El empeño de la ‘Malala siria’ por la educación de los refugiados
Con 19 años, Mozoon Almellehan lucha por que los 28 millones de niños de zonas de conflicto que no van a la escuela tengan esa oportunidad
La llaman la Malala siria y ella no puede ocultar
el orgullo que le produce que le comparen con la premio Nobel de la Paz
de 2014. Tampoco la satisfacción de considerarse “amiga” de Malala
Yousafza, una activista por el derecho a la educación de las niñas. La
lucha de Mozoon Almellehan es parecida: está empeñada en que todos los
menores refugiados puedan ir al colegio.
Hoy, la mitad de ellos no acude a la escuela, según datos
de Unicef. Y la cifra se reduce a una cuarta parte si hablamos del
instituto. Almellehan, de 19 años, sabe bien lo que es esto. Hace cuatro
años tuvo que huir de su casa en Siria con su familia por culpa de la
guerra. Al hacer el equipaje tuvo claro qué se llevaría: tantos libros
como podía cargar para continuar sus estudios.
El peregrinaje de un campo de refugiados a otro le impedía
continuar su educación de forma regular, pero ella seguía con sus
libros: primero a un campo en el sur de su país, después a Zaatari,
en Jordania, para llegar más tarde a Azraq, en el mismo país. En estos
lugares se daba cuenta de que la mayoría de los niños de su edad no
tenían su inquietud por sus estudios o sus posibilidades para continuar
aprendiendo, así que se dedicaba a recorrer tienda por tienda hablándole
a las familias y a los propios chavales de lo importante que era seguir
en la escuela. “Se habla de una generación perdida de sirios y eso
sucede porque sin educación no hay futuro”, explica tras participar en
el Social Good, una conferencia de líderes mundiales en el marco de la 72º asamblea de la ONU en Nueva York.
Allí ha acudido de la mano de Unicef
para participar en una campaña que denuncia que hay 27 millones de
niños en zonas de conflicto sin escolarizar. Un grupo de 27 autobuses
escolares amarillos hicieron el pasado domingo un recorrido desde
Brookyn hasta Times Square con mensajes como: Los colegios no deben ser zona de guerra; Los deberes de esta noche no deberían incluir esconderse o Sortear minas no debería ser una actividad extraescolar.
Se habla de una generación perdida de sirios y eso sucede porque sin educación no hay futuro
Almellehan y Unicef cruzaron sus caminos cuando su familia
fue recolocada en Londres, donde ella está acabando el instituto con la
intención de estudiar Política y Relaciones Internacionales. Cuando la
organización para la Infancia de la ONU descubrió su compromiso con la
educación decidió nombrarla embajadora de buena voluntad. Es la más
joven y la única persona refugiada que ostenta este título.
La siria reclama a los líderes internacionales que la
escolarización no sea una opción cuando se habla de ayuda a los
refugiados. “Es tan importante como la comida”, asegura. "Si no
aprenden, ¿cómo podemos esperar que los niños lleguen a desarrollar todo
su potencial. Tenemos que continuar luchando hasta que veamos un mundo
en el que todos van al colegio”, continúa.
En su recorrido por los campos de refugiados intentando
concienciar a las familias sobre la importancia de la escolarización
encontró a muchos niños “deseando volver al colegio”. “Eso me hace muy
feliz. Claro que también había quien me decía que me metiera en mis
asuntos, pero nadie me va a parar. Sé que esto es lo correcto, que va a
beneficiarles a ellos y a sus países”, relata.
La situación de vulnerabilidad de los niños refugiados es
extrema. Según Unicef, tienen cinco veces más probabilidades de no estar
escolarizados que uno que nazca en un lugar sin guerra. Y esto
incrementa la probabilidades de explotación o de ser víctimas de
agresiones sexuales, en el caso de las niñas, que se llevan la peor
parte: tienen 2,5 veces más posibilidades de no ir a la escuela que los
chicos en las zonas de conflicto. En el mejor de los casos, que es salir
de los campos de refugiados y llegar a otros países de acogida, no todo
se soluciona. La agencia de la ONU denuncia que encuentran barreras por
el idioma, xenofobia, exclusión y estigmatización. Hay incluso países
europeos que no reconocen el derecho a la educación de los niños
indocumentados.
Unicef, junto a Almellehan, ha aprovechado esta asamblea de
la ONU para pedir a todos los países miembros que hagan los esfuerzos
necesarios para integrar a lo niños refugiados en las escuelas y que,
para ello, refuercen los sistemas educativos, de forma que puedan
brindarles las oportunidades que necesitan. Se trata, como dice la
Malala siria, de que “dejen de ver a estas personas como refugiados, y
comiencen a mirarlas como doctores, arquitectos, médicos…”.
Artículo publicado con ayuda de UN Foundation
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