domingo, 10 de noviembre de 2013

Los gitanos españoles han cambiado más en tres décadas que en seis siglos

Soledad y Rufino de Murcia
Soledad Fernández y Rufino Santiago, haciendo los deberes en las aulas Promociona de Murcia
Hablar de gitanos hoy es hablar de avances, pero sobre todo de retos. Cuando nuestro Estado de Bienestar se tambalea son los más vulnerables los que sufren los estragos de la crisis y de las políticas de austeridad.
La comunidad gitana (en España unas 700.000 personas) es uno de esos grupos que hoy tiene dificultades para acceder a un puesto de trabajo decente; que observan cómo sus chicos dejan las aulas durante la educación “obligatoria”, o que en algunos casos todavía vive en condiciones indignas. Pero si echamos la vista atrás, reconocemos en la comunidad gitana el esfuerzo por conquistar la ciudadanía y los pasos de gigante dados en las últimas décadas para alcanzar la igualdad.

¿Avance? Qué avance, se preguntarán ustedes si tienen en la mente la imagen estereotipada que trasladan en tantas ocasiones algunos programas televisivos. Si lanzamos las preguntas de cuántos gitanos viven en chabolas o cuántos niños y niñas están escolarizados, muchos se sorprenderán con las respuestas. Hay una realidad invisible en la que se mueve la gran mayoría de la comunidad gitana española. Y ahí van los datos: solamente el 4% vive en chabolas. El 93,2% de niños y niñas están escolarizados en la etapa primaria y han avanzado, y mucho, en su formación. Y hablamos de avance porque, por ejemplo, a principios de los noventa el 31% residía en infraviviendas (viviendas extremadamente deterioradas, entre ellas las chabolas), frente al 12% de 2007; o en los ochenta, los gitanos acudían a escuelas separadas, algo que hoy resulta inconcebible.
España es considerada en Europa un ejemplo en la inclusión social del pueblo gitano, y lo es porque ha puesto en marcha algunas iniciativas que están contribuyendo a ese avance. Considerado como “buena práctica”, el programa de empleo Acceder de la Fundación Secretariado Gitano, ha sido y es una puerta hacia el mercado laboral. Desde el año 2000, ha atendido a más de 63.000 personas y ha gestionado 43.000 contratos de trabajo. En diciembre del año pasado logró la autorización del Ministerio de Trabajo para funcionar como Agencia de Colocación. Y otra iniciativa más: el programa Promociona que ha puesto el foco en la educación Secundaria y quiere combatir el abandono de las aulas. Ese programa brinda apoyo escolar a niñas y niños gitanos, y está logrando que jóvenes formados de toda España sean hoy referentes a imitar para generaciones futuras.
Los gitanos del siglo XXI, sin renunciar a sus códigos culturales, se van abriendo camino en un mundo antes vetado para ellos y superan así los círculos de la exclusión. Hoy tenemos ya universitarios (todavía pocos) que están rompiendo estereotipos y que son protagonistas de lo que se denomina “modelo español”, para referirse al relativo éxito en la inclusión social de la población gitana.
Son esos jóvenes los motores del cambio de un modelo que se observa con atención desde Europa, una Europa que con las expulsiones indiscriminadas a ciudadanos romanís en países como Italia o Francia ha recordado fantasmas de otras épocas; una Europa que no ha censurado suficientemente algunas políticas antigitanas y en la que su mayor minoría étnica tiene aún muchos derechos que conquistar.


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