lunes, 30 de noviembre de 2015

Puzzles para trabajar emociones


PUZZLES PARA TRABAJAR LA EXPRESIÓN FACIAL DE LAS EMOCIONES


Ayer os compartía con Facebook un enlace con un fantástico recurso para trabajar mediante  las expresiones faciales de las emociones.
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Hoy os comparto otro también muy interesante
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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Hay salida








Las Brigadas Rojas contra la violencia de género

Mujeres indias que devuelven los golpes

Las Brigadas Rojas de Lucknow han entrenado a 34.000 indias de todo el país en técnicas de defensa personal para responder físicamente a la violencia machista

 Lucknow, Uttar Pradesh (India) 25 NOV 2015 - 10:06 CET
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Las Brigadas Rojas de Lucknow, un grupo de adolescentes víctimas de abusos sexuales. /ÁNGEL L. MARTÍNEZ CANTERA
“Que vengan todos a violarme si tienen valor”, desafía Archina Kumari, de 16 años, ante los rumores de que los hermanos de su agresor, 10 años mayor que ella, planean vengarse cuando este salga de prisión. “Les enseñaré lo que sé hacer si se atreven a tocarme”, añade gesticulando con sus finos antebrazos garabateados con henna. Las mismas delicadas manos que abofetearon a su acosador mientras él confesaba sus continuos ataques y pedía perdón frente a familia y vecinos hace sólo tres meses. La humillación pública fue usada como prueba para denunciarle por delitos sexuales gracias a un vídeo grabado por un reducido grupo de adolescentes víctimas de la violencia machista en India. Supervivientes, prefieren ellas; el lenguaje también es un arma, dicen.
Pese a su corta edad y las amenazas de muerte recibidas, Archina dice no tener miedo. Sabe que ese es el mayor aliado del silencio: “Mi hermana mayor también sufría abusos de un familiar cuando iba a su casa a asearse porque nosotros no teníamos agua. Pero mi madre nunca se quejó por miedo al qué dirán”. Ni un atisbo de inocencia en las palabras de Archina; la perdió el pasado agosto cuando su vecino aprovechó para agredirla sexualmente mientras dormía en su terraza. Desde esa azotea del distrito marginal de Madiyav, Archina entrena movimientos de defensa personal junto a otra decena de chicas que forman el núcleo duro delas Brigadas Rojas de Lucknow, a 700 kilómetros de Delhi y capital del estado indio de Uttar Pradesh. El grupo ya ha enseñado a decenas de miles de indias a responder físicamente a la violencia ejercida por los hombres.
“Este lugar es inseguro para cualquier chica. Mis padres me aconsejaban quedarme en casa y no ir a la escuela para evitar problemas”, explica Afreen Khan, de 18 años, retomando sus acometidas. Codazos a la altura de la cara recordando a los dos vecinos a los que visitaba a diario para tomar clases particulares y que le obligaban a sentarse en sus regazos para manosearla bajo la ropa  —“Nos castigaban de rodillas a mí y a otras si nos negábamos”, rememora—. Rodillazos a la altura del vientre al acordarse del hermanastro que le amenazaba con hacer daño a su madre mientras la desnudaba —“Mi madre creía que no quería estar con él y me pegaba si me quejaba”, añade—. Frente a ella, Noor Khan, el único chico del grupo, sostiene las embestidas con los guantes espumillón: “Prefiero recibir los golpes ahora para que mis hermanas se puedan defender mañana”.
Primero nos ponemos en contacto con la familia del agresor. Si ellos no hacen nada, vamos a la policía. Y si nadie hace nada, le damos una paliza
Algunos vecinos se reúnen en las solanas colindantes para ver a las adolescentes practicar. Pequeños semidesnudos y polvorientos imitan los ejercicios. Mujeres en sariobservan entre murmullos y sonrisas torcidas. Los hombres se devuelven miradas de suspicacia. “Mucha gente del barrio no nos quiere por lo que representamos. Mis compañeras de clase piensan que estoy loca por hablar de agresiones sexuales. Pero estoy convencida de que casi todas han pasado por situaciones similares y no lo cuentan por miedo”, dice Afreen. Nada lejos de la realidad en un país en el que se han producido 30 violaciones por minuto en la última década, según informa The Times of India.
El alcance mediático de la violación múltiple y asesinato de una estudiante Nueva Delhi en 2012, puso de relieve la situación de la mujer en India. Un drama nacional repetido con constancia hiriente. Según los datos de la Oficina Nacional de Registros Criminales, de los 133.000 casos de mujeres indias víctimas de crímenes sexuales en 2014, más de 36.500 fueron violaciones  —de los que el 10% se registraron en Uttar Pradesh. El estado más poblado de India es, consecuentemente, uno de los que acumulan más delitos contra la mujer; cuyo total asciende a la insultante cifra de 338.000—, de los que más de 9.200 acabaron en muertes. Cifras, todas ellas, que en la realidad van aún más altas, según indican fuentes del Centro Internacional para el Estudio de la Mujer de Nueva Delhi.
Los entrenamientos físicos han hacho que estas adolescentes no sientan más miedo ante la impunidad de los agresores en India. / Á. L. M. C.
Pero ni el patriarcado ni la violencia contra la mujer son problemas endémicos de India. En España, 51 mujeres murieron a causa de la violencia machista en 2014 (658 en la última década), con una población 26 veces menor. La tragedia de la mujer india se agrava por atavismos y tradiciones arcaicas como el sistema de castas —en 2014, dos chicas dalit fueron violadas y ahorcadas a plena luz del día—. Que se unen a la connivencia política y social. También el año pasado, un parlamentario perteneciente al partido en el gobierno condenó las violaciones a menores mientras justificaba las de mujeres adultas.
Pese a que los informes de la Línea de Atención a la Mujer del estado de Uttar Pradesh indican un aumento del 104% en el número de denuncias por agresión, aún queda mucho por hacer para acabar con este martirio silencio en India. Son, sobre todo, la impunidad de los agresores y el miedo al ostracismo de las víctimas los elementos principales que perpetúan la aceptación de violencia machista en el país asiático.
Usha Viswakarma, de 28 años y fundadora de las Brigadas Rojas, explica la necesidad de que exista su grupo con ayuda del ejemplo más cercano: “Es inconcebible que ocurra lo que le pasó a Diya este verano”, dice en referencia al caso de violación de una menor por parte de un adulto que ya había abusado de otras 17 chicas en Lucknow. Acabar con la impunidad y vencer el miedo es lo que Usha, víctima de agresiones sexuales como todas sus compañeras, se propuso cuando estableció el grupo en 2010. Creado para hacer campaña contra la violencia machista, el grupo ahora lleva un par de casos legales de violaciones mientras usa métodos que sus agresores conocen. “Al principio entrenábamos artes marciales pero nos dimos cuenta de que la defensa personal era más apropiada para nuestra lucha, porque necesitas menos fuerza y permite desarrollar técnicas rápidas en espacios reducidos”, explica Usha.
Tradición e impunidad agravan los más de 300.000 delitos contra la mujer de 2014
Después de la conocida violación múltiple de hace tres años en Delhi, el grupo de las Brigadas Rojas se pasó a la acción. Desde entonces han entrenado en técnicas de defensa personal a 34.000 mujeres de escuelas, universidades y centros públicos de siete estados indios. Sus demandas han tenido consecuencias y las autoridades han consentido la distribución de cámaras de vigilancia en el distrito y han establecido un fondo de compensación económica para 60 víctimas de ataques con ácido de la región, donde el gobierno estudia la inclusión de la defensa personal como parte del programa de formación profesional financiado por el estado de Uttar Pradesh.
El pequeño grupo también organiza patrullas callejeras para informar a vecinos y congrega a centenares de seguidoras para manifestaciones, como la que celebran cada 29 de diciembre, rememorando el día en que la menor de Delhi moría a causa de la brutal agresión de 2012. También esperan ser centenares las que se reúnan a partir de hoy en una marcha que sale de Lucknow para llegar el próximo 27 de noviembre a Varanasi, donde otra treintena de universitarias han abierto sus propias brigadas siguiendo los mismos principios.
“Por cada acoso, seguimos una estrategia en tres pasos. Primero nos ponemos en contacto con la familia del agresor. Si ellos no hacen nada, vamos a la policía. Y si nadie hace nada, le damos una paliza”, describe Usha, desde su despacho en el barrio suburbial de Lucknow, junto a varias fotos de Phoolan Devi, la líder local que fue violada por parientes y autoridades hasta que se tomó la justicia por su mano. Usha, sin embargo, concede que sólo han llegado al extremo de la violencia en cuatro ocasiones desde que comenzaron el proyecto, mientras que el resto se han quedado en amenazas. Pero es el recurso a la fuerza es lo que genera controversia, incluso entre sus defensores.
Las adolescentes también organizan patrullas por el distrito marginal de Madiyav, en las que asesoran a otras mujeres en caso de necesidad. / Á. L. M. C.
Desde la oficina india del Centro Internacional para el Estudio de la Mujer (ICRW), Nandita Bathla alude a la contradicción que entrañan las actividades de las Brigadas Rojas: “¿Cómo puede uno condenar la violencia por un lado y perpetrarla al mismo tiempo? Si se convierte en algo subjetivo, entonces cada uno tendrá un motivo para justificar actuaciones en contra de la ley”. Aunque la experta en violencia de género subraya la raíz del drama social: “El valor de estas chicas es romper el silencio impuesto por décadas y generaciones. ¿Por qué tienen ellas que garantizarse una seguridad que debería venir dada por el estado?”, se pregunta retóricamente, para acabar: “En un país en el que se ensalza la productividad de los jóvenes, la presencia de estas brigadas en las calles nos recuerda a todos lo mucho que les estamos fallando”.
“Antes avisaba a mi familia, pero nunca se quejaban para evitar enfrentarse a la comunidad. Una chica tiene que reaccionar rápido en estas situaciones”, sostiene Laxmi Vishwakarma, de 19 años y hermana de Usha, mientras explica cómo hace unas semanas abofeteó a un chico que tiró de su sujetador cuando caminaba por la calle. Laxmi insiste en que el problema es de mentalidad: “Hice una encuesta para la universidad en la que casi el 90% de las 300-400 familias entrevistadas querían que sus hijas estudiasen sólo para que se pudiesen casar con un hombre bueno. La mujer aquí es una desventaja, mientras que los niños son patrimonio”.
A Singhari Devi, la madre de Usha y Laxmi, le ha costado acostumbrarse a la situación. Hindú, vegetariana y tradicional, habría preferido que sus hijas hubiesen tomado la forma de Durga  —diosa del amor maternal—, en vez de la de Kali —la de la justicia violenta—. Ambas reencarnaciones de la misma deidad. Más aún que ahora la más pequeña de la familia también viste con el salwar kameezdistintivo de las brigadas pantalones negros como color de la protesta y kurta o parte superior roja simbolizando el peligro—. La simbología también es un arma en esta lucha, dicen ellas. La menor de las Vishwakarma no ha pasado por el horror de la violencia machista. Y asegura que antes de que eso ocurra, se defenderá de los golpes.

Basta de violencia

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Dibujo real hecho por un niño de siete años durante su terapia.
España ya alcanza los 55 asesinatos por violencia de género en 2015. Es evidente que esta cifra sigue siendo demasiado alta y, aunque se esté trabajando en la prevención, las medidas siguen siendo insuficientes ante este problema. No hay que olvidar que en la mayoría de los casos se trata de una larga historia que podría haber terminado con otro final. El teléfono de atención a las víctimas, el 016, recibe 4.000 llamadas de media cada mes. Unas por maltrato psicológico, otras por físico. Son cifras escalofriantes. Además, en la mayoría de casos el maltrato lo sufren varios miembros de la familia. Muchos son los niños que tienen que presenciar actos de violencia en casa, o sufrirlos ellos en su propia piel. Esto marcará sus vidas no solo por los maltratos sufridos, sino por el fallecimiento de su madre si se tratara de una de las víctimas. Este año han quedado huérfanos 42 niños. Sus vidas han dado un giro de 180 grados y el riesgo de sufrir depresión u otras patologías aumenta considerablemente. Solo se me ocurre pedir por favor que si existe el mínimo ápice de violencia en sus hogares llamen urgentemente al 016. No queremos más víctimas. No queremos más huérfanos.— Marta Comi Joly.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Me siento...

Poemas de Papusza

“Amo el fuego como a mi propio corazón.
Vientos pequeños y fieros
mecieron a la niña gitana
y la llevaron lejos por el mundo.
La lluvia limpió sus lágrimas
el sol – dorado padre de los gitanos – las secó
y hermosamente chamuscó su corazón…
Oh Tierra, llena de árboles y mía,
1yo soy ella, tu hija.
Los bosques y las praderas cantan,
el río y yo combinamos nuestras notas
en un himno gitano,
Iré a las montañas
con una preciosa y danzarina falda
hecha de pétalos de flores
y gritaré con toda mi fuerza.
Tierra mía, tú fuiste lágrima,
fuiste horadada por el dolor.
gitana-anoraba-nomadismo
como un pequeño niño gitano
escondido en el musgo.
Perdona Tierra mía
mi pobre canción,
mi lamento gitano,
aprieta tu cuerpo contra el mío, Tierra mía,
cuando todo acabe, me entregaré a ti”

Papusza  
Perteneciente a un mundo ya extinguido, un mundo sin patria que vivía en el camino, en el largo camino de la nostalgia, Bronislawa Wajs, más conocida por Papusza (muñeca en la lengua Rrom), fue una mujer adelantada a su tiempo, una mujer que quiso ser libre y que, por ello, fue condenada a la soledad y el olvido por quienes ella más amaba: su pueblo, el pueblo gitano.

https://www.youtube.com/watch?v=3zhufaRfGGk

Conoce a la poetisa rumana Papusza

¿QUIÉN ERA PAPUSZA?

Bronislawa Wajs, Papusza
Bronislawa Wajs conocida como Papusza (Muñeca, en lengua Rromaní) nació en Lublin el 17 de agosto de 1910 y murió en Inowrocław el 8 de febrero de 1987. Toda su vida transcurrió en Polonia y cuando aconteció su muerte apenas nadie se enteró.
La familia de Papusza era nómada, en su familia eran arpistas y transportaban sus grandes instrumentos de cuerda en sus giras que iban del norte de las poblaciones lituanas hasta las Tatras orientales.
En esa vida nómada, Papusza aprendió a leer y a escribir en los días que la Kumpania se paraba cambiando pollos por lecciones y libros que iba guardando creando una pequeña biblioteca que la acompañaba. Un gran esfuerzo por vencer el analfabetismo y mas teniendo en cuenta el hecho de ser mujer y las dificultades que eso encierra a nivel de tradiciones a las que tuvo que enfrentarse para seguir sus sueños. En los años 20 que un Rroma supiera leer y escribir era algo insolito.
A los 15 años la casaron con un arpista mas mayor que ella y con prestigio en la Kumpania, boda que no fue del agrado de Papusza , motivo por el cual decidió no tener descendencia, fue entonces cuando se dedico a cantar.
Eso despertó su creatividad y empezó a componer letras para las canciones basadas en la tradición Rroma, lo que le sirvió como medio de expresión de sus inquietudes poéticas.
Durante la Guerra Papusza perdió mas de un centenar de familiares suyos pero esta tragedia no la hizo abandonar aunque si la hizo darse cuenta de que se avecinaban grandes cambios en la forma de vida Rromaní, el nomadismo llegaba a su fin y así lo expreso en algunos poemas.

Oh, Señor, .adonde debo ir?

.Que puedo hacer?

.Donde puedo hallar

leyendas y canciones?

No voy hacia el bosque,

ya no encuentro ríos.

!Oh bosque, padre mio,

mi negro padre!

El tiempo de los gitanos errantes

paso ya hace mucho. Pero yo les veo,

son alegres,

fuertes y claros como el agua.

La oyes

correr

cuando quiere hablar.

Pero la pobre no tiene palabras…

… el agua no mira atrás.

Huye, corre, lejos, allá

donde ya nadie la vera

Nadie me comprende,

solo el bosque y el río.

Aquello de lo que yo hablo

ha pasado todo ya, todo,

y todas las cosas se han ido con ello…

Y aquellos años de juventud.

Papusza en el centro de la fotografía
En el año 1950 aparecen publicados algunos poemas de Papusza en la revista Problemy acompañados de una entrevista a Fikowski y una traducción al Rromaní de la Internacional Comunista. Fikowski, fue el autor de la que se considera la obra mas importante sobre los judios polacos y se convirtió en asesor de Papusza. Este interés surge al considerar Fikowski que los poemas de Papusza podrían instrumentalizarse con fines propagandísticos entre los Rroma apoyando la política de sedentarización desarrollada por el Gobierno Polaco con los alrededor de 15.000 gitanos supervivientes del Holocausto.
Durante la década de los 50 en Polonia se desarrollo todo un programa de asimilación y sedentarización forzosa que no finalizaría hasta casi 20 años después y formaba parte de la política pro-soviética de productivización. Y así sucedió en el resto de países limítrofes como Checoslovaquia, Bulgaria o Rumanía.
Papusza, una mujer adelantada a su época
Algunos, entre ellos Fikowski, consideraban que este proceso resultaría beneficioso y mejoraría la calidad de vida de los Rroma, como siempre sin preguntar ni tener en consideración a los propios afectados.
Esta utilización de sus poemas como instrumento propagandístico causo no pocos problemas a Papusza que recibió la visita de un grupo de emisarios Rroma que la amenazaron al considerarla precursora de esta campaña de asimilación y colaboradora de un “gadjo”. Sus años de defensa al Pueblo Rrom no sirvieron para acallar las palabras y así se expresaba Papusza.

Nadie me comprende,

solo el bosque y el río.

Aquello de lo que yo hablo

ha pasado todo ya, todo,

y todas las cosas se han ido con ello…

Y aquellos años de juventud.

Papusza fue condenada a la exclusión y al ostracismo.
En realidad fue utilizada y mal interpretada. Intentó recuperar su obra creativa y la autoría de la misma pero fue rechazada por el Sindicato de Escritores Polacos, intentó también impedir la publicación de un libro de Fikowski que incluía algunos poemas suyos y en un intento desesperado quemó toda su obra. Escribió a Fikowski pidiendole que no publicara estos poemas … “Si publicas esas canciones me desollarán viva, mi gente quedará desnuda frente a los elementos”.
La publicación del libro traería consigo la intervención de la justicia Rroma que la declaró impura y la expulsó del grupo. Esta exclusión irreversible provoco su internamiento en un centro psiquiátrico durante 8 meses.
Durante los 34 años de vida que le restaban, hasta su muerte en 1987, Papusza vivió sola y en completo aislamiento siendo rehuida por su generación y desconocida por la siguiente, solo a finales de los 60 algunos poemas vieron la luz. Nunca más volvió a cantar.
En nuestros días se sigue sin hacer justicia a la memoria de Papusza. Algunos  intelectuales Rroma como Andrezej Mirga ha conseguido que se realicen algunos homenajes póstumos.
A Fikowski se le considera un traidor a pesar de que se le reconoce su trabajo académico y que gracias a él se sigan conservando algunos de sus poemas.
Papusza fue la victima de dos fuegos cruzados que hicieron de ella una utilización interesada, por un lado, para difundir propaganda política y, por otro, para dar un castigo ejemplar a una mujer adelantada a su época que huyó de las rígidas costumbres y tradiciones Rroma vigentes en aquel entonces. Una mujer excepcional que se negó a tener tener descendencia y que luchó hasta su muerte por su libertad, su emancipación y su sueño de ser poetisa.
Lágrimas de sangre

(Como sufrimos por culpa de los alemanes en 1943 y 1944)

En los bosques. Sin agua, sin fuego – mucha hambre.
¿Dónde podían dormir los niños? Sin tiendas.
No podíamos encender fuego por la noche.
Durante el día, el humo podía alertar a los alemanes.
¿Cómo vivir con los niños en el frío invierno?
Todos están descalzos…
Cuando nos querían asesinar,
primero nos obligaron a trabajos forzados.
Un alemán vino a vernos. 
-- Tengo malas noticias para vosotros.
Quieren mataros esta noche.
No se lo digáis a nadie.
Yo también soy un Gitano moreno,
de vuestra sangre – es verdad.
Dios os ayude
en el negro bosque…
Habiendo dicho estas palabras,
él nos abrazó…

Durante dos o tres días sin comida.
Todos yendo a dormir hambrientos.
Incapaces de dormir,
mirando a las estrellas…
¡Dios, qué bonita es la vida!
Los alemanes no nos dejarán…

¡Ah, tú, mi pequeña estrella!
¡al amanecer que grande eres!
!Ciega a los alemanes!
Confúndelos,
llévalos por mal camino,
¡para que los niños Judíos y Gitanos puedan vivir!

Cuando el gran invierno venga,
¿qué hará una mujer gitana con su niño pequeño?
¿Dónde encontrará ropa?
Toda se ha convertido en harapos.
Se quieren morir.
Nadie lo sabe, sólo el cielo,
solo el río escucha nuestro lamento.
¿Cuyos ojos nos veían como enemigos?
¿Cuya boca nos maldijo?
No los escuches, Dios.
¡Escúchanos!
Una fría noche vino,
La vieja mujer Gitana cantó
Un cuento de hadas gitano:
El invierno dorado vendrá,
nieve, pequeña como las estrellas,
cubrirá la tierra, las manos.
Los ojos negros se congelarán,
los corazones morirán.

Tanta nieve caerá,
cubrirá el camino.
Solo se podía ver la Via Láctea en el cielo.

En esa noche de helada
una hija pequeña se muere,
y en cuatro días
su madre la entierra en la nieve
cuatro pequeñas canciones.
Sol, sin ti, 
ver como una pequeña gitana se muere de frío
en el gran bosque.

Una vez, en casa, la luna se detuvo en la ventana,
no me dejaba dormir. Alguien miraba hacia el interior.
Yo pregunté -- ¡Quién está ahí?
-- Abre la puerta, mi negra Gitana.
Vi a una hermosa joven Judía,
temblando de frío,
buscando comida.
Pobrecita, mi pequeña.
Le di pan, todo lo que tenía, una camisa.
Nos olvidamos de que no muy lejos
estaba la policía.
Pero no vendrían esa noche.

Todos los pájaros 
rezan por nuestros hijos,
por eso la gente malvada, víboras, no los matarán.
¡Ah, destino!
¡Mi desafortunada suerte!

La nieve caía tan espesa como hojas,
nos cerraba el camino,
tal era la nieve, que enterró las ruedas de los carros.
Había que pisar una huella,
empujar los carros detrás de los caballos.

¡Cuánta miseria y hambre!
¡Cuánto dolor y camino!
¡Cuántas afiladas piedras se clavaron en los pies!
¡Cuántas balas silbaron cerca de nuestros oídos!

Bronislawa Papusza Wajs