Yemen: 1.000 días de horror
El país está al borde de una de las hambrunas más terribles de la era moderna. Lo cuenta la representante de Unicef en Yemen
Conocí a Ali en septiembre en un hospital de Aden, al sur del país, en una zona bajo el control del Gobierno yemení del presidente Hadi, en su mayoría en el exilio, pero que visita el lugar de cuando en cuando. Ali estaba en el área de tratamiento del cólera y conectado a la vida a través de fluidos intravenosos. La poca que le quedaba.
Ali tiene siete años y no creo que pesara en aquel momento más de 15 kilos. Estaba literalmente en los huesos. La mirada perdida. Intentamos varias veces que nos hablara, pero él no estaba ahí, solo su cuerpo huesudo y su mirada perdida. Tragándome las lágrimas pregunté a su madre qué había pasado para que llegara tan tarde y en esas condiciones al hospital; me contó que le costó reunir las monedas que necesitaba para poder buscar un transporte hasta allí. No hay respuesta ante semejante injusticia.
Ali se salvó, pero muchos menores han muerto este año por causas totalmente prevenibles. Con ya dos años de conflicto a sus espaldas, la situación de las familias solo ha podido empeorar. Las tasas de desnutrición siguen siendo de las más altas del mundo, con casi dos millones de pequeños desnutridos y, de ellos, 385.000 con desnutrición severa aguda. Aunque Unicef provee tratamiento y cuidados a una gran parte de ellos en esta situación, muchos regresan de nuevo al programa de tratamiento porque en cuanto vuelven a sus casas no tienen nada que comer.
El cólera volverá porque las infraestructuras de salud en colapso y la falta de agua y alimentos son sus caldos de cultivo
En este contexto el brote de diarrea aguda (cólera) que ha asolado Yemen este año, afectando a casi un millón de personas, no pudo llegar en peor momento. El sistema de salud estaba ya colapsado, sin presupuesto por parte del Gobierno ni las autoridades de facto, con todos los profesionales de la salud sin cobrar desde octubre de 2016 y con la mitad de los centros de salud cerrados. Gracias al trabajo de Unicef, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras agencias de Naciones Unidas y ONG, se consiguió controlar el brote y manejar la situación. Pero el cólera volverá porque las infraestructuras de salud en colapso y la falta de agua y alimentos son sus caldos de cultivo. A esto hay que sumarle un brote de difteria que se está extendiendo en el país. Ahora mismo estamos todos concentrados en hacer llegar las vacunas necesarias, que con un poco de suerte (y mucho trabajo) llegarán a Saná.
La ayuda humanitaria entra en el país con
cuentagotas, pero no las importaciones comerciales. Así, los precios de
la comida, el combustible y el agua se han disparado
Hace unas semanas, los dos aliados en el norte del país que formaban el Gobierno de facto comienzan a distanciarse y a pelear entre ellos. En Saná murieron unas 200 personas, resultaron heridas más de 400 y, lo más significativo, murió el anterior presidente, líder de una de las facciones que controlaban el norte. Desde entonces el conflicto se ha recrudecido en la mayor parte del país. Se temen muchas más muertes, incertidumbre, más pobreza, y nada bueno para las niñas y niños como Ali, cuya infancia se ha visto interrumpida por este conflicto.
Solo pedimos a los hombres que deciden sobre este conflicto que, por favor, paren la guerra en Yemen ya
Estos días diciembre se cumplen 1.000 días de conflicto. 1.000 días de horror para pequeños como Ali. Solo pedimos a los hombres que deciden que, por favor, paren la guerra en Yemen ya. Que se encuentren soluciones a este conflicto que tantas vidas inocentes se está llevando por delante.
Meritxell Relaño es representante de UNICEF en Yemen.
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