viernes, 3 de mayo de 2013

AMlNATA TRAORÉ



“Para ayudar a África hay que comprenderla primero”

MALÍ, 1947

Ministra de Cultura y Turismo entre 1997 y 2000. Activista política y escritora. Es cofundadora del Forum Social Africano. Fue Directora Regional del Programa de Fomento de la Participación de la Mujer del PNUD. En la actualidad dirige el Centro Amadou Hampate BA para el desarrollo humano y es autora de diversos libros.

Esta mujer de mirada clara y sonrisa amplia nos recibe en el hall de un hotel en Madrid antes de participar como ponente en el 25º aniversario del Instituto de la Mujer. No es su primera estancia en Madrid, está acostumbrada a viajar y a participar en conferencias, seminarios y otros eventos. Es considerada una de las voces más críticas contra la globalización y las políticas económicas que se aplican en los países africanos. Denuncia con firmeza la competencia desleal de los países occidentales que subsidian a sus agricultores mientras que piden liberalización y apertura de mercados a los países africanos. Traoré es miembro del Grupo de los 19 que firmaron en Porto Alegre, en 2005, el “Manifiesto De Porto Alegre: Doce Propuestas para Otro Mundo Posible”, que, entre otras cosas, denuncia esta situación. 



“Se considera que, para afrontar la pobreza, nuestro continente debe insertarse imperativamente en la mundialización. Pero esto es falso. La violencia del sistema mundial y su diseño mercantilista y deshumanizante no traerá el bienestar a África”. Aminata cree en la gente, en su capacidad creadora para transformar la realidad, pero para ello las personas tienen que tener el espacio y las condiciones adecuadas. 



Cuando Aminata era niña, Malí obtuvo la independencia y los años que siguieron fueron de un gran optimismo, en el que se fundían la búsqueda personal y la nacional, con una gran esperanza en el futuro. Aminata es parte de esa generación que vivió el llamado “socialismo africano” encarnado por Modibo Keita. Proveniente de una familia de 11 hermanos, fue escolarizada y esto fue clave en toda su trayectoria. El Gobierno de Modibo Keita promovió la educación, pasando el índice de escolaridad del 4% al 20%. Nacionalizó las principales actividades económicas y promovió la industrialización. Luchó por la unidad del continente, por el no alineamiento y por una política exterior independiente, lo que le ganó el respeto de las fuerzas progresistas de toda África. Un golpe militar lo derrocó en noviembre de 1968 y puso fin a los grandes avances que se habían producido en el país. Los sueños se quebraron y Malí aplicó un modelo económico muy dependiente del exterior, orientado hacia la especialización agrícola, particularmente el monocultivo del algodón. Cuando los precios de este producto bajaron en los mercados internacionales, en la década de los setenta, este país acumuló una voluminosa deuda externa, que se ha convertido en un lastre para avanzar en el desarrollo del país. Además, la sustitución de los productos básicos para el consumo por el algodón para la exportación ha creado una gran inseguridad alimentaria. Malí es uno de los países más pobres de África. 



Por eso, con la llegada de la democracia, Aminata aceptó participar en la política, siendo Ministra de Cultura y Turismo entre 1997 y 2000. Posteriormente prosiguió su lucha como defensora de los derechos humanos. Puso todas sus energías en impulsar el Foro Social Africano, expresión regional del Foro Social Mundial. Este Foro ha tenido una gran relevancia, dado que pretende consolidar la capacidad de análisis, de acción y de movilización de los diferentes integrantes del movimiento social africano. Se trata de construir un espacio africano de elaboración de alternativas a la mundialización neoliberal y de definir nuevas estrategias políticas, financieras, culturales y medioambientales. Se trata de facilitar la emergencia de una nueva conciencia que, a través de foros y reuniones, articule las distintas iniciativas y propuestas. Para Aminata, la democracia participativa es el mejor horizonte para el hemisferio Sur, pero para ello es imprescindible la justicia y la equidad social, así como la capacidad ciudadana, para poder denunciar y evitar, por ejemplo, la competitividad de productos subvencionados por las grandes potencias. 



Aminata también reivindica un nuevo espacio de igualdad para las relaciones Norte-Sur, entre hombres y mujeres. Ella plantea la necesidad de cancelar la deuda externa y de modificar las políticas del Banco Mundial que, en la década de los ochenta, con sus programas de ajuste estructural, impidieron la ampliación de los servicios básicos para la población, como el acceso a la educación o la salud, y generaron más pobreza y desigualdad. Y un mayor apoyo a las mujeres que son un motor de cambio en las sociedades africanas. Aminata plantea que el problema para las mujeres en África es que todas sus energías siguen centradas en sobrevivir en una dura cotidianidad, donde conseguir alimentos, agua, o parir puede suponer la muerte. La mayoría de las mujeres no tienen la posibilidad de asistir a la escuela y son víctimas de prácticas tradicionales que las excluyen y marginan. “La mejor manera de luchar contra prácticas como la ablación es ofrecer a las mujeres mayores opciones como el acceso a la educación y la salud.”



Aminata cuestiona con firmeza el imaginario colectivo occidental basado en el consumo, en tener o no tener. El hecho de que Occidente considere que su forma de vida es la mejor posible hace que, sobre estos parámetros, se analice la realidad desde una posición de superioridad. Esta visión ha permitido la expoliación de África durante siglos. Aminata Traoré plantea que es preciso respetar la dignidad de los africanos, sus valores y espiritualidad, su capacidad para desarrollar modelos propios. En su libro La violación del imaginario, ella afirma: “El orden neoliberal quiere transformar las economías y sociedades africanas sin tener en cuenta a las personas, destruyendo su visión del mundo y de ellos mismos”. No considera que el pasado fuera un paraíso pero, a través de sus páginas, resalta cómo África debe saber extraer lo mejor de su patrimonio cultural y socio-religioso para avanzar en el desarrollo. “Todo pasa por las palabras” afirma, pero “la mayor parte de ellas no tiene traducción en nuestras lenguas, el Norte se ha apropiado del derecho de definir el mundo. La rehabilitación de nuestro imaginario violado es un reto económico, político y cultural. Debemos luchar por la reapropiación de nuestro destino”. 





La fascinación que irradia Aminata no sólo se debe a la contundencia de sus argumentos, sino a su actitud luchadora. Ella propone la “micro-resistencia contra la macro-dominación” y esto la ha llevado a promover iniciativas como la recuperación de una barriada de Bamako a partir de la movilización popular. “Toda mi vida desde que era niña ha estado marcada por el sentimiento de que había que hacer algo; yo sueño con que las cosas puedan ser diferentes. África no es pobre y tiene su dignidad. La creatividad es nuestra esperanza, incluida la creatividad política. Cuando vemos los desastres de hoy, las proezas tecnológicas, pero también los daños que producen las tecnologías, nos damos cuenta, una vez más, de que África posee unos valores sociales y culturales que pueden salvar el mundo. La igualdad de oportunidades y de respeto mutuo será fruto de que reconozcamos que las mismas políticas en cualquier lugar del mundo abren las mismas heridas”. Todos estamos en el mismo barco. Si dejamos que se hunda África dejaremos que se hunda el mundo.


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