martes, 24 de marzo de 2020

NOVENO DÍA DE ENCIERRO (9º)


Namaste,  espero que os encontréis bien y que estos días sirvan para conectarse con lo que es verdaderamente importante y ser capaces de distinguir la prisa de la urgencia, la lo relevante de lo superfluo, lo que nos angustia de lo que nos hace sanar, el sacrificio de la obligación, el bien común de la necesidad individual,...

No sé si mis alumnado visiona algo de lo que subo, las visitas oscilan entre veinte y dieciocho,  sólo tengo constancia de que me lee Abdul Rehman y Hanzada junto a su hermano Musa. Sé que es difícil sin ordenador, sólo a través del móvil pero sigo emitiendo.

Pienso en los móviles y en cómo para una persona extranjera son artículos de primera necesidad porque a través de ellos mantienen contacto con sus familias, logran conectar con el amigo que tienen que en la sociedad  de acogida, se comunican en otra lengua que no es la suya con ayuda de los traductores, buscan vivienda, están las fotos de álbum familiar, ... Hace unos años hice un trabajo con una clase de 5ºPrimaria y el chico rumano que tenía en aquel cole. Ellos entendieron muy bien que era prioritario un móvil  ante todo, primero que unos zapatos. Y realizamos un vídeo para mostrar todo lo que aprendieron. Podéis ver este trabajo en la pestaña LA LLAMADA DEL EMIGRANTE

Hoy al echar la vista atrás creo que nos faltó algo muy importante, que es el acceso a la sanidad, a entender lo que te dice el médico, más allá de lo que es conjugar el verbo doler que solemos trabajar. Mostrar la soledad tan inmensa que se siente, el desarraigo tan fuerte que se experimenta cunado te enfrentas a una enfermedad compleja y dura como el  cáncer sin entender a penas más allá de bien, mal, fiebre sí,  no, está bien, tomar una, media,.. Cuando un escaner o una resonancia se convierte en una fotografía del cuerpo, y no se entiende qué consecuencias tiene el tratamiento, qué es lo que va a pasar. No puedes preguntar. No entiendes lo que te cuentan en su mayor parte. El traductor que te facilitan no está todo el tiempo que lo necesitas, y cuando está muchas veces no habla la lengua que tú hablas, sino dialectos que interpretas desde el deseo de que esté todo bien.  La mente busca un salvavidas, una esperanza. El corazón busca una luz a la que aferrarse para mitigar la soledad del aislamiento, las voces que no cesan de decirte qué hacer  y no te preguntan qué necesitas, qué sientes, a qué temes. Y construyes el muro, la barrera infranqueable en la que no dejas que vean tus emociones,  y empiezas a acumular tensión, dolor, miedo, caes en el silencio abisal. Te sientes hueca, vacía, y sigues la rutina que marcan las tomas,... y te pierdes en una maraña tan negra que no distingues la luz de la oscuridad, mientras las cuentas del rosario se deslizan entre los dedos y tragas lágrimas. 

No podemos permitir que las lenguas sean barreras, sean cadenas, sena jaulas. Las lenguas deberían ser alas, agua que fluye,... 

Pongámonos en el lugar del otro, calcémonos sus zapatos por unos momentos y tratemos de mirar a los ojos con tiempo, conocer a quien tenemos enfrente y escucharle con los cinco sentidos, no sólo en lo que dice, sino en lo que silencia, lo que expresa su cuerpo, su postura, ... Aprendamos a leer lo no verbal, lo verbal, el contexto en el que habita, sus condiciones de vida, su historia de vida. Atrevámonos a mirarnos en ese espejo. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario