El 22 de marzo de 2015 daba comienzo la guerra en Yemen entre los partidarios del presidente Mansur al-Hadi y los rebeldes hutíes. Una guerra que en dos años ha acabado con la vida de 12.000 civiles, ha generado tres millones y medio de desplazados internos y que el 83% de la población yemení esté en emergencia humanitaria. Todo ello con el beneplácito de los gobiernos y medios de comunicación occidentales que no se atreven a señalar a la coalición de países árabes que mantiene la ofensiva contra el movimiento hutí.
Arabia Saudí lidera la ofensiva y mantiene el bloqueo de ayuda humanitaria, bombardea escuelas, hospitales e incluso festejos de bodas. El silencio ante la tragedia que está sufriendo Yemen llevó a Eva Erill a fundar en julio de 2015 la única ONG española presente en el país de la península arábiga. Bajo el nombre Solidarios Sin Fronteras, Eva y sus dos compañeras -Noèlia Ruiz y Blanca de Goenechea- abastecen desde hace dos años de comida y agua a los yemeníes. Debido al aislamiento impuesto por la coalición, la organización solo puede llevar a cabo la compra de alimentos gracias a una mujer yemení -ex trabajadora de una compañía aérea- que distribuye la ayuda en el país.

¿Qué os motivó para crear Solidarios Sin Fronteras?

Había estado cuatro o cinco veces en Yemen viajando sola, eso hizo que conociera a gente, y de todos los países donde había estado es el que más me enamoró en su momento. Llevaba catorce años de cooperación en Etiopía y diferentes países colaborando en proyectos. Cuándo empieza la guerra en marzo de 2015, mis amigos yemeníes me empiezan a informar, a mandarme imágenes y documentándome veo que no hay ninguna ONG española en Yemen. Entonces fue cuando decidí crearla, me puse en contacto con una mujer yemení que se llama Faten y es nuestra project manager. En total, somos cuatro mujeres las que formamos el equipo y Faten es la única compañera que reparte la ayuda en Yemen. Ella está en Saná y al estar el país bajo bloqueo de entrada y salida, impide trabajar como se trabaja normalmente en otros países. Incluso en Siria se envían containers a través de la frontera turca, eso es imposible en Yemen. No se puede enviar nada, no se puede entrar, todos los puertos están bloqueados, el aeropuerto de la capital no funciona y es bombardeado cada dos por tres.

¿Cuál es la situación en Yemen dos años después del inicio de la guerra?

Es un país que no tiene gobierno, pero que a la vez tiene dos. El gobierno que está en el exilio en Arabia Saudí del expresidente Hadi, que es quien ordenó bombardear Yemen para recuperar su poder; y el gobierno rebelde del movimiento hutí, que ha tomado la capital y tiene bajo su control gran parte del país. Ningún gobierno está reconocido internacionalmente. Con lo cual, en un país así es muy difícil trabajar y la única forma es el envío de dinero teniendo alguien dentro del país. La crisis es tan bestia que enviar dinero a alguien que no es de tu absoluta confianza implicaría que ese dinero no llegara a su destino.

¿En qué ciudades estáis trabajando?

Estamos dando comida en Saná, ‘Amran o Al Hudaydah -que es una de las ciudades más afectadas y que sufre bombardeos constantes porque alberga el segundo puerto del país-. Hemos repartido ayuda en Adén y Taiz, que es la que más desplazados internos está teniendo. Además, tenemos un proyecto de reconstrucción de casas en la isla de Socotra -cerca de Somalia- que es una isla muy desconocida, que no tiene bombardeos como tal, pero desde la guerra se ha quedado totalmente aislada y dos huracanes en noviembre de 2015 la devastaron.

¿Qué tipo de ayuda y proyectos estáis llevando a cabo en Yemen?

Empezamos repartiendo cajas de comida básicas, entre diez y quince cajas a familias. Después de cuatro proyectos, en la actualidad estamos repartiendo entre 100 y 150 cajas que contienen quince kilos de arroz, quince de harina blanca, quince de harina roja, huevos, pasta, legumbres, aceite, sal y azúcar. Está pensada para una familia de 6 miembros y un mes entero de duración. Los huevos los hemos incorporado hace poco porque los niños se están muriendo y necesitan proteínas, si no hay carne ni pescado al menos tienen que tener algún tipo de proteína. Hemos ampliado al campo de refugiados de ‘Amran. Ese fue nuestro primer proyecto que era repartir comida porque en Yemen hay un 83% de población en emergencia humanitaria, es la mayor emergencia alimentaria del mundo.
15.000 personas se quedaron sin casa debido a los huracanes
Al poco tiempo empezamos con el proyecto de agua, porque en el país no hay agua potable. Yemen ya era el país más pobre de la zona antes de la guerra y uno de los países del mundo con menos agua. Como el agua se tiene que sacar del subsuelo y el bloqueo de la coalición impide entrada de carburante, se han quedado sin agua. Empezamos con la instalación de depósitos de agua y hemos suministrado 400.000 litros de agua. Repartimos 48.000 litros al mes y cuando alcancemos el cuarto depósito llegaremos a 64.000 litros al mes. Estamos en torno a las 10.000 personas alimentadas. Más tarde empezamos con el proyecto de reconstrucción de casas en Socotra y de las 50.000 personas que habitan la isla, 15.000 se quedaron sin casa debido a los huracanes. Hemos reconstruido 120 casas, en Socotra las familias son de diez miembros, así que estamos hablando de 1.200 personas a las que se ha logrado recuperar la casa.

¿Qué apoyos económicos estáis recibiendo?

Vivimos y funcionamos al cien por cien con donaciones particulares, no tenemos ninguna subvención, ni ninguna empresa detrás. La guerra de Yemen está totalmente silenciada y si no sale en los medios no existe. Una de nuestras mayores luchas es dar voz a esta guerra, porque en Europa parece que refugiados solo son los que llegan a nuestras costas. Nos encontramos con casos tan sangrantes como alguien que te dice que su ayuda la quiere para un niño sirio porque son los que ve en la televisión. Hay un elemento muy perverso y es considerar refugiados únicamente a los que tocan nuestro estado del bienestar. En Yemen ahora mismo hay más de tres millones y medio de personas desplazadas internas viviendo en campos de refugiados que van surgiendo de la nada. Esa gente no existe porque el yemení, a diferencia de un sirio, era mucho más pobre antes de la guerra y la relación con Europa era inexistente. En cambio, Siria era un país turístico con frontera con Turquía y había una clase media que es la que está intentando llegar a Europa. Un yemení no puede permitirse pagar a mafias y Europa es un destino imposible. Sus únicas vías de salida son cruzando el mar hacia Yibuti, Somalia y Etiopía que están en una situación desastrosa con millones de desplazados internos. Por el norte y el este están todos los países de la coalición que les están bombardeando.

¿Por qué hay un silencio global sobre la guerra en Yemen?

La guerra permanece en silencio debido a las relaciones existentes con Arabia Saudí. Medio mundo la está vendiendo armas, empezando por España que ha triplicado la venta de armas y Felipe VI acaba de ir a vender las cinco corbetas famosas que se harán en Cádiz para bloquear los puertos, la entrada de comida y que la población muera de hambre, que todo el mundo lo sepa.

¿Qué perspectivas hay de cara a la población?

Las perspectivas son malísimas porque Estados Unidos ha anunciado que va a aumentar su participación en Yemen. Eso significa más bloqueo, más barcos de guerra y más apoyo logístico a Arabia Saudí. De hecho, la ONU debería haber declarado de la hambruna en Yemen hace mucho tiempo y no la está declarando por intereses políticos. Las Naciones Unidas es un organismo norteamericano, con socios americanos y que ha nombrado como director de derechos humanos a Arabia Saudí.

¿En qué hubiera ayudado técnicamente la declaración de hambruna?

La ONU podría evitar la guerra e invertir en ayuda humanitaría
Los países se hubieran visto obligados a destinar la ayuda a Yemen porque si se declara la hambruna, hay unos mínimos que se deben aportar. Pero para declarar la hambruna hay que dar unas causas que implican a ciertos gobiernos. La ONU dice, pero no dice. De tanto en tanto saca esas estadísticas a través de ACNUR o UNICEF, pero está permitiendo todo lo que está pasando en Yemen. Es el organismo que podía estar evitando la guerra, que tiene el dinero para la ayuda humanitaria y no lo está repartiendo. No solo en Yemen, en Sudán del Sur y muchos otros lugares.

¿Qué tipo de ayuda o de recursos hacen más falta en Yemen?

Es algo que le decimos mucho a la gente que quiere colaborar, la gente es solidaria hasta que hay que rascarse el bolsillo. Nos escriben mucho para decirnos que tienen ropa que quieren dar, pero en Yemen solo podemos funcionar con el dinero para la compra de la comida y el agua debido al bloqueo. La única ventaja de trabajar con tantos impedimentos es que el dinero se queda en la economía local. Toda la comida se compra a pequeños comerciantes que, aunque haya bloqueo, siempre acaba llegando a los comercios algo de comida. El agua se la estamos pagando a un señor que tiene un camión cisterna que, con lo que nosotros le pagamos, consigue mantener a su familia y pagar a los dos chicos que le ayudan a cargar el agua.
Ahora mismo tenemos en marcha el cuarto crowdfunding a través de la herramienta Teaming. Es muy valioso porque no pedimos grandes cantidades de dinero. En vez de pedir 10.000 euros a una persona, pedimos un euro a 10.000 personas. El proyecto de agua lo empezamos a realizar a través de esta plataforma pidiendo un euro a mucha gente. Para abastecer de agua llegamos, pero seguimos necesitando donaciones de cantidades mayores para poder financiar los 7.200 euros que nos gastamos en cajas de comida.
(FUENTE ORIGINAL, DIARIO PÚBLICO, 03/04/2017)
www.publico.es/internacional/relaciones-comerciales-espana-arabia-saudi.html