jueves, 4 de junio de 2015

Ser un objeto





SER UN OBJETO

a Anemone Latzina


Hubiese querido poder ser una maleta,

para no tener que sufrir tanto.
Quizás otros objetos cualquiera
también hubiesen servido,
una piedra, el marco de una puerta,
un pedazo de papel,
pero precisamente eligió
la maleta como un intermedio
entre sentir y no sentir lo exterior.
Se la lleva uno de viaje,
la presta a amigos
y no le duele al plástico
el contacto de los extraños
porque no tiene alma.
Pero los viajes la distraen,
los hoteles y lugares nuevos
y luego descansa en los armarios
hasta que un día le quitan
las prendas que han de tirarse,
para poder utilizarla otra vez, con las prisas
febriles de aventuras en el aire.
Y la transportan, la zarandean,
pero no sufre, no se da cuenta.

También yo quisiera ser como en esta poesía(*)

de esta mujer increíble
que poseyó dos lenguas maternas mientras vivía
y una enorme sensibilidad inextinguible.
Quisiera acumular en mí la calidez fría de un objeto,
que mi piel fuese como de goma que se dilata
y no se rompe, como de madera y acero,
durable, neutral, impenetrable,
para poder sobrevivir y sentir menos.
Poder quedarme tranquila cuando me muevan,
dejar que me transporten manos inocentes desconocidas
y que me llenen de pertenencias ajenas,
y después sentir la calma del armario
cuando ya el viaje se termine y sus  fatigas.


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