viernes, 27 de mayo de 2011

Las mujeres por Mario Vargas LLosa

Mario Vargas Llosa. Premio Nobel de Literatura 2010

Todas las flores del desierto están cerca de la luz.

Todas las mujeres bellas
son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y
minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas
perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús
de mi barrio, o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como
les gusta y los labios de carmín de chino.
Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que
te acarician las manos cuando estas triste, que pierden las llaves al fondo
del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran solo con unos
pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento. Las bellezas reales son
las que toman cerveza y no miden cuantas patatas han comido, las que se
sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con
ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal
de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz. Las mujeres
hermosas no salen en revistas, las ojean en el medico, y esperan al novio
ilusionadas con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la
tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.

Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas
mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las
fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los
suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos. Las mujeres normales
son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son
las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Solo hay que saber
mirar mas allá del tipazo, de los ojazos ,de las piernas torneadas, de los
pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigo de la forma
y enemigo del alma. Vértigo de divas, y llanto de princesas. Las verdadera
belleza esta en las arrugas de la felicidad...

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