La
Operación Paso del Estrecho (OPE) abre paso hoy a una estampa ya tradicional de las carreteras españolas, la de los
vehículos de los viajeros magrebíes que, cargados hasta arriba, se apuran por concluir una largo viaje para disfrutar de las vacaciones en sus países de origen.
Detrás de esa estampa hay un prisma humano poco conocido, el de más de dos millones de personas que recorren a veces más de 2.000 kilómetros en apenas 48 horas para encontrarse con sus familias y descansar de la vida y el trabajo en Europa.
Una travesía que hace que cada verano unos 500.000 coches atraviesen España hasta llegar a puertos españoles, principalmente al de Algeciras, aunque también a los de Alicante, Almería, Málaga, Tarifa y Motril, en los que se embarcan para cruzar el Estrecho de Gibraltar y continuar su periplo.
Para facilitar este tránsito, España pone en marcha un año más un dispositivo especial, que empieza el sábado 15 de junio y concluirá el 15 de septiembre, para atender tanto a la fase de ida como a la de regreso, y en el que participan más de 7.000 miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, además de los agentes de las policías portuarias y los policías locales.
Primero, de Holanda y Alemania
Se espera que los primeros usuarios de esta ruta sean esta semana magrebíes residentes enAlemania y Holanda, y que una semana después lleguen fundamentalmente de Bélgica y Francia, país este último de donde procede el mayor porcentaje de viajeros de la OPE.
El presidente de la asociación El Estrecho, Mohamed Said, que representa a los marroquíes residentes en el Campo de Gibraltar, señala que los vehículos llevan a entre dos y cuatro personas y que normalmente realizan el viaje en el menor tiempo posible.
Hay seis áres de servicio habilitadas por la DGT en el trayecto
"La mayoría no suelen descansar en los hoteles", explica Said, que indica que lo hacen en las áreas de servicio y de descanso e información que la Dirección General de Tráfico (DGT) ha habilitado en Oyarzun, Horcajo, Valdepeñas, Loja, Villajoyosa y Ribera de Cabanes, y que están dotadas con servicios de información, sanitarios y aseos.
Allí hacen pequeños descansos en un viaje duro, que tratan de hacer casi de una vez: "Paran en las áreas de servicio por las noches, pero lo normal es que duerman en ellas una media de entre cuatro y seis horas".
Otro aspecto significativo de estos viajes es el elevado volumen de equipaje que llevan en los vehículos, repletos de bultos por dentro y cargados hasta arriba en coches con bacas tapadas con lonas.
"Aprovechan que van a sus países para llevarles cosas a sus familiares que no tienen allí. Desde una bici de segunda mano hasta electrodomésticos como una neverita o una lavadora", señala Said, que matiza, no obstante, que "ya no es tanto como antes, que era horroroso".
Todas estas circunstancias convierten la travesía del viajero OPE en un viaje especialmente intenso.
Mejores coches y menos apego
"Todavía es un viaje duro, pero, afortunadamente,
cada vez hay mejores coches en comparación con años atrás", afirma el presidente de "El Estrecho".
Said reconoce que el perfil del viajero está cambiando con los nuevos tiempos y que el hecho de que las segundas y, sobre todo, las terceras generaciones hayan nacido ya en Europa representa un menor apego a los países de origen, lo que ha hecho disminuir el número de viajeros.
El 45% de los magrebíes viaja ahora en aviónAdemás, las condiciones del viaje no son las mismas, ya que actualmente, con las facilidades de las compañías de bajo coste, muchos pueden hacer el viaje en avión, un medio que, según los datos del Ministerio del Interior, utilizan en la actualidad el 45 por ciento de los magrebíes que pasan las vacaciones en sus países.
La Operación Paso del Estrecho, que tuvo su primera edición en 1986, ha transformado mucho su rostro desde la década pasada.
Las mejoras de coordinación del dispositivo nacional, la prestación de servicios sociales y sanitarios y las mejoras en la organización de Puertos del Estado, con Algeciras como embudo principal, han hecho que el dispositivo sea mucho más fluido en los últimos años y que los tiempos máximos de espera para embarcar y cruzar el Estrecho se hayan reducido a una media de dos horas.
Atrás han quedado los tiempos en los que el duro viaje desembocaba en un calvario en el puerto de Algeciras.