los afganos, las primeras víctimas
Turquía deporta refugiados a "zonas de guerra" al hilo del acuerdo con la UE
Los
ciudadanos de Afganistán son los grandes perjudicados de la crisis y la
reacción de las autoridades turcas y europeas. Decenas están siendo ya
enviados de vuelta a su país
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“Los guardacostas turcos nos detuvieron frente a la costa de Izmir”, explica Husein con la voz entrecortada. Dice que viajaba en bote “con otros 37 afganos” hasta que fueron arrestados y enviados a un centro de detención de refugiados. “Nos llevaron a un campamento y después a una celda donde estuvimos encerrados durante cinco días”, explica. Fue en el centro de detención, cercano a la ciudad costera, donde las autoridades le obligaron “a firmar un documento de deportación”. Husein no comprendió los detalles del escrito hasta que otro compañero lo tradujo. “Me dijo que eran papeles para asumir voluntariamente la devolución”.
"Ni siquiera se había secado la tinta del acuerdo UE-Turquía cuando varias decenas de personas afganas fueron devueltas a un país donde su vida podría estar en peligro. Este recentísimo episodio pone de relieve el riesgo de devolver a solicitantes de asilo a Turquía y las repercusiones que tendrá probablemente el acuerdo para las personas refugiadas en tránsito en Turquía", declaró John Dalhuisen, director para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional, al referirse a esta deportación que tuvo lugar hace dos semanas. Además, según fuentes dentro de la zona de detención del aeropuerto de Atatürk (Estambul), hace al menos un mes que varias familias afganas y paquistaníes están encerradas en una de las salas.
Centros de detención y malos tratos
“La Unión Europea está en peligro de ser cómplice de una seria violación de los derechos humanos contra los refugiados y los solicitantes de asilo”, afirmó Amnistía Internacional el pasado mes de diciembre cuando hizo público su informe “El Guarda de Europa” ("Europe’s Gatekeeper"). En él, denunció las detenciones de los refugiados por las autoridades turcas así como las deportaciones forzosas a “zonas de guerra”. “La presión de refugiados y solicitantes de asilo para que vuelvan a países como Siria o Irak no sólo es inmoral, sino que rompe la ley internacional”, declaró John Dalhuisen.Esta organización denuncia que los centros están siendo financiados por la UE con material como camas, toallas y armarios. “Instrumento para el Programa de Preacceso: UE contribuye con el 85%, Contribución Nacional, 15%”, puede leerse en algunas etiquetas. De hecho, Europa va a ampliar su financiación a los centros de refugiados en Turquía. El borrador del Plan de Acción del 6 de octubre de 2015, apuntaba que “se dará prioridad a la apertura de seis centros de recepción de refugiados construídos con cofinanciación de la UE”. Según AI, una delegación turca les confirmó que esos centros iban a ser de detención. “Bajo estas etiquetas (de la UE) hemos sido torturados”, declaró un refugiado sirio a esta organización.
Los 'refugiados invisibles' de Afganistán
“No puedo hablar por teléfono”, recuerda Hasan Reza, uno de los colaboradores del Grupo Coordinador de Refugiados Afganos en Turquía, que ofrece asesoramiento legal y traducción. “(Nuestra organización) no es legal…”, recuerda. Los afganos son uno de los colectivos con menos protección en el país, su estatus es incluso peor que el de otros solicitantes de asilo. En Turquía sólo se aplica la categoría de 'refugiado' a los ciudadanos europeos, debido a una cláusula especial añadida en el momento de la firma de la Convención Internacional sobre Refugiados. Los afganos son denominados los 'refugiados invisibles', están obligados a vivir en el olvido. Es, quizá, la población refugiada más longeva de la región. Han estado huyendo de una guerra desde la invasión soviética de Afganistán en 1979.A pesar de que tienen acceso a sanidad primaria y a educación, los afganos de Turquía viven en condiciones miserables. “Todos desempeñan trabajos ilegales (no tienen acceso al permiso de trabajo), con salarios muy bajos y jornadas interminables”, explica Hekmat. La mayoría de ellos están “atrapados” mientras ahorran dinero para viajar de manera ilegal a la Unión Europea. Así lo explicó a este diario Mustafa Qanbari, un jóven de 22 años que comenzó trabajando 12 horas diarias como camarero en Estambul, sin ningún día libre a la semana, por 600 liras turcas (200 euros) al mes. Además, cada dos semanas debe “fichar” en la ciudad de Yalova (cerca de Estambul), su destino de residencia. Debido a su intenso trabajo, no ha tenido tiempo de acudir a las últimas tres citas y tiene que afrontar una multa de 400 liras turcas o será deporado, también, de vuelta a Afganistán.
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