En estas vacaciones de Semana Santa, nos mudamos a otro blog, a otro espacio en el que hay menos gente, un espacio libre de aglomeraciones, un espacio virgen, salvaje, a otra isla.... en estos tiempos de pandemia en el que se nos obliga a estar en casa y las recomendaciones pasan a ser prohibiciones y perdemos la libertad de movimientos, nos vamos con el pensamiento y el alma a otro espacio, en el que espero pueda producirse el reencuentro con la mayoría de mi alumnado.
Hoy ya es el último día antes de las vacaciones en que tendremos la obligación de estar en abierto en el correo electrónico, en el TEAM, con el wasap abierto por si nos contactan por esos medios.
No he logrado contactar con todo mi alumnado, algunos ha sido posible gracias a la intervención de las orientadoras y un orientador que me han facilitado teléfonos, correos para poder contactar con ellos y ellas. Otros directores y directoras me han escrito para compartir la preoupación por la situación que vivimos y la de nuestro alumnado. Una profesora ha dejado la huella en este espacio, al menos cobra sentido seguir lanzando mensajes, botellas al mar, porque nunca sabemos a donde llegan, pero llegan a alhunas manos, a algunos corazones.
Estos días me han llamado también antiguas alumnas y mi alumno Abdul Rehman que ha escrito estas frases y ha creado este hermoso cuadro en su lengua materna urdu, y en español. Felicidades Abdul.
La semana santa, una fiesta tradicional española, mis amigas sevillanas se quedan sin sus procesiones del alma, sin su madrugá,...
Voy a compartir algo que descubrí en mi último viaje, en Carnaval cuando me fui a .... ¿recordáis donde fui? Aquí queda la pregunta, a ver si mis chicas y chicos me contestan en un comentario. Pues bien en,.... ví los ensayos ya de los pasos de la Semana Santa, algo que no había visto nunca, sin las telas que cubren el paso se veía a los hombres susteniendo la estructura, con las vigas para que cargaran con el peso real con el que irán. Otra pregunta para que investiguéis: - ¿Cuánto pesa un paso de Semana Santa? . Y pude ver que cuando levantan el paso no lo hacen levantando los brazos, no, no, saltan, dan todos un salto a la vez. Quedé impresionada al verlos votar y elevarse. Van con los pies casi arrastrando, las piernas totalmente tiesas, firmes, sin doblar las rodillas, pasos muy cortos. ¡Cuánto esfuerzo físico!
Si queréis cocinar un plato típico de estas fechas con vuestros padres y madres.... TORRIJAS
Nos
esperan unos días de vacaciones, una semana, pasa volando y mientras,
podéis ver alguna película, dibujar, cantar, dormir, limpiar, leer,
soñar, crear, hablar con otros a través de las redes los que tengan
acceso a ellas, rezar algunos rezarán. Os recuerdo que el domingo a las 12 desde Galicia será por Hanzada y tantos otros que se mueren en estos días.
02/04/2020 Nota de prensa. Programa educativo Educastur TV
02/04/2020
02/04/2020 Nota de prensa. Programa educativo Educastur TV
El Gobierno de Asturias y TPA impulsan un programa educativo para televisión que comenzará a emitirse mañana.
Educastur TV ofrecerá contenidos al alumnado durante la suspensión de la actividad lectiva presencial por el estado de alarma.
El nuevo recurso servirá también para implicar a las familias
en el proceso de formación y se emitirá, de lunes a viernes, de 10:30
a 11:30 horas en el canal A7 y una hora más tarde en el A8.
Adolescentes con crisis de ansiedad por culpa de la incertidumbre de los próximos exámenes, chavales que no quieren salir de su habituación ni para comer, niñas de doce años que se van a dormir a las 3.00 de la mañana y menores en general que están permanentemente enganchados a las redes… Esas son algunas de las llamadas que reciben los expertos del centro de psicología infantil Instituto Alcaraz desde que el pasado día 12 entrara en vigor el decreto del estado de alarma como respuesta a la pandemia del Covid-19.
Los adolescentes que se aislan en su cuarto, explica Sheila Alcaraz, confundadora del centro, «son proclives a generar un trastorno de ansiedad o estado de ánimo bajo, incluso depresión, que se manifiesta a través de los siguientes síntomas: dificultad para conciliar el sueño, pensamientos negativos constantes, falta de energía o falta de disfrute ante cualquier actividad». Si la familia se encuentra en esta situación es necesario, prosigue, «que los adultos de su entorno familiar regulen las actividades de sus hijos, y se comuniquen con ellos para valorar su estado mental», advierte esta profesional».
La cofundadora del Instituto llama la atención en especial sobre la situación que sufren los menores con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA). «Estos niños tienen necesidades muy concretas y esta situación de encierro limita sus posibilidades de regulación conductual, al verse entre cuatro paredes», comentó Alcaraz.
Cortar el círculo vicioso
A estas edades y durante el confinamiento, prosigue Alcaraz, es necesario que los padres impongan unas ciertas normas básicas: «No se puede ceder en que un día coman en su habitación para hacer una video llamada, o que queden para hacer Skype con sus amigos a partir de las 12.00 de la noche. Hay que cuidar mucho el sueño. Es cierto que podemos alargar un poquito los tiempos en estos días, pero no se pueden ir a dormir a las 3.00 de la mañana, porque eso va a influir en su activación física y mental».
Para ello recomienda «crear una estructura de actividad mental e incluso física dentro del hogar. Además, seguir con las indicaciones de higiene incluso dentro del hogar, ya que esto dará una sensación de cierto control, dentro de caos que estamos viviendo». La psicóloga experta en tratamientos infantiles explicó que a través de las video-consultas «estamos teniendo sesiones incluso en terapia sensorial para regular el estado de alerta de estos pacientes. A través de la psicología y también en estas sesiones on line, trabajamos para estructurar los espacios con la ayuda de los padres, establecer ejercicios concretos de relajación y activación, así como pautas generales para los padres que se ven exhaustos en estos momentos».
Acceso a la información
Por otro lado, recuerda Sheila Alcaraz, «hay veces que no se tiene en cuenta que el adolescente tiene acceso a toda la información del mundo. Y si no la entienden, perciben sobre todo nuestras sensaciones. No es lo que digas, es cómo lo dices. Y preguntan en su entorno, a los demás. Ante esta situación muchos se quedan con esa sensación de susto, o de miedo. El adolescente no es como un niño de 6 años. Los progenitores han de saber que a esta edad los chavales tienen incógnitas, hacen sus conjeturas… Y eso supone un riesgo añadido de ansiedad. Nosotros recomendamos que hablen con ellos de lo que les preocupa, y también reconocer en cierta medida lo que nos preocupa a los padres, intentando darle al menor modelos a seguir». «Durante el confinamiento muchos padres se están dando de bruces con la poca comunicación que hay a nivel familiar con sus hijos adolescentes. Lo que suele existir en el día a día es poco dialogo y muy banal, del tipo ¿qué tal te ha ido el día?», relata.
En esta circunstancia, advierte Alcaraz, «tenemos que tener mucho cuidado a la hora de actuar. Es el momento de seguir unas pautas. Debemos diferenciar si ya había una dificultad de antemano o las conductas más disruptivas acaban de empezar.Si llevan mucho tiempo con una sintomatología a nivel familiar no es el momento de poner grandes normas, porque lo que queremos es pasar por esto como mejor podamos todos. Pero si que es un momento para reflexionar acerca de la situación, de cómo estamos todos en casa, y sobre todo, ver cómo actúa el adolescente».
Por qué es necesario el aprobado general y la promoción automática de curso
«¿De verdad pensamos en decirles a nuestros jóvenes, cuando acabe el confinamiento, que se vuelvan a encerrar a estudiar?», pregunta el sociólogo Jaume Carbonell
Jaume Carbonell tiene muy claro que las situaciones excepcionales requieren de medidas inusuales. En estos días, los españoles están viviendo hechos anómalos debido a la crisis sanitaria por el coronavirus. La sociedad está confinada en su casa bajo el estado de alarma, los niños no van al colegio porque las clases se suspendieron en todos los niveles académicos (y no volverán hasta mayo o junio, según Isabel Celaá, ministra de Educación), la opción del teletrabajo se ha impuesto por fuerza en las empresas y hogares y salir a la compra o a la farmacia es una de las pocas actividades permitidas. En medio de todo este jaleo, se exige a los estudiantes llevar el mismo ritmo. Seguir con el temario como si nada pasara y hacer las tareas diarias. Es en este punto donde Carbonell, pedagogo, periodista y sociólogo, considera que se debe reflexionar.
Estamos en un momento de situación excepcional. ¿Deberían tomarse medidas en este mismo sentido?
Sí. Es verdad que ni alumnos ni profesores están de vacaciones. Cada uno de ellos está haciendo su trabajo como puede porque, no hay que olvidar, que no todo el mundo dispone de los mismos medios. Unos harán más que otros, dependerá también del curso en el que estén, etc. Pero la gente está sufriendo mucho. El retorno a la normalidad es imprevisible, no sabemos cuándo se va a producir pero lo que sí es seguro que no va a haber un retorno de un día para otro y como si nada hubiese pasado. Cuando llegue ese momento, creo que lo más importante será hablar, expresarse, relajarse... Al mismo tiempo que el desconfinamiento será progresivo, el regreso a las aulas también. Cuando se produzca, habrá una necesidad de cercanía, los alumnos necesitarán expresarse, hablar, abrazarse... Y el espacio educativo tiene que dar cabida a ello.
Por ello plantea las promociones automáticas de curso, el aprobado general en la universidad o la supresión de las pruebas de selectividad, dando por buena la nota media del bachillerato ¿no?
¡Sí! ¡Y no pasa nada! En caso de no querer, ¿qué hacemos? En esta situación tan complicada no tiene sentido hacer los exámenes de evaluación. Además, esta situación ha aumentado las diferencias sociales. Hay familias que en estos momentos está sufriendo mucho porque no tienen en casa accesos tecnológicos y se exige a los alumnos a que se conecten, se descarguen los ejercicios, vean vídeos... Es una cuestión social y cultural.
Seguro que hay quienes dicen que estás loco al plantear esas medidas
Hay quienes me dicen que es una burrada. Pero, mira, la esperanza de vida en España es muy alta. Y eso es bueno. Quizás tengamos que plantearnos que hay que vivir la vida con más calma. Los procesos educativos son también muy largos.
Pongamos un ejemplo: aprobado general en la universidad. El que esté en primer curso, tendrá que currárselo más en los próximos años. Y el que esté a punto de acabar, ya ha demostrado que vale, aunque seguirá esforzándose porque tendrá pendiente el trabajo final, un máster, oposiciones, etc.
Esta situación nos debe hacer repensar para reinventar la educación, que lleva un ritmo frenético y ejercemos sobre los niños mucha presión. ¡Muchos llevan la agenda de un adulto! La infancia necesita tiempo libre, tiempo para aburrirse y no de estar haciendo constantemente cosas.
En educación se hacen muy pocas paradas en el camino. Es decir, no nos preguntamos si lo que estamos haciendo se puede mejorar, por qué se hace una determinada cosa y no otra cuando... Hay que plantearse el sentido que tiene una actividad, unos exámenes…
No hay que olvidar que esta situación está generando mucho estrés para los padres y niños, que tienen que hacer los deberes en casa. Quizás haya que replantearse cómo hacerlo y optar por reforzar la escritura y la lectura, que son competencias básicas. No digo que el niño no tenga que hacer nada ni llevar un horario o una rutina. Pero quizás, en estos momentos, hay que mandar otros deberes más creativos como ver una película y hacer un comentario de ella. Se pueden hacer muchas actividades formativas o educativas que no son los clásicos deberes. Hay que poner en cuestión el modelo educativo.
En el supuesto caso de que se optara por un aprobado general, imagino que también habría que adoptar otras que se derivarían de esa situación
Sí, en verano, sin ir más lejos. Si ya de por sí hay estudios que demuestran que crece la brecha en el rendimiento educativo durante las vacaciones de verano, esta vez habría que hacer un esfuerzo extra en esos meses con la creación de colonias, campamentos, o como quieran llamarse, inclusivos, de tal manera que los alumnos trabajen la lectura sosegada, música, cuentacuentos.... Se trata de hacer un gran esfuerzo de cara al inicio del próximo curso para que las diferencias no se sigan acentuando y, por supuesto, con otro tipo de aprendizaje. Y, de cara a septiembre, convendría hacer un periodo de adaptación. Alargar este curso es, desde mi punto de vista, la peor opción.
Así que las notas... ¡a la basura!
Lo peor que se puede hacer en estos momentos es hacer una presión del currículo. Yo voy al fondo de la cuestión más allá de las medidas concretas, algo que a mi no me corresponde pero sí se debería de consultar. Esta situación nos está demostrando que hay otras maneras de educar. Estamos aprendiendo ciertos valores y aprendizajes que antes ni nos habíamos planteado. Y se está viendo que existen presiones hacia el alumnado que no van a ningún sitio. ¿De verdad pensamos en decirles a nuestros jóvenes, cuando acabe el confinamiento, que se vuelvan a encerrar a estudiar?
Parece hasta angustioso
Es que todo esto genera mucha ansiedad. Y ni siquiera sabemos aún cómo va a afectar a nuestros jóvenes. Hay familias que ya reconocen que no soportan este encierro, que viven en un piso pequeño con los abuelos y sus hijos adolescentes. Habrá que ver las consecuencias en la salud de todo esto. Y la salud de la adolescencia habrá que atenderla. Esta situación afecta a todos los ámbitos (educación, vida laboral, economía...) y a la calidad de vida también.
¿Qué pasa con ese alumno de Bachiller que tanto esfuerzo pone y considera injusto que sus compañeros, que no se lo merecen igual, promocionen también?
Lo entiendo y es razonable. Nos hemos obsesionado con las notas. Pero ahora es momento de otros valores que estamos aprendiendo: solidaridad, empatía, generosidad... Si ese otro compañero no ha querido o no ha podido, es otro debate.
Seamos realistas. ¿Cómo se puede estudiar en casa con esta situación?¿Conviviendo bajo el mismo techo familias enteras que no pueden salir de casa y tienen que teletrabajar (no en las mejores condiciones) o se enfrentan a ERTES?
Quienes hayan trabajado duro este curso es algo que han ganado para el curso que viene.El esfuerzo no solo se refleja en su examen sino que vale para toda la vida. Hoy toca hacer pedagogía y primar esos valores más humanizados.
A cinco kilómetros de La Coruña en uno de esos infames tugurios de tortura que se llaman "puticlubs" dado lo soez del lenguaje que se usa en España, están encerradas unas mujeres, no sabemos cuántas, que durante meses, ¿años?, estabuladas allí como animales, dieron placer, al parecer, a los trastornados que necesitan desahogar el impulso sexual violando prostitutas. Ahora, en el peligro del contagio del maldito virus esos individuos han descubierto que su líbido no está tan necesitada de desahogo y han dejado de frecuentar el prostíbulo. Pero las víctimas siguen ahí. Unas cuantas, o quizá todas, han sido traficadas desde países lejanos y ninguna tiene otro lugar donde residir. No sabemos qué es de ellas, quién les suministra lo necesario para sobrevivir, desde la comida a la limpieza ni qué futuro inmediato tienen.
Un camarada del Partido Feminista, angustiado desde hace días pensando en la situación de esas mujeres me escribe: "En estas circunstancias un negocio legal puede hacer un ERE o un ERTE, pero, ¿qué hace un proxeneta? ¿Qué cabe esperar que haga? ¿Se deshace de ellas, las deja tiradas en cualquier sitio? ¿Las están alimentando? Algo terrible puede estar ocurriendo en esos lugares de espanto. En estas jornadas de cuarentena hay personas cuya situación de vulnerabilidad debería preocuparnos a todos. Estos días he pensado mucho en las mujeres víctimas de trata que llenan los burdeles y casas de prostitución que para vergüenza de todos abundan en las carreteras pueblos y ciudades de España. Es de suponer que durante estos días de cuarentena estas mujeres bajen enormemente su productividad, con la merma consiguiente de ingresos para el negocio del proxenetismo, ¿qué hacen los proxenetas en estas circunstancias?
Con la angustia que no tenía consuelo nuestro camarada llamó a la policía para preguntar si estaban haciendo algo al respecto, si se les había ocurrido ir por allí y le respondieron:" No tenemos orden de tomar medidas excepcionales al respecto". Esta debe ser la misma respuesta de la policía en todas partes del país.
Un voluntario de Cáritas pregunta ayer en televisión, con la indignación comprensible, "¿qué significa esa orden de permanecer en casa cuando no se tiene casa? ¿Cuándo la casa son cuatro palos y una cubierta de tela? ¿Y qué consejo es ese de lavarse las manos continuamente cuando no se tiene agua corriente?" Relata que los temporeros llegados de varios países, entre otros las recogedoras de la fresa en Huelva, sobreviven en condiciones infrahumanas sin que nadie parezca preocupado ni por sus sufrimientos ni porque puedan transmitir el virus.
Otro camarada del Partido Feminista me escribe desesperado ante la situación de los niños abandonados o almacenados en centros de acogida donde son o tratados con indiferencia y suciedad o maltratados. Y me escribe: "Se ha suicidado hace unos días una amiga que tenía tres hijos a los que no podía ver. El mayor de 10 años el menor de tres. La angustia por no verlos del encierro por la emergencia de Cobi 19 han precipitado su muerte. Hay en España unos 50.000 niños en condiciones similares. Y a nadie le importa. Cuando en 2016 conocí a Helena era una mujer joven admiradora de los grandes soñadores de la historia, estaba investigando sobre la influencia de la cultura semita en el mundo, nunca dejó de hacerlo. Pero cuando se llevaron a su hija al centro de cunas de Cartagena perdió la esperanza. En aquel momento las diversas personas que laboraban informes deberían haberla internado con profesionales que curaran sus delirios, y haber entregado la niña a los sus abuelos maternos. Helena tenía capacidades para haberse curado y reestructurado su vida. En vez de ello los psicosociales, los psiquiatras, todas las instituciones la dejaron en la calle, ir de acá para allá. Tuvo otro hijo. Siguieron informes. Vivían en pensiones, en centros de acogida, en León, en Móstoles, en Getafe, Murcia. Nadie tomó la decisión de ingresarla para curarla y entregar a sus hijos a su familia. Cada uno tiró por su lado hasta la tragedia final. Y así hay miles de personas en toda España. Personas a las que se deja en medio de la vida sin las herramientas de lo que significa tener un hijo y sin trabajo estable o una renta de supervivencia. Y vigiladas, obligadas a ver a sus hijos en los Puntos de Encuentro. Estamos construyendo la sociedad con miles de niños sin familias, niños que nos preguntarán por sus madres y no sabremos qué decirles. Ahora con la muerte de Helena sigo sin ver propuestas de arreglo para esos 50.000 niños tutelados y otros miles de niños y niñas en conflicto. ¿Hasta cuándo?"
Las camareras de piso, conocidas como las Kellys (las que limpian) hoy escriben que la crisis del coronavirus agudiza su precariedad "vamos a ser más avasalladas". Las camareras de pisos en hoteles se sienten desprotegidas ante los masivos despidos que están sufriendo. Según informa Ángela Muñoz, la vicepresidenta de la asociación, desde la reforma laboral de 2012 las limpiadoras de hoteles están externalizadas, a pesar de que las camareras de piso suponen entre el 20 y el 30 por ciento de las plantillas de los hoteles. Una de las reivindicaciones históricas de este colectivo es prohibir esa externalización que se prolonga durante años. En consecuencia no se pueden beneficiar de las medidas aprobadas por el gobierno para paliar el impacto económico del coronavirus, porque no pueden acogerse a los beneficios del ERE o del ERTE porque no tienen contrato con los hoteles sino con las empresas de trabajo temporal en una subcontratación.
La televisión de Las Palmas de Gran Canaria le hace una entrevista a un hombre que vive en la calle desde hace cuatro días. Es colombiano, y las órdenes de aislamiento y confinamiento por la pandemia del coronavirus le han atrapado cuando se encontraba en España. Ya no tiene vuelo para regresar y tampoco aceptarían que entrara en el país llegando de Europa. No tiene donde dormir, ni qué comer y nadie se hace cargo de él. Ni siquiera las organizaciones religiosas, esas que tanto presumen de prestar un gran apoyo a los más necesitados. Explica que anda vagando todo el día sin saber qué hacer ni a dónde ir. Duerme en algún banco, pero cuando lo ve al policía lo desaloja sin darle alternativa. Asegura que hay bastantes otros hombres que en circunstancias parecidas andan de la misma manera perdidos en la soledad de una ciudad que no muestra la menor solidaridad por las personas en su situación.
Y después de las presentaciones del centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias cuando las ministras de Hacienda y de Trabajo nos informan diariamente de las eficaces medidas que están tomando para proteger a los trabajadores y financiar las empresas, donde ni se mencionan los sectores sociales que se encuentran en la situación que he relatado, pregunto ¿quién se ocupa de ellos?