Yaye Bayem Diouf, senegalesa
Presidenta
de las Madres y Viudas de los cayucos. Perdió a su único
hijo en el trayecto entre Senegal y las Canarias Invitada por CEAR
(Comisión Española de Ayuda al Refugiado) y la Fundación CEAR, impulsa
los proyectos para el desarrollo de poblaciones que han perdido a muchos
de sus jóvenes Y sensibiliza sobre las causas de la inmigración
africana y apoya a los proyectos sociales que su asociación está
desarrollando en Thiaroye Sur Mer, población costera que ha perdido a
muchos de sus hombres.
Yaye
Bayem, de 48 años, organizó tras perder a su único hijo una asociación
que agrupa a más de medio millar de familiares de víctimas de los
cayucos en Thiaroye. Unas familias que, además de haber perdido a sus
seres queridos, se enfrentan al desamparo social, con las deudas que
contrajeron para costear el viaje a Europa en busca de una vida digna y
sin ningún apoyo económico
o psicológico. La asociación que preside pretende enfrentar estas
carencias,y ha concedido ya numerosos microcréditos a mujeres víctimas
de la migración clandestina para el desarrollo de alternativas
laborales. Durante su visita a España, Yaye Bayem se reunió con
instituciones políticas y sociales y con empresarios, y dió a conocer
la voz que pocas veces se oye, la de las y los africanos para los que
la emigración a Europa es muchas veces una tragedia, en la que se
pierden miles de jóvenes que son la mejor esperanza de futuro de este
continente herido. Senegal es uno de los países golpeados por este
drama. Sus principales sectores productivos, la agricultura y la pesca,
han quedado en la ruina a consecuencia de las implacables leyes del
mercado mundial. Las flotas de los países desarrollados han esquilmado
sus bancos de pesca y el imparable aumento del precio del carburante ha
supuesto que la pesca artesanal deje de ser rentable. Por otra
parte, los precios internacionales del cacahuete y el algodón, los
principales cultivos del país, se han derrumbado debido a las políticas
proteccionistas de los países desarrollados y su producción casi ha
desaparecido. La crisis de la economía tradicional senegalesa ha
desencadenado un éxodo hacia las ciudades, pero éstas carecen de tejido
industrial suficiente para absorber esta mano de obra. En consecuencia,
ante los jóvenes senegaleses aparece la opción de emprender viaje hacia
Canarias a bordo de unas frágiles embarcaciones como la única
posibilidad para escapar de la miseria.
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