Este 2016 bate el trágico récord de migrantes muertos en el Mediterráneo
Al menos 3.800 personas han perdido la vida en el mar al tratar de llegar a Europa
Madrid
Aún no ha terminado el año y la crisis migratoria
acaba de arrojar otro dato escalofriante para Europa. Este 2016 ya es
el año más mortífero de la historia en la ruta del Mediterráneo, la más
peligrosa para aquellos inmigrantes y refugiados que buscan un futuro en
algún lugar del Unión Europea (UE). Al menos 3.800 personas han perdido
la vida o han desaparecido este año en el Mediterráneo, según las
últimas cifras de la ONU publicadas este miércoles. En 2015, año en que
la mayor crisis migratoria desde la Segunda Guerra Mundial llegaba con
fuerza al territorio comunitario, los fallecidos durante la travesía
marítima fueron 3.771.
"Podemos confirmar que al menos 3.800 personas han desaparecido o
muerto en el Mediterráneo este año", ha declarado este miércoles William
Spindler, portavoz de Acnur
(la agencia de la ONU para los refugiados) desde Ginebra. Con este
número, 2016 se convierte en el año más mortífero de los últimos diez,
cuando la ONU comenzó a registrar las llegadas y los fallecimientos en
esta ruta. El dato es más estremecedor si se tiene en cuenta que las
llegadas a Europa a través del mar fueron considerablemente mayores el
año pasado que este año. En 2015 llegaron a las costas comunitarias más
de un millón de personas y fallecieron 3.771, poco menos que este año.
La diferencia está, pues, en las llegadas este año: 327.846, según
Acnur. En definitiva, en estos diez meses de 2016 han llegado muchos
menos migrantes, pero han muerto más en el trayecto.
En estos 3.800 fallecimientos de 2016, Acnur ha incluido las muertes sucedidas en la ruta del mar Egeo —donde desde que el pacto migratorio entre la UE y Turquía
entró en vigor la pasada primavera los flujos han ido disminuyendo—,
las muertes en la parte central que une Libia con Italia —donde se
desarrolla el grueso de la tragedia— y España, donde este año han
llegado por mar 4.971 personas de las que 62 perdieron la vida, según la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Las condiciones meteorológicas empeoran conforme se acerca el
invierno y la situación política y de seguridad en Libia —desde donde
parten las barcas de goma o de madera con cientos de migrantes a bordo—
no tiene visos de mejorar. Estos factores, sumados a que las mafias
trabajan de una forma muy organizada —casi a "nivel industrial", según
explica por teléfono Spindler— hace que el número de arribados (153.632 a
Italia, 169.243 en Grecia y 4.971 en España en lo que va de 2016) y
fallecidos, no deje de aumentar. Y a las cifras se remite; en 2012 la
ONU registró 500 muertes en alta mar, 600 en 2013, 3.500 en 2014, 3.771
en 2015 y 3.800 —nueva marca— en los primeros diez meses de 2016. "Es seguro que esta cifra aumentará, y lo hará en las próximas semanas", anuncia Spindler.
Además, las embarcaciones en las que los traficantes hacinan a los miles de migrantes que huyen de sus países (Nigeria, Eritrea, Gambia, Somalia...) cada vez son de peor calidad. "La marina italiana quema las barcas de goma y madera en la que viajaban los migrantes para que no sean reutilizadas, lo que significa que las embarcaciones nuevas escasean". Por tanto, según explica este portavoz, los traficantes han empezado a utilizar "cualquier cosa que tienen a mano" para lanzar al mar a estas personas desesperadas por alcanzar las costas europeas.
Precisamente este martes, uno de los barcos que Médicos sin Fronteras tiene fletado, el Bourbon Argos, halló 25 cadáveres de hombres y mujeres —la organización no confirma si había menores— flotando en las aguas del Mediterráneo. "Ha sido terrible", describe Tommaso Fabri, coordinador general de MSF en Italia. Los cuerpos, según un comunicado de la ONG, estaban embadurnados en combustible. Fuentes de la organización advierten, además, de que ha habido un aumento en los rescates con fallecidos en las últimas semanas.
La organización lleva efectuando rescates en el Mediterráneo central desde 2015 y aseguran que es un trabajo que no quieren hacer. "Hacemos el trabajo que deberían llevar a cabo las instituciones", denuncia Fabri.
Los menores
La del Mediterráneo, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo,se lleva por delante también la vida y el futuro de los niños. En las barcas, que los traficantes llenan literalmente hasta los bordes, viajan menores de edad, niños, adolescentes solos y hasta bebés. Los menores de 18 años que este 2016 han llegado a las costas italianas representan el 16%, y fuentes de Acnur estiman que también ese es el porcentaje de menores fallecidos. "Aun no tenemos cifras oficiales", matizan.
El hecho de que la ruta del Egeo esté prácticamente inutilizada, con a penas un centenar de llegadas diarias, no es, al contrario de lo que muchos puedan pensar, un factor determinante para el aumento en las muertes en el Mediterráneo central, ilustra la ONU. "Hasta ahora no hemos notado un aumento de sirios, iraquíes o afganos en las barcas que salen desde Libia", apunta. "Son todos subsaharianos".
Paradójicamente, y según reconocen fuentes de la ONU, el aumento más drástico de muertes en la ruta mediterránea (entre 2013 y 2014) coincide con un aumento considerable de los efectivos de rescate en el mar. "En esas fechas la operación [de vigilancia y rescate de la UE] Mare Nostrum se dio por finalizada y varias ONG y particulares intentaron llenar ese hueco", explican las misma fuentes que añaden, sin embargo, que ese espacio se llenó "hasta cierto punto".
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Además, las embarcaciones en las que los traficantes hacinan a los miles de migrantes que huyen de sus países (Nigeria, Eritrea, Gambia, Somalia...) cada vez son de peor calidad. "La marina italiana quema las barcas de goma y madera en la que viajaban los migrantes para que no sean reutilizadas, lo que significa que las embarcaciones nuevas escasean". Por tanto, según explica este portavoz, los traficantes han empezado a utilizar "cualquier cosa que tienen a mano" para lanzar al mar a estas personas desesperadas por alcanzar las costas europeas.
Precisamente este martes, uno de los barcos que Médicos sin Fronteras tiene fletado, el Bourbon Argos, halló 25 cadáveres de hombres y mujeres —la organización no confirma si había menores— flotando en las aguas del Mediterráneo. "Ha sido terrible", describe Tommaso Fabri, coordinador general de MSF en Italia. Los cuerpos, según un comunicado de la ONG, estaban embadurnados en combustible. Fuentes de la organización advierten, además, de que ha habido un aumento en los rescates con fallecidos en las últimas semanas.
La organización lleva efectuando rescates en el Mediterráneo central desde 2015 y aseguran que es un trabajo que no quieren hacer. "Hacemos el trabajo que deberían llevar a cabo las instituciones", denuncia Fabri.
Los menores
La del Mediterráneo, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo,se lleva por delante también la vida y el futuro de los niños. En las barcas, que los traficantes llenan literalmente hasta los bordes, viajan menores de edad, niños, adolescentes solos y hasta bebés. Los menores de 18 años que este 2016 han llegado a las costas italianas representan el 16%, y fuentes de Acnur estiman que también ese es el porcentaje de menores fallecidos. "Aun no tenemos cifras oficiales", matizan.
El hecho de que la ruta del Egeo esté prácticamente inutilizada, con a penas un centenar de llegadas diarias, no es, al contrario de lo que muchos puedan pensar, un factor determinante para el aumento en las muertes en el Mediterráneo central, ilustra la ONU. "Hasta ahora no hemos notado un aumento de sirios, iraquíes o afganos en las barcas que salen desde Libia", apunta. "Son todos subsaharianos".
Paradójicamente, y según reconocen fuentes de la ONU, el aumento más drástico de muertes en la ruta mediterránea (entre 2013 y 2014) coincide con un aumento considerable de los efectivos de rescate en el mar. "En esas fechas la operación [de vigilancia y rescate de la UE] Mare Nostrum se dio por finalizada y varias ONG y particulares intentaron llenar ese hueco", explican las misma fuentes que añaden, sin embargo, que ese espacio se llenó "hasta cierto punto".
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