Por qué es necesario el aprobado general y la promoción automática de curso
«¿De verdad pensamos en decirles a nuestros jóvenes, cuando acabe el confinamiento, que se vuelvan a encerrar a estudiar?», pregunta el sociólogo Jaume Carbonell
MADRID Actualizado:GUARDAR
Jaume Carbonell tiene muy claro que las situaciones excepcionales requieren de medidas inusuales. En estos días, los españoles están viviendo hechos anómalos debido a la crisis sanitaria por el coronavirus. La sociedad está confinada en su casa bajo el estado de alarma, los niños no van al colegio porque las clases se suspendieron en todos los niveles académicos (y no volverán hasta mayo o junio, según Isabel Celaá, ministra de Educación), la opción del teletrabajo se ha impuesto por fuerza en las empresas y hogares y salir a la compra o a la farmacia es una de las pocas actividades permitidas. En medio de todo este jaleo, se exige a los estudiantes llevar el mismo ritmo. Seguir con el temario como si nada pasara y hacer las tareas diarias. Es en este punto donde Carbonell, pedagogo, periodista y sociólogo, considera que se debe reflexionar.
Estamos en un momento de situación excepcional. ¿Deberían tomarse medidas en este mismo sentido?
Sí. Es verdad que ni alumnos ni profesores están de vacaciones. Cada uno de ellos está haciendo su trabajo como puede porque, no hay que olvidar, que no todo el mundo dispone de los mismos medios. Unos harán más que otros, dependerá también del curso en el que estén, etc. Pero la gente está sufriendo mucho. El retorno a la normalidad es imprevisible, no sabemos cuándo se va a producir pero lo que sí es seguro que no va a haber un retorno de un día para otro y como si nada hubiese pasado. Cuando llegue ese momento, creo que lo más importante será hablar, expresarse, relajarse... Al mismo tiempo que el desconfinamiento será progresivo, el regreso a las aulas también. Cuando se produzca, habrá una necesidad de cercanía, los alumnos necesitarán expresarse, hablar, abrazarse... Y el espacio educativo tiene que dar cabida a ello.
Por ello plantea las promociones automáticas de curso, el aprobado general en la universidad o la supresión de las pruebas de selectividad, dando por buena la nota media del bachillerato ¿no?
¡Sí! ¡Y no pasa nada! En caso de no querer, ¿qué hacemos? En esta situación tan complicada no tiene sentido hacer los exámenes de evaluación. Además, esta situación ha aumentado las diferencias sociales. Hay familias que en estos momentos está sufriendo mucho porque no tienen en casa accesos tecnológicos y se exige a los alumnos a que se conecten, se descarguen los ejercicios, vean vídeos... Es una cuestión social y cultural.
Seguro que hay quienes dicen que estás loco al plantear esas medidas
Hay quienes me dicen que es una burrada. Pero, mira, la esperanza de vida en España es muy alta. Y eso es bueno. Quizás tengamos que plantearnos que hay que vivir la vida con más calma. Los procesos educativos son también muy largos.
Pongamos un ejemplo: aprobado general en la universidad. El que esté en primer curso, tendrá que currárselo más en los próximos años. Y el que esté a punto de acabar, ya ha demostrado que vale, aunque seguirá esforzándose porque tendrá pendiente el trabajo final, un máster, oposiciones, etc.
Esta situación nos debe hacer repensar para reinventar la educación, que lleva un ritmo frenético y ejercemos sobre los niños mucha presión. ¡Muchos llevan la agenda de un adulto! La infancia necesita tiempo libre, tiempo para aburrirse y no de estar haciendo constantemente cosas.
En educación se hacen muy pocas paradas en el camino. Es decir, no nos preguntamos si lo que estamos haciendo se puede mejorar, por qué se hace una determinada cosa y no otra cuando... Hay que plantearse el sentido que tiene una actividad, unos exámenes…
No hay que olvidar que esta situación está generando mucho estrés para los padres y niños, que tienen que hacer los deberes en casa. Quizás haya que replantearse cómo hacerlo y optar por reforzar la escritura y la lectura, que son competencias básicas. No digo que el niño no tenga que hacer nada ni llevar un horario o una rutina. Pero quizás, en estos momentos, hay que mandar otros deberes más creativos como ver una película y hacer un comentario de ella. Se pueden hacer muchas actividades formativas o educativas que no son los clásicos deberes. Hay que poner en cuestión el modelo educativo.
En el supuesto caso de que se optara por un aprobado general, imagino que también habría que adoptar otras que se derivarían de esa situación
Sí, en verano, sin ir más lejos. Si ya de por sí hay estudios que demuestran que crece la brecha en el rendimiento educativo durante las vacaciones de verano, esta vez habría que hacer un esfuerzo extra en esos meses con la creación de colonias, campamentos, o como quieran llamarse, inclusivos, de tal manera que los alumnos trabajen la lectura sosegada, música, cuentacuentos.... Se trata de hacer un gran esfuerzo de cara al inicio del próximo curso para que las diferencias no se sigan acentuando y, por supuesto, con otro tipo de aprendizaje. Y, de cara a septiembre, convendría hacer un periodo de adaptación. Alargar este curso es, desde mi punto de vista, la peor opción.
Así que las notas... ¡a la basura!
Lo peor que se puede hacer en estos momentos es hacer una presión del currículo. Yo voy al fondo de la cuestión más allá de las medidas concretas, algo que a mi no me corresponde pero sí se debería de consultar. Esta situación nos está demostrando que hay otras maneras de educar. Estamos aprendiendo ciertos valores y aprendizajes que antes ni nos habíamos planteado. Y se está viendo que existen presiones hacia el alumnado que no van a ningún sitio. ¿De verdad pensamos en decirles a nuestros jóvenes, cuando acabe el confinamiento, que se vuelvan a encerrar a estudiar?
Parece hasta angustioso
Es que todo esto genera mucha ansiedad. Y ni siquiera sabemos aún cómo va a afectar a nuestros jóvenes. Hay familias que ya reconocen que no soportan este encierro, que viven en un piso pequeño con los abuelos y sus hijos adolescentes. Habrá que ver las consecuencias en la salud de todo esto. Y la salud de la adolescencia habrá que atenderla. Esta situación afecta a todos los ámbitos (educación, vida laboral, economía...) y a la calidad de vida también.
¿Qué pasa con ese alumno de Bachiller que tanto esfuerzo pone y considera injusto que sus compañeros, que no se lo merecen igual, promocionen también?
Lo entiendo y es razonable. Nos hemos obsesionado con las notas. Pero ahora es momento de otros valores que estamos aprendiendo: solidaridad, empatía, generosidad... Si ese otro compañero no ha querido o no ha podido, es otro debate.
Seamos realistas. ¿Cómo se puede estudiar en casa con esta situación?¿Conviviendo bajo el mismo techo familias enteras que no pueden salir de casa y tienen que teletrabajar (no en las mejores condiciones) o se enfrentan a ERTES?
Quienes hayan trabajado duro este curso es algo que han ganado para el curso que viene. El esfuerzo no solo se refleja en su examen sino que vale para toda la vida. Hoy toca hacer pedagogía y primar esos valores más humanizados.
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