CORONAVIRUSAdolescentes que no salen de su cuarto: doblemente aislados durante el confinamiento
Estos menores son proclives a generar un trastorno de ansiedad o estado de ánimo bajo, incluso depresión
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Adolescentes con crisis de ansiedad por culpa de la incertidumbre de los próximos exámenes, chavales que no quieren salir de su habituación ni para comer, niñas de doce años que se van a dormir a las 3.00 de la mañana y menores en general que están permanentemente enganchados a las redes… Esas son algunas de las llamadas que reciben los expertos del centro de psicología infantil Instituto Alcaraz desde que el pasado día 12 entrara en vigor el decreto del estado de alarma como respuesta a la pandemia del Covid-19.
Los adolescentes que se aislan en su cuarto, explica Sheila Alcaraz, confundadora del centro, «son proclives a generar un trastorno de ansiedad o estado de ánimo bajo, incluso depresión, que se manifiesta a través de los siguientes síntomas: dificultad para conciliar el sueño, pensamientos negativos constantes, falta de energía o falta de disfrute ante cualquier actividad». Si la familia se encuentra en esta situación es necesario, prosigue, «que los adultos de su entorno familiar regulen las actividades de sus hijos, y se comuniquen con ellos para valorar su estado mental», advierte esta profesional».
La cofundadora del Instituto llama la atención en especial sobre la situación que sufren los menores con trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno del espectro autista (TEA). «Estos niños tienen necesidades muy concretas y esta situación de encierro limita sus posibilidades de regulación conductual, al verse entre cuatro paredes», comentó Alcaraz.
Cortar el círculo vicioso
A estas edades y durante el confinamiento, prosigue Alcaraz, es necesario que los padres impongan unas ciertas normas básicas: «No se puede ceder en que un día coman en su habitación para hacer una video llamada, o que queden para hacer Skype con sus amigos a partir de las 12.00 de la noche. Hay que cuidar mucho el sueño. Es cierto que podemos alargar un poquito los tiempos en estos días, pero no se pueden ir a dormir a las 3.00 de la mañana, porque eso va a influir en su activación física y mental».
Para ello recomienda «crear una estructura de actividad mental e incluso física dentro del hogar. Además, seguir con las indicaciones de higiene incluso dentro del hogar, ya que esto dará una sensación de cierto control, dentro de caos que estamos viviendo». La psicóloga experta en tratamientos infantiles explicó que a través de las video-consultas «estamos teniendo sesiones incluso en terapia sensorial para regular el estado de alerta de estos pacientes. A través de la psicología y también en estas sesiones on line, trabajamos para estructurar los espacios con la ayuda de los padres, establecer ejercicios concretos de relajación y activación, así como pautas generales para los padres que se ven exhaustos en estos momentos».
Acceso a la información
Por otro lado, recuerda Sheila Alcaraz, «hay veces que no se tiene en cuenta que el adolescente tiene acceso a toda la información del mundo. Y si no la entienden, perciben sobre todo nuestras sensaciones. No es lo que digas, es cómo lo dices. Y preguntan en su entorno, a los demás. Ante esta situación muchos se quedan con esa sensación de susto, o de miedo. El adolescente no es como un niño de 6 años. Los progenitores han de saber que a esta edad los chavales tienen incógnitas, hacen sus conjeturas… Y eso supone un riesgo añadido de ansiedad. Nosotros recomendamos que hablen con ellos de lo que les preocupa, y también reconocer en cierta medida lo que nos preocupa a los padres, intentando darle al menor modelos a seguir». «Durante el confinamiento muchos padres se están dando de bruces con la poca comunicación que hay a nivel familiar con sus hijos adolescentes. Lo que suele existir en el día a día es poco dialogo y muy banal, del tipo ¿qué tal te ha ido el día?», relata.
En esta circunstancia, advierte Alcaraz, « tenemos que tener mucho cuidado a la hora de actuar. Es el momento de seguir unas pautas. Debemos diferenciar si ya había una dificultad de antemano o las conductas más disruptivas acaban de empezar. Si llevan mucho tiempo con una sintomatología a nivel familiar no es el momento de poner grandes normas, porque lo que queremos es pasar por esto como mejor podamos todos. Pero si que es un momento para reflexionar acerca de la situación, de cómo estamos todos en casa, y sobre todo, ver cómo actúa el adolescente».
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