puedes jugar con  las bolas de nieve. Pero en la Felguera nieve poco, casi nada.

A  mí me gusta esquiar y hacer el muñeco de nieve. 
En Polonia hacia muñecos de nieve al menos hacia uno o cinco al año. Mi muñeco tenía   los ojos  de carbón, nariz de zanahoria y un  sombrero de  cartón y manos de palos .

B.

jueves, 18 de febrero de 2016

DESARROLLAR LA CREATIVIDAD

Por qué se aburren los niños y niñas en la escuela

CREAR UNA NUEVA ESCUELA

“El mobiliario sí importa en la escuela”

La diseñadora holandesa Rosan Bosch está revolucionando los espacios educativos ligados a nuevas metodologías de enseñanza





Rosan Bosch en uno de sus diseños para una escuela danesa.

Rosan Bosch (Utrecht, 1969) es uno de los rostros más visibles de la innovación educativa a través del diseño de nuevos espacios y mobiliario. Con más de una decena de colegios construidos en Dinamarca y Suecia (de ellos, nueve son públicos) o en ciudades como Abu Dabi, Bosch apuesta por la eliminación de las aulas con filas de pupitres mirando a una pizarra, por el derribo de los muros en las escuelas y por los espacios diáfanos en los que el niño decide dónde quiere aprender.

Su máxima es que los estudiantes tomen decisiones desde el principio y escojan lo que más les interesa, porque en el mundo actual, según la propia diseñadora, “ya no vale trabajar bajo las directrices de un jefe; el mercado demanda perfiles que sepan pensar de forma independiente y tomar la iniciativa sin miedo a equivocarse".
Bosch estudió en un colegio Montessori, un método desarrollado a principios del siglo XX por la doctora italiana Maria Montessori basado en la idea de que los más pequeños aprenden de forma natural si se les permite seguir sus instintos. Pero su interés por la innovación educativa no le viene de ahí, sino de la desmotivación con la que sus propios hijos volvían de la escuela.
Pregunta. ¿Cómo puede influir el diseño en la forma de aprender?
Respuesta. Tal y como están concebidas las aulas, los niños llegan a clase, se sientan en un silla y se limitan a escuchar y a hacer lo que les dice el profesor. Es antinatural tener a estudiantes tan pequeños inmóviles en sus pupitres sin la posibilidad de desplazarse libremente y encontrar el entorno en el que se sientan más cómodos. Los seres humanos somos diferentes y nuestro cerebro funciona de forma distinta. Hay niños que necesitan total tranquilidad para procesar nueva información y otros que lo hacen mejor de forma colaborativa. La escuela moderna tiene que adaptarse a esa realidad y el diseño del espacio puede cambiar el modo de pensar, funcionar y reaccionar. Este tipo de estructuras más flexibles incentivan al niño a tomar sus propias decisiones. No se trata de poner ruedas a las sillas y a las mesas, sino de permitir la libertad de movimiento de los chicos. Es muy difícil cambiar la mentalidad de la comunidad educativa, y el espacio físico ayuda porque crea una nueva realidad.


Estancia de uno de los colegios públicos suecos diseñados por Rosan Bosch Studio.

P. Se habrá encontrado con detractores que piensen que dejar al niño decidir puede perjudicar su disciplina.
 R. Los niños no son animales salvajes que necesiten reglas rígidas. Una vez que les explicas que disponen de diferentes estancias para la lectura en solitario, para el debate, para el trabajo en grupo y también para escuchar las lecciones del profesor, lo entienden perfectamente y se adaptan. El formato del niño fijo en una mesa tiene mucho que ver con la disciplina y poco con el aprendizaje. El sistema tradicional les entrena para escuchar largos discursos sin aburrirse, y eso resulta imposible hasta para un adulto, que no aguanta más de 20 minutos de charla sin desconectar. Esos niños van a vivir en una sociedad totalmente diferente. Las nuevas generaciones tendrán que adaptarse a trabajos que aún no existen y detectar sus carencias. Se necesita gente que de forma independiente pueda aprender nuevas habilidades y conocimientos. Ser pasivo y actuar solo bajo las directrices de terceros ya no funciona.


Investigación del aprendizaje


El estudio de Rosan Bosch, con sede en Copenhague, ha investigado los diferentes procesos de aprendizaje basándose en los trabajos del educador británico David Thornburg. En su libro From the Campfire to the Holodeck, publicado en noviembre de 2013, definió los cuatro espacios idóneos que todo colegio debería ofrecer. Los espacios Campfire (en español, hogueras de campamento) para la lectura colectiva; los Watering Holes (abrevaderos) para los debates entre alumnos; las Caves (cuevas) como lugares tranquilos para la reflexión; y los Life (vida) para compartir con otros compañeros lo que se ha aprendido
P. ¿Por qué cree que es prioritario un espacio que favorezca el trabajo en equipo?
R. El mundo se ha vuelto global. Ahora se trabaja con personas de diferentes culturas. Mis reuniones de trabajo, por ejemplo, son a través de plataformas online con colaboradores en Dubái o Michigan. En los exámenes de la escuela no se mide el liderazgo, ni la capacidad de aprender por uno mismo o las fórmulas para colaborar de la mejor forma posible. Tampoco cómo buscar información y contrastarla o saber concentrarse cuando hay muchas distracciones. Todo eso no se evalúa en el colegio y son capacidades básicas en el mundo real.
En España, es especialmente difícil innovar porque la gente tiene miedo al cambio. El sistema educativo español no enseña a hacer preguntas y eso se nota cuando los graduados van a trabajar al extranjero. En el caso de nuestro estudio, se tienen que acostumbrar a una forma muy diferente de trabajar que requiere más autonomía e iniciativa. Lo cierto es que todos los que aceptamos llegan con experiencia internacional y dominio de varios idiomas.
P. Después de más de diez años dedicada a las galerías de arte, ¿cómo dio el giro hacia la educación?
R. Cuando mis dos hijos comenzaron la escuela estaban deseando aprender, todo les generaba curiosidad. Poco a poco, cada vez volvían a casa más desmotivados, hablaban de la escuela como un lugar aburrido y solo les contentaba planear qué harían en su tiempo libre. Fui a hablar con la profesora y me dijo que lo sentía pero que estaba sola con 30 niños y que no disponía de más recursos. Me explicó que había niños que seguían la clase y otros que se distraían. En ese momento ya me había dado cuenta del diseño y su poder de seducción, así que decidí emplearlo en la educación. Empecé a trabajar con pedagogos, profesores y padres. El proyecto de transformación tenía que ser integral.
P. ¿Cuál fue la primera escuela con la que trabajó?
R. Fue en el año 2006 en un colegio de Gentofte, un pueblo cercano a Copenhague. El ayuntamiento puso en marcha en 1999 un proyecto para transformar doce escuelas públicas y yo me encargué posteriormente de una de ellas, la Ordrup School. Durante tres semanas nos colamos en las aulas para ver la forma de trabajar y de moverse de los alumnos y profesores y detectamos que el problema principal era la rigidez del espacio. Permitimos a los niños sentarse en el suelo y trabajar a la luz de una lámpara, colocar post it con sus ideas debajo de las mesas o leer en solitario en tubos circulares. Los profesores, que al principio se mostraban reacios, se dieron cuenta de la importancia de contar con diferentes espacios para la concentración o la colaboración entre los niños y ahí jugaba un papel esencial el mobiliario y su distribución en el aula.
P. ¿Le resultó complicado contar con la colaboración de los profesores?
R. Todo cambio resulta doloroso y al principio todo parecía abocar a la catástrofe. Para que los profesores se sientan cómodos, tienes que trabajar con ellos, y cuando empiezan a ver los resultados, son los primeros en entusiasmarse. Estamos acostumbrados a pensar que los profesores no se reciclan, que durante toda su trayectoria manejan los mismos contenidos y no tienen necesidad de actualizarse, algo que no sucede con otras profesiones como los médicos. Ha llegado el momento de remover los cimientos de la educación, tenemos que ser justos con lo que los niños merecen.
En el caso de este colegio, los resultados fueron excelentes, los niños venían entusiasmados a clase con ganas de explorar las nuevas formas de aprendizaje; las filas de pupitres habían desaparecido. La transformación del espacio físico es el primer paso para poder cambiar la metodología de enseñanza y para que todo esto suceda hace falta la colaboración de los profesores.


Un grupo de niños en una de las mesas orgánicas diseñadas por Rosan Bosch Studio, en la que los alumnos deciden a qué distancia quieren trabajar.

P. Las fotos de sus escuelas denotan grandes inversiones económicas. ¿Qué le diría a los colegios que quieren cambiar pero no disponen de tantos recursos?
R. El objetivo no es crear espacios bonitos, sino que contribuyan al cambio. Se pueden hacer proyectos low cost encargando mobiliario a carpinteros locales. No hay un fórmula única, cada escuela tiene que trabajar para encontrar la suya.
P. ¿En qué otros proyectos de innovación educativa ha participado?
R. Fui asesora en el proyecto Building Schools for the Future, impulsado en el año 2000 por el Gobierno británico para remodelar todas las escuelas de secundaria del país antes de 2020. Fue muy enriquecedor participar en coloquios con expertos de diferentes partes del mundo, pero la parte negativa fue la desilusión que generó en el profesorado la paralización del proyecto como consecuencia de la crisis en 2010.
 En otros países como Estados Unidos, los proyectos en los que participa Rosan no debaten sobre la conveniencia de que los niños permanezcan sentados o no. Allí las discusiones están ya en otro nivel. Es el caso del colegio Academy for Global Citizanship en Chicago, donde están desarrollando un programa en el que los niños deben pasar el 25% de su horario escolar fuera de la escuela para estar en contacto con el mundo real. “Tienen que pagar en comercios y calcular las vueltas o conocer cómo funcionan los mercados de alimentos. Aprender a desenvolverse desde pequeños”, explica Rosan. Las paredes y los techos del edificio serán de cristal, para saber si llueve o no o si las temporadas de calor se extienden más de la cuenta. Es un centro educativo sostenible donde los niños tienen que ser conscientes de lo que le pasa al planeta.
 Rosan Bosch inauguró la pasada semana su primer trabajo en España, una nueva estancia para los niños de tres a seis años en el colegio privado Liceo Europa de Zaragoza. En los próximos meses tiene previsto abrir un nuevo estudio en Madrid.

Viaje de China a España

lunes, 15 de febrero de 2016

Emigración en el Festival de cine de Berlín

La 66 Berlinale y la inmigración

BerlinaleCartel
Berlinale 2016
Este jueves 11 de febrero se abría la Berlinale 2016, uno de los festivales de cine más prestigiosos del mundo que celebra este año su edición número 66.
Hasta el fin de semana del 20 y el 21 de febrero se proyectarán hasta un total de 434 películas, 18 de ellas concursando en la sección oficial del festival, en pugna por conseguir el preciado Oso de Oro.
En pleno corazón de Europa, en la capital alemana por donde pasan gran parte de las decisiones que afectan directamente al rumbo del continente, en la presentación del festival, su director, Dieter Kosslick, subrayaba hace algunos días que el fenómeno migratorio era en esta edición uno de los principales ejes de contenido de la Berlinale.
Un acercamiento a través de diferentes títulos que se podrán ver en estos días en Berlín, y que Kosslick explicaba así, en declaraciones recogidas por la agencia EFE: “Lo haremos desde la perspectiva del derecho a la felicidad, a la vida o a la mera supervivencia de todo ser humano”.
Sólo entre las películas a concurso en la sección oficial hay dos centradas específicamente en las migraciones, que apuntan a dos puntos geográficos ‘calientes’ de ese enorme movimiento de personas en busca de una vida más digna.
En mitad de la vorágine y la absoluta emergencia humanitaria que se vive en el sur de Europa en los últimos meses (años), se presenta “Fuocoammare”, entre la ficción y el documental, dirigida por el italiano Gianfranco Rossi, realizada después de dos años de recoger experiencias de migrantes en la isla de Lampedusa, a la que decenas de miles de personas han llegado en los últimos años procedentes fundamentalmente de África y Oriente Medio, tras embarcarse en Libia con destino a Italia.
“Es una película dura, con imágenes que no querríamos ver. Pero que podríamos encontrarnos no sólo en el cine, sino como turistas en una de nuestras playas”, apuntó Kosslick en la presentación del festival.
Unas palabras que dejan ver la realidad de una Europa centrada en mirarse el ombligo (con todos sus problemas y carencias incluidas), que de pronto se hace consciente, estupefacta y a la fuerza, de que al otro lado del mar la guerra y la pobreza llevan a la gente a la desesperación y a asumir cualquier riesgo con tal de conseguir una mejor oportunidad de vida.
La otra película en sección oficial es la única que este año se presenta a concurso desde Latinoamérica. Viene de México, aunque es una coproducción franco-alemana-mexicana y de director iraní, Rafi Pitts. El protagonista es un joven mexicano de 19 años que también salta una frontera, atraviesa un desierto y busca su particular El Dorado, llamado EE.UU. Una vez allí, como inmigrante ilegal y sin apenas posibilidades, se unirá al Ejército en busca de la ansiada Green Card o residencia permanente. Toda una metáfora de un mundo global en el que las migraciones y la desigualdad, o más bien al revés, son dos de sus principales señas de identidad.

La Berlinale será reflejo así pues de las íntimas contradicciones de esta vieja Europa. No dejan de elevarse muros y obstáculos para las personas refugiadas, no dejan de morir en el mar decenas de personas casi cada semana en el intento de alcanzar su territorio. Al tiempo, coexiste afortunadamente una Europa de mirada más solidaria y compasiva. La realidad muestra con toda su crudeza cuál se impone.
Pero incluso en su mejor cara, como en el cine, todo no deja de tener un aire de decorado, un tacto de cartón piedra. El titular se multiplica, grave: “El drama de la inmigración centrará una Berlinale densa”. Como aquel proceso de reubicación de los refugiados llegados a Italia y Grecia cada vez más olvidado. Se acordaron más de 150.000. Hasta ahora, poco más de 300 refugiados reubicados en el resto de estados de la UE.
Desfilan ya por Berlín los hermanos Ethan y Joel Coen, que ayer estrenaron “¡Ave, Cesar!” acompañados por George Clooney, Ralph Fiennes, Josh Brolin o Tilda Swinton; pasarán también en estos días  Clive Owen, Spike Lee, Gerard Depardieu, Emma Thompson, Isabelle Huppert, Jude Law, Daniel Brühl o la española María Valverde, entre otros muchos.
Una semana para que, como nos gusta decir en Refugiados en el Cine, se abran nuevas ventanas cinematográficas sobre la realidad, que nos permitan descubrir nuevos ángulos y enfoques, nuevos personajes y matices, nuevas miradas que despierten la complicidad y la solidaridad. Que despierten conciencias. Que alienten cambios.
El País recogía las palabras de Meryl Streep, la flamante presidenta del jurado de la 66 Berlinale, con sus 19 nominaciones a los Oscar y sus tres estatuillas doradas, en una declaración de intenciones sin duda estimulante: “Personalmente, lo que estoy buscando en la Berlinale son películas con intención de provocar, que en su interior haya humanidad”.
El cierre, cargado de buenos propósitos, no deja de mostrar esa tan familiar sobreactuación nuestra, como los aplausos que siguieron a sus palabras:
“Somos todos africanos, somos todos berlineses”.
Y…no es así.

viernes, 12 de febrero de 2016

Feliz año del mono



Con estos carteles escritos por Wang Ting os deseamos un buen año del amono y esperamos tener salud, alegría, amigos, amor, y mucha prosperidad.


¡Feliz año nuevo!

miércoles, 10 de febrero de 2016

Trailer de Llévate mis amores

Llévate mis amores / Trailer Original from Arturo González Villaseñor on Vimeo.



Mujeres contra la desertificación en el sahel

LLévate mis amores, documental sobre las Patronas


Conmueve en San Cristóbal el documental "Llévate mis amores"

lun, 19 ene 2015 11:31
San Cristóbal de las Casas, Chis. Arrancando las lágrimas debutó en el Festival Internacional de San Cristóbal de las Casas el conmovedor documental Llévate mis amores, del joven realizador Arturo González Villaseñor y bajo la producción de Indira Cato, Nicolás Celis, Sebastián Celis y la fotografía de Juan Antonio Mecalco Cruz.
En este trabajo González Villaseñor hace un acercamiento íntimo a las Patronas, el grupo de mujeres mexicanas que todos los días, desde 1995, prepara comida y la lanza a los migrantes que viajan sobre “La Bestia”, como se le llama al tren de carga que serpentea rumbo a Estados Unidos. El documental es un diario personal que traza la frontera entre la vida que les tocó vivir y la que ellas eligieron. Un sorprendente ejemplo de amor y solidaridad que contrasta con la violencia de uno de los pasos más crueles para viajantes sin documentos.
En entrevista con La Jornada el director confesó cómo logró ese acercamiento con Las Patronas: “La primer vez que llegué me tocó un tren que venía muy lleno. Esa imagen me movió muchas cosas en mi cabeza, te nía una idea de o que era la migración pero una vez que lo vi de esa manera me cambiaron muchas cosas”.
Continuando su explicación agregó: “Posteriormente cuando hice un cuento, con las experiencias de cuando viví con ellas, con cosas que no quería que pasaran desapercibidas en la película como la preparación del arroz, el llenado de botellas de agua desde el pozo, la jalada de la carretilla... entonces mientras detallaba todas estas cosas me di cuenta que ellas no sabían quienes eran ellas, que sólo se les conocía como Las Patronas que les dan comida a los inmigrantes y a las que les habían sucedido muchas cosas.
Eso fue lo mágico que a pesar de todo lo que hacían a ellas no les importa figurar; entonces me di cuenta que se necesitaba saber quienes eran Las Patronas, así que el propósito del documental se convirtió en indagar quienes eran ellas”.
González Villaseñor además informó que algunas de Las Patrons ya vieron la película: “Se sorprendieron cuando se vieron en la película. Se sorprendieron en el sentido de que no se reconocían. Me han dicho: 'yo me abrí de esta manera'; 'yo te dije esto'; porque fue un contacto mutuo entre ellas y la producción, donde descubrimos juntos quiénes eran ellas”.
Otra de las cintas en competencia pero en la categoría de ficción que se presentó en la tercer jornada del festival fue la española Hermosa juventud, del director Jaime Rosales, y protagonizada por Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez. En esta cinta los jóvenes enamorados Natalia y Carlos, luchan por sobrevivir en la España actual. Sus escasos recursos no les permiten salir adelante como quisieran. No tienen grandes ambiciones porque no tienen grandes esperanzas. Para ganar algo de dinero, deciden rodar una película porno amateur. El nacimiento de su hija Julia es el principal catalizador de los cambios que hacen.
El actor Carlos Rodríguez visitó San Cristóbal para representar la película y mencionó: “La crisis económica en España aún se sigue sintiendo. Muchos jóvenes aún están migrando a países como Alemania o Inglaterra para conseguir cualquier tipo de trabajo, porque en España no hay empleos ni lugar para nosotros”.
Se le preguntó si el título era una especie de sorna, él mencionó: “No creo. Lo que pienso es que la juventud es el mejor periodo de vida el humano y nosotros, mi generación, lo está pasndo muy mal. Es triste, el título es de tristeza”.
En otras actividades del festival de esta ciudad se realizó, en Kinoki: Foro Cultural Independiente, la charla Cine, un compromiso social en el que participaron: Rodrigo Plá, Nicolas Philibert, Diego Quemada-Diez, Diego Luna y Juliano Ribeiro Salgado,con la conducción de Jean Christophe Berjon.
Sobre el papel del cine como compromiso social Diego Quemada-Diez, director de La jaula de oro comentó: “Estamos rodeados de cine chatarra y estamos tratando de hacer un cine que deriva en la transformación del espectador. Tenemos un poder grande, no sólo nuestro sino de las historias que contamos, de la gente y la total interrelación con el mundo.”
Por su parte, Luna mencionó: “El cine despierta un cuestionamiento, puede invitarte a una reflexión compartida; te afectas por la reacción del que está a tu lado... Hacer cine es la confesión contigo mismo, te reflejas y no hay manera de mentirte; no hay un intermediario que acomode las cosas para que duelan menos. Es la oportunidad de reflejarnos en la historia del otro”.
En su intervención, Juliano Ribeiro Salgado, director de La sal de la Tierra comentó: “El cine tiene la capacidad empática de que el espectador se proyecte en el personaje y se apropie de realidades que le son totalmente ajenas. Yo creo que el cine tiene que ser militante necesariamente. El mundo necesita ser cuestionado”.
Otra de las actividades sobresalientes de la jornada de este festival fue la presentación del africano Imunga Ivanga, el autor, crítico, productor y cineasta gabonés, quien sostuvo un diálogo con Jean Pierre Garcia y el público en la Sala de Bellas Artes Alberto Domínguez Borraz de San Cristóbal de Las Casas después de la proyección de su película L’ombre de Liberty (La sombra de Liberty) que aborda el tema del acceso a la democracia.
Ivanga mencionó: “La idea de la película vino al constatar la ausencia de libertad en varios países. Me inspiré en la situación de mi propio país, pero este filme habla igualmente de otros países como Túnez. La cuestión de la libertad es una búsqueda universal”.
Además agregó que en Gabón de 1968 a 1990: “Tuvimos un partido único con una expresión de libertad muy controlada. Hubo un despertar de la oposición y eso condujo a duros enfrentamientos, en donde falleció uno de los líderes. Lo que significa la película es que si uno tiene convicciones tiene que llevar sus ideas hasta el final. Cuando alguien tiene un sueño, esto le permite ir más allá de sí mismo y trascender el futuro”.

“Llévate mis amores”, sorprendente documental sobre Las Patronas

MÉXICO, D.F. (Proceso).- Día tras día, desde hace 18 años, un generoso grupo de mujeres llamadas Las patronas del poblado Guadalupe La Patrona, Veracruz, preparan la comida que lanzan en bolsas de plástico a los migrantes viajeros sobre el tren conocido como La Bestia, con rumbo a los Estados Unidos.
Este es el retrato temático plasmado en toda intensidad por el sorprendente documental Llévate mis amores, de Arturo González Villaseñor, de 28 años, y egresado de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Xochimilco), quien con su joven equipo de trabajo comenzó a recabar los testimonios de aquellas mujeres en La Patrona a principios de 2011.
“Es fascinante la minuciosa dedicación con que preparan el arroz y el frijol, cómo llenan botellas con agua que sacan del pozo, así como el peligro de perseguir a diario esa máquina de acero que pesa más de cien toneladas”, asegura el director y guionista González Villaseñor en torno ésta su ópera prima.
“Nuestro objetivo ahora es obtener los apoyos económicos que nos faltan para finalizar la post-producción de nuestro documental y poderlo exhibir, para mostrar al público una perla de solidaridad humana que realizan varias generaciones de mujeres generosas en Veracruz.”
Llévate mis amores fue exhibido de forma privada en la sección Doculab a finales de marzo, durante el 29 Festival Internacional de Cine de Guadalajara, donde el proyecto de González Villaseñor quedó seleccionado con otras 13 películas iberoamericanas de 250 inscritas, siendo analizado por su asesor el también documentalista Nicolás Echevarría, junto con el ruso Boris Goldenblanc (iniciador de la Escuela de Cine de la Universidad de Guadalajara) y Bruni Burres, consejera del Programa Documental del Instituto Sundance en el festival cinematográfico del mismo nombre y la Fundación World Cinema, de los Estados Unidos.
“Creemos que este tipo de proyectos de contenido social que dejan sembrado un cuestionamiento entre el público deben ser más apoyados por las instituciones gubernamentales y de cultura en nuestro país. Hasta ahora nos han ayudado entre otras la UAM, la Universidad Iberoamericana (UIA), y la empresa que fundé con mi equipo, Acanto Films. Le película participó en la plataforma de internet de Fondeadora, donde la gente aportó voluntariamente ciento catorce mil pesos. Deseamos aplicar para la beca que otorga la Gira de Documental de Ambulante, de Gael García Bernal y Diego Luna. Si conseguimos este y otros recursos, nos encantaría estrenar en el Festival de Cine de Morelia en el presente año.”
Señala la paradoja de que mientras en México resulta muy difícil recibir apoyo para una ópera prima, la cinta ha captado el interés de algunos festivales internacionales. La Universidad de Oxford, Reino Unido, ofreció una proyección una vez concluida la cinta, y el ITESO de Guadalajara y otras instituciones la han invitado a sus foros.
Con Arturo González Villaseñor, integraron el personal técnico y creativo del documental la productora Indira Cato; Martha Orozco, productora asociada y directora de Martfilms, realizadora de cintas enfocadas en los derechos humanos; Juan Antonio Mecalco, fotografía, y el sonidista Rodrigo Villanueva. El equipo de post-producción está formado actualmente por Lucrecia Gutiérrez Maupomé, montaje; Lena Esquinazi, diseño sonoro; Marco Hernández, que dirigirá la postproducción; Gabriel Serra, corrección de color, y musicalización a cargo del conjunto musical Muna Zul, de Leika Mochán, Dora Juárez y Sandra Cuevas.
“Las mujeres de La Patrona son muy platicadoras y tuvieron una relación muy estrecha con nosotros”, confiesa el realizador, cuyo método de trabajo para obtener la información oral las capta con entrevistas a cuadro y conversaciones entre ellas. Son las protagonistas de una historia conmovedora y real.
En la carpeta de Llévate mis amores se explica:
“Este es el retrato de varias generaciones, todas con una asombrosa disciplina para levantarse todos los días y preparar, cocinar, embolsar y lanzar los lonches. Y lo más sorprendente, es que las agradecidas con los migrantes son ellas, dicen que les han cambiado la vida, que las hacen sentir bien consigo mismas.”
Las Patronas obtuvieron en diciembre pasado el Premio Nacional de Derechos Humanos, otorgado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Presidencia de la República.
PARA SABER MÁS del documental: 

Llévate mis amores, conoce a las Patronas

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FICHA TÉCNICA

• Título: Llévate mis amores / All of me
• Año de producción: 2014
• País: México
• Director: Arturo González Villaseñor
• Productora: Indira Cato
• Co-productores: Nicolás Celis y Sebastián Celis
• Compañías productoras: Acanto Films, Pimienta Films y UAM-X
• Dirección de Fotografía: Juan Antonio Mecalco Cruz
• Edición: Lucrecia Gutiérrez Maupomé
• Sonido: Rodrigo Villanueva Sánchez
• Post producción: Marco Hernández Calvo
• Diseño sonoro: Lena Esquenazi
• Personajes principales: María Karina Aguilar Romero, Bernarda Romero Vásquez, Daniela Romero Huerta, Guadalupe González Herrera, Leonila Vásquez Alvizar, Lorena Aguilar Hernández, María Antonia Romero Vásquez, Norma Romero Vásquez, Rosa Romero Vásquez
• Música Original: Muna Zul
• Corrección de color: Isis Puente
• Locación: La Patrona, Amatlán de los Reyes, Veracruz, México
• Formato de grabación: HD
• Formato de exhibición: DCP
• Duración: 90 minutos
• Sonido: 5.1
• Idioma original: Español

Conoce a las mujeres que alimentan a los migrantes que viajan en la Bestia



“Nosotras no tenemos descanso. Esto es de todos los días, hasta el domingo, porque el migrante que va en el tren come todos los días”, dice Bernarda Romero Vázquez mientras las demás mujeres que la rodean en la cocina no dan pausa a su tarea.
Estamos en La Patrona, una comunidad de Amatlán de los Reyes, en el centro del estado de Veracruz y ella es una de las 14 mujeres que integran el grupo concido mundialmente como “Las Patronas”: mujeres que, durante los últimos 20 años, han alimentado voluntariamente a los migrantes centroamericanos que transitan México a bordo del tren conocido como “La Bestia” rumbo a Estados Unidos, en busca del sueño americano.
Para aquellos hombres, mujeres y niños, viajeros a fuerza de la necesidad económica y la violencia desmedida que se vive en los países de Centroamérica, esa será la única comida que harán en días, hasta semanas. Nadie sabe cuándo volverán a comer. Los lonches que las mujeres les ofrecen son elaborados principalmente con frijoles, arroz, pan, tortillas y atún. Algunas veces huevos hervidos, verduras o frutas; un pastel si se los regala la panadería, pero son los menos.


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Doña Leonila Vázquez Alvízar en la elaboración de la comida para el festejo de los primeros 20 años de “Las Patronas”. Todas las fotos son del autor.

Su experiencia de tantos años se refleja en un pizarrón colocado en la cocina. Cada día de la semana será una de ellas la encargada de cocinar al menos 100 lonches. Otras tendrán que empaquetar la comida en bolsas, lavar las botellas de plástico y llenarlas de agua, para luego amarrarlas en par (así se facilita su entrega), o ir por las donaciones de pan que les dan los supermercados y la verdura que les regala el mercado de Córdoba.
“El oído despierto”, dicen. Siempre para llegar antes de que el tren pase por las vías, a unos cuantos metros de donde está el comedor La Esperanza del Migrante. Apenas el primer silbido se escucha, las mujeres toman las cajas de plástico con los lonches y las carretillas con las botellas de agua. Se colocan separadas a un lado de las vías, a lo largo de la ruta y se mantienen atentas a la llegada del tren. A lo lejos una luz que va creciendo anuncia el paso de veloces toneladas de hierro con hombres hambrientos y sedientos a bordo. Pareciera que ya saben que ellas siempre estarán ahí con las bolsas de comida en el aire y las botellas de agua amarradas de dos en dos. Poco a poco se van asomando esos hombres cuyo equipaje es apenas una pequeña mochila con una muda de ropa, sus utensilios de limpieza y alguna fotografía de la familia que dejaron miles de kilómetros atrás. Apenas pueden distinguirse sus rostros por la velocidad. Sus manos ágiles van arrebatando la comida y el agua que extienden en lo alto “Las Patronas”, mientras ellas hábilmente van tomando otras para entregárselas a los del próximo vagón. Así todo el tiempo hasta que el tren se aleja por completo.


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“Las Patronas” se alistan para entregar los lonches a los migrantes que recorren México arriba de “La Bestia”.

“Si el tren pasa a buena hora, como a las 11 o 12 de la mañana y se acaba la comida, volvemos a guisar para el otro tren que pasa como a las 6 o 7 de la tarde”, afirma Bernarda.
Son diariamente 10 kilos de arroz preparado con jitomate, cebolla y ajo en grandes ollas puestas al fuego hecho con leña. Otros tantos kilos de frijol, 10 tortillas por cada bolsa de comida, algunas piezas de pan. Cuando hay, se hierven zanahorias, papa, betabel o chayote y se cortan papayas, melones, sandía o alguna otra fruta que se agrega a los lonches.
Esto no siempre fue así. Norma Romero Vázquez, coordinadora de “Las Patronas” recuerda que la mañana del 5 de febrero de 1995, al volver de la tienda a su casa con una de sus hermanas, el tren pasó frente a ellas. Los hombres que ahí viajaban pedían comida: “Tenemos hambre, madre”, decían. Un vagón, otro, otro más… todos pedían comida. Sin pensarlo entregaron sus compras —pan y leche—, a esos hombres.


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Las botellas de agua esperan ser entregadas a los migrantes centroamericanos.

Luego de esa acción desinteresada, se reunió la familia y comentaron lo sucedido. El paso de esos hombres es cotidiano, incluso les dicen “Las Moscas” por viajar colados, como moscas, en el tren. Pero esa súplica de comida las hizo organizarse para que al siguiente día les dieran de comer. Una puso el arroz, otra los frijoles, las tortillas y las bolsas para hacer los paquetes. Apenas avisó el tren su cercanía corrieron a la vía. En esa ocasión entregaron 25 lonches y la “tristeza fue enorme”, recuerda Bernarda, porque no alcanzó ni por poco.
Por cuenta propia lo hicieron diariamente durante siete años, en completo anonimato. Sin embargo un día la madre de Bernarda y Norma, doña Leonila Vázquez Alvízar, decidió que era el momento de tocar puertas para recibir ayuda y continuar alimentando a los migrantes.


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Fray Tomás González, coordinador del albergue “La 72” de Tenosique, Tabasco, pelando zanahorias.

“Teníamos que encontrar quien nos ayudara para seguir haciendo esto. No queríamos dejarlo, pues veíamos a la gente cómo va sufriendo. Van señoras con su hijos y todos sufriendo. A veces veíamos que se iban y que no alcanzaba la comida y nos poníamos a llorar, sentíamos que el corazón se nos atacaba porque no pudimos (alimentar a todos)”, dice.
Así comenzó el acercamiento con escuelas y universidades, el mercado en Córdoba, centros comerciales, panaderías y tortillerías. La ayuda siempre es en especie. Ellas ponen el trabajo voluntario, sin recibir nada a cambio, sólo la satisfacción de ayudar desinteresadamente al necesitado y saber que el deber está cumplido. Poco a poco comenzaron a llegar los donativos, principalmente arroz y frijol, aceite y sal, pan y tortillas, atún y huevos. También llegan zapatos y ropa que con el mismo método se entrega en las vías del tren.
El trabajo de estas mujeres ha sido de tal impacto que actualmente existe en la plataforma Change la petición para que “Las Patronas” sean postuladas al Premio Princesa de Asturias, en la categoría de Concordia 2015, entregado en España.


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Integrantes de “Las Patronas” en el trabajo cotidiano.

Julia Ramírez tiene 17 años como voluntaria en el grupo y le toca cocinar los martes —el resto de la semana tiene que hacer otro tipo de labores—. Así todos los días, incluso en Navidad y en Año Nuevo.
Ella vive cerca de las vías del tren y recuerda que un domingo “La Bestia” se detuvo. A su casa se acercó un joven de aproximadamente 16 años para pedirle comida. Lo primero que le vino a la mente fue la imagen de su hijo, de edad similar a la de ese muchacho. “Me conmoví hasta las lágrimas”. Lo sentó a la mesa. Frijoles, huevo y tortillas fue el menú de ese día. Una comida apresurada para prevenir la partida del tren. “Gracias madre, que Dios me la bendiga”, dijo el migrante.
Antes de irse, dudando al salir de la casa, el joven regresó con ella. “Madre, le pido un favor”. Si puedo, con mucho gusto, le respondió Julia. Voy viajando solo y necesito su bendición. “Que Dios te bendiga y la Virgen Santísima te acompañe hasta donde quieres llegar”. El se fue y ella se unió a “Las Patronas”.


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Doña Leonila Vázquez Alvízar, a pesar de su edad, no deja de dar su trabajo voluntario para alimentar a los migrantes.

“Estoy muy contenta y feliz porque todos somos hermanos y no me gustaría que mi hijo se fuera. Pienso en todas la madres que se preguntan, ‘¿dónde andará mi hijo?, ojalá que encuentre gente buena’. “Ellos vienen peligrando en el camino, es muy triste porque sufren calor, lluvia, hambre y sed”, dice.
Pero hay un deseo que no deja de recorrer el interior de Julia: “Me gustaría que encontraran trabajo, que no salieran de sus países, pues este viaje lo hacen por necesidad y no por gusto”.
En febrero de 2015 “Las Patronas” celebraron sus primeros 20 años de desarrollar esta labor humanitaria. Dentro de los festejos está una caminata por las vías del tren. Por ahí van decenas de personas, defensores de derechos humanos, integrantes de albergues de migrantes de diferentes partes de México y sacerdotes comprometidos con esta causa. De repente a lo lejos se escucha el silbido del tren. Todos a la orilla. “La Bestia” pasa rugiendo: un vagón, otro y otro más.
Algo ocurre, una ausencia importante, sólo va un migrante abordo.


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Camino a las vías del tren para entregar los lonches.

En julio pasado el presidente de México, Enrique Peña Nieto, lanzó el Programa Frontera Sur, con el que oficialmente se busca la protección de los migrantes que cruzan el país. Sin embargo los hechos dicen otra cosa: la militarización de la frontera de México con Centroamérica, la “cacería” de los migrantes, los puestos de revisión, las garitas migratorias, los operativos en el tren. Todas las instituciones de Seguridad Nacional están enfocadas en impedir y dificultar el paso de los migrantes.
Para los defensores de derechos humanos esto, en lugar de aliviar los abusos que sufren los migrantes en el país, expone a los centroamericanos a mayores peligros. Ahora caminan por las vías del tren, por las carreteras y otros caminos poco transitados —montañas, selvas y lugares despoblados. Asumen el riesgo de ponerse en manos de traficantes de personas o “polleros” o incluso el de tomar rutas marítimas.
Norma Romero Vázquez sabe de esto. De preparar 800 lonches diarios ahora sólo son 100. Los migrantes van llegando a La Patrona caminando por las vías del tren. Muchos de ellos con el agotamiento producto de andar difíciles rutas que se hacen en varios días desde el municipio de Tierra Blanca. Deshidratados y hambrientos, con los pies llagados por la travesía, buscando un lugar dónde descansar y recuperar fuerzas para seguir su viaje.


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El padre Alejandro Solalinde Guerra, director del albergue “Hermanos en el Camino”, en Ixtepec, Oaxaca, elaborando tamales para el festejo de los 20 años de “Las Patronas”.

“La situación para ellos es mucho más difícil y no se está haciendo nada. Este Programa Frontera Sur no va a traer mas que más problemas, es lo que hemos estado viendo”, dice sin dudarlo. En el comedorLa Esperanza del Migrante han tenido que atender hasta a 18 centroamericanos simultáneamente, algo antes no visto.
“Lo más triste de todo”, enfatiza, “es que (las autoridades) no están entendiendo que esto no es una solución, porque a la gente no la van a detener reforzando fronteras, porque (el migrante) tiene hambre y seguirá buscando como lo han hecho en Estados Unidos, que ha reforzado las fronteras pero los migrantes tienen que pagar el doble para pasar”.
Insiste que la labor continuarán realizando la labor que han hecho durante los últimos 20 años, pase lo que pase. Es una obligación que se han autoimpuesto porque lo más importante es ayudar al necesitado. “La palabra del evangelio convertida en acción”.
“Invito a toda la gente a que no sea indiferente, a que sea sensible, a que piense que hoy en día los tiempos no están tan fáciles no sólo para el centroamericano, sino para el mexicano, y que no seamos duros de corazón”, dice.
“A mi como persona me duele, refiere, pero es el peregrinar de cada uno de ellos. La esperanza que tienen ellos de realizar ese sueño que anhelan es algo en el que uno participa con ellos, en hacerles sentir que no toda la gente es mala, ya ellos vienen desconfiados por todo lo que les toca vivir en el trayecto, nosotros queremos ser una esperanza de vida para los migrantes”.