La razón es siempre más poderosa que la emoción, pues se basa en un
proceso cerebral más evolucionado, pero tiene un talón de Aquiles: es
lenta, necesita tiempo para triunfar. Por el contrario, la emoción es
automática y rápida, pues evolucionó para responder a necesidades
urgentes e imperiosas.
Si no le damos tiempo a la razón la emoción siempre gana y es quien
determina nuestro comportamiento y las decisiones que tomamos. No
obstante, la fuerza de la razón está en su capacidad para modificar
nuestras emociones al permitirnos ver las cosas de otra manera. Una
emoción indeseable sólo la puede cambiar otra emoción más poderosa que
ella y esa otra emoción sólo la puede generar un buen razonamiento.
La inteligencia emocional no es algo nuevo, es, simplemente, la
capacidad que tenemos los humanos para gestionar nuestras emociones y
conseguir bienestar utilizando la razón.
Catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia y la
Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona
https://www.youtube.com/watch?v=o2rh3f5wlvM
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