FÚTBOL
El portero del Racing B duerme en un colchón tirado en el suelo de las instalaciones de La Albericia
«La directiva del Racing me ha abandonado». Son palabras de Oumar Diaby, joven portero de Mali de 22 años, a quien su sueño de ser un profesional del fútbol se ha convertido en una pesadilla que espera termine pronto. El guardameta del filial racinguista no cobra desde agosto, le echaron del piso de alquiler donde residía, duerme con un colchón en el suelo en una habitación de 10 metros cuadrados, con la ropa acumulada de forma desordenada en la maleta ante la falta de armario y con una pequeña calefacción de aire prestada por un compañero para intentar paliar el frío del invierno. Y para acceder a su habitación, la número 9 del edificio multiusos de las instalaciones del Racing en La Albericia, debe saltar una de las vallas que rodean el edificio porque carece de llave de la entrada principal, la que da a la Avenida del Deporte. Incluso hasta la Policía Nacional, que tiene su sede al lado, intentó detenerle en alguna ocasión y él tuvo que contar su historia de película para evitarlo. Ahora ya saben que es Oumar, el portero del Racing B, una de las caras tristes que depara un club con más de 30 millones de euros de deuda y unos directivos ajenos a la sensibilidad.
Porque los jugadores de la primera plantilla y el cuerpo técnico lo están pasando mal por los impagos, llegando en algún caso a «circunstancias críticas», como reconocía el comunicado del lunes, pero el Racing también lo forman los chicos del filial, las categorías inferiores o el resto de empleados del club, entre los que se acumulan similares episodios.
«Cuando me llamó el Racing no me lo pensé». Oumar Diaby, que llegó a Cantabria en el año 2009 procedente de Lyon, tuvo el pasado verano ofertas del Tropezón, del Rayo Cantabria y de más equipos tras su notable temporada en el Bezana. Pero se decidió por el filial del centenario club, «un sueño» por las posibilidades de crecimiento futbolístico que le iba a aportar. Y a un solo paso del primer equipo. Pero apenas seis meses después, duerme en un colchón en el suelo...
Oumar firmó un contrato por un año con el Racing, con un sueldo mensual de en torno a los 450 euros y un piso compartido con otros compañeros cuyo alquiler pagaba el Racing. Pero el club sólo abonó la nómina y el alquiler de agosto. Y a partir de ahí, nada. En noviembre, la dueña del piso de Monte donde Oumar ya vivía sólo porque su compañero Stephane se marchó al no cobrar, decidió que no aguantaba más. Se presentó en casa y le dijo que el Racing no se estaba haciendo cargo del alquiler y que tenía que abandonar el piso. No quería, pero le tenía que echar. El joven portero se presentó en las oficinas del Sardinero una y otra vez con el objetivo de hablar con Ángel Lavín y resolver el problema. Hasta una vez lo hizo acompañado de la casera. Pero le fue imposible hablar con el presidente. O no estaba o no podía recibirle.
Historia de película
La solución que tomó fue acudir a las instalaciones de La Albericia donde entrena cada día, en busca de cobijo. Allí hay habitaciones, pero la primera noche tuvo que dormir en un sofá porque no había nadie que le atendiera o le ofreciese una solución. Y al día siguiente encontró una habitación abierta, la número 9. Y como si fuera un ‘okupa’, entró con su maleta y allí se ha quedado. Es su hogar. Días después por fin pudo hablar con Iñaki Urquijo, responsable de las categorías inferiores del Racing, que le dijo que se quedara. Sin más. Le dio las llaves de la habitación, pero no del acceso principal a las instalaciones, por lo que si regresa a ‘casa’ fuera de los horarios de uso de las instalaciones, tiene que saltar la valla cual ladrón.
Oumar intenta no pasar muchas horas allí, en la reducida habitación de diez metros cuadrados, ya que las únicas ocupaciones son la televisión que le ha dejado un amigo, el teléfono móvil y el ordenador portátil, a través del que se pone en contacto con su familia, repartida entre Malí, Suiza, Camerún y Francia. Sólo tiene un compañero de residencia, Fede Pareja, el central argentino que entrena desde principios de temporada con el primer equipo pero que no cuenta con ficha para jugar en otro de los extraños casos sin descifrar que llenan la historia del Racing.
Las noches se empezaron en convertir en interminables para Oumar. El sommier de la cama estaba «hecho un Cristo», el colchón le dejaba «marcas por todo el cuerpo» y la espalda empezó a sufrir dolores insoportables. Tuvo que tirar el colchón al suelo, por salud, no le quedaba más remedio. «Todos los días tenía que ir al fisioterapeuta del equipo por unos dolores de espalda que no podía aguantar. Así que él y mi entrenador César Anievas me recomendaron tirar el colchón al suelo. Y así duerme cada noche. El Racing le asegura que en breve arreglará los sommieres defectuosos, pero él sigue esperando. Como a las nóminas que le deben.
El portero africano ocupa los ratos libres entre sus compañeros de equipo y su novia, una joven santanderina, Jana Gómez, cuyas fotos son los únicos adornos de la habitación. «Me ayuda todos los días, me da dinero, me invita...», agradece. Sus compañeros también le ofrecen ir a desayunar, a comer o a cenar a las casas de sus familias. Y el cuerpo técnico también le ha dejado dinero. Vive de la caridad de los demás en una situación que es difícil de aguantar. «Todo el mundo se ha portado muy bien menos el Consejo de Administración. El cuerpo técnico, mis compañeros del filial, mi novia, se han preocupado; pero los directivos, jamás, al contrario, me han abandonado», reitera una y otra vez. «A ellos la cantera no les importa», sentencia.
Represalias
¿Las razones?. Oumar cree saber cuáles son. «Un directivo del club –cuyo nombre no quiso desvelar– me dijo que si quería llegar lejos en el Racing, si quería llegar donde estaban Sotres y Mario, tenía que firmar unos papeles con un representante amigo de la directiva», relata. ¿Eugenio Botas? Tampoco quiere decir su nombre. «Yo le contesté que no, que si había llegado hasta aquí había sido por mi trabajo, por mi rendimiento». En definitiva, no cedió a las presiones. Y luego se ha encontrado con el castigo. «Si llego a haber firmado con ese representante, me imagino que me habrían hecho caso, no estaría viviendo esto».
Pero el joven jugador no quiere tirar la toalla, no quiere abandonar su sueño de ser futbolista profesional, por el que dejó a su familia y se lanzó a una aventura en solitario, que lleva más de cuatro años escribiendo desde Cantabria. «No era la situación que había soñado. Estoy solo, sin mi familia, sin cobrar, sin un buen techo bajo el que dormir. Si me lo dicen esto verano, no me lo creo». ¿Se arrepiente de haber fichado por el Racing? «En la parte deportiva, no, porque estoy trabajando con grandes entrenadores y estoy aprendiendo y mejorando mucho, lo que seguro me va a ayudar a dar el salto al fútbol profesional. Pero en lo demás, estar tanto tiempo sin cobrar es inaguantable», denuncia.
Oumar espera un inminente cambio de rumbo. «Si se va Lavín se podrá seguir adelante, pero que se vaya ya». El Racing B tampoco va a jugar el fin de semana, en apoyo al primer equipo, si no se marcha antes el presidente y su Consejo. Sería el fin de su pesadilla. Y la de muchos. Por el momento, el padre de su novia le ha ofrecido una habitación en la casa de su familia para que el cambio de rumbo en su vida empiece por un hogar en el que no tenga que saltar una valla cada día. Bastantes pone ya la vida.
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