“Mi marido y yo estamos muy afectados por lo que se está viendo en las noticias y queremosacoger a niños sirios”. “Vivo solo y estoy consternado por las imágenes de esta crisis. Me gustaría poder ayudar y en casa hay espacio suficiente para una familia".
Estas son solo un par de muestras de los mensajes, los deseos, de personas que nos escriben porque quieren sumarse, ayudar, en una de las peores crisis migratorias y de refugiados de los últimos tiempos.
No es la primera vez que ocurre y seguro que no será la última. Sucede en todas las grandes tragedias humanitarias: el tsunami asiático, el terremoto de Haití o el tifón en Filipinas. La solidaridad humana despierta con una intensidad proporcional al dolor y la angustia que genera ser testigo de la desesperación de otros seres humanos, en especial de los más pequeños.
ACOGER A UN NIÑO SIRIO NO ES SENCILLO Y NO ES UNA SOLUCIÓN A ESTA CRISIS
Las tragedias tienen ese poder: despiertan el instinto de supervivencia de la humanidad. Nos vemos reflejados en esa madre, esa abuela, ese niño, esa familia, que busca un lugar, un refugio, para sentirse seguro. Y cuando eso ocurre, el corazón se desborda y se multiplican la generosidad, las ganas de ayudar, de acoger a un niño y hasta a una familia entera.
Pero, lamentablemente, acoger a niños sirios en nuestras casas no es sencillo y, ante todo, no es una solución a esta crisis.
De un lado está la cuestión legal y administrativa; la competencia la tienen las comunidades autónomas. Son procesos que están regulados legalmente y tienen una serie de requisitos, como determinar la idoneidad de la familia o confirmar el desamparo del niño o niña antes de ser sujeto de acogida.
De otro lado, el imperativo de centrarnos siempre en el interés superior del niño. Y ese interés pasa por estar con su familia: sus padres si siguen vivos, sus hermanos o sus parientes más cercanos. Ese interés tiene que ver con que siga en su país, en su cultura y junto a sus seres queridos.
¿Y dónde está la solución entonces? La solución es compleja y tiene muchas aristas. Desde el punto de vista político, pasa por acabar con el origen de esta crisis (la guerra) y que los gobiernos europeos apliquen las leyes que salvaguardan y protegen los derechos de los niños.
Y en lo más inmediato, en lo que nos implica más directamente, la mejor forma de ayudar es ejercer nuestra ciudadanía solicitando a nuestros gobiernos que protejan a los niños y haciendo un donativo a las organizaciones humanitarias para que podamos asistir a estos niños y sus familias que ya han sufrido demasiado.
Si quieres ayudar a los niños de Siria, por favor haz tu donativo.
Post escrito por Belén Barbero, responsable de Contenidos de UNICEF Comité Español.