Hemos tenido el privilegio y la suerte de entrevistar al escritor y activista Gonzalo Moure. Muy ligado a Bubisher, y que nos ha abierto las ventanas y puertas de un pueblo rico, acogedor y de gran corazón.
1. Si te parece bien, y no te importa, preséntate a nuestros lectores. Explayate lo que consideres.
No sé… Soy escritor, pero para mí esa palabra es muy parcial. Creo que escribo porque soy curioso, y me gusta contarles a los demás lo que descubro como fruto de esa curiosidad. No tengo mucha imaginación, o, si la tengo, es solo como un instrumento para crear una historia en la que contener el fruto de esa busca.
Es muy sencillo. Porque el mundo adulto está muy envarado, muy sujeto a lo que ya sabemos, a convenciones, a capas y capas de cultura heredada. Mientras que los niños y jóvenes se enfrentan al mundo con muchas menos reglas preestablecidas, y por eso su curiosidad, su capacidad para asombrarse por las cosas, su deseo de enfrentarse a lo aún desconocido se parecen a las mías.
3. Has escrito para varias editoriales, ¿cómo es el proceso de publicación? ¿Es complicado que te acepten manuscritos las editoriales? ¿Qué buscan estas en un escritor o escritora?
Uf, estaría horas hablando de eso. Trato de resumir. En la vía tradicional es un camino muy estrecho, un cuello de botella. Y solo se atraviesa con una de estas dos estrategias: o bien escribir lo que las editoriales creen que les puede dar muchas ventas y dinero, o bien presentarse a concursos literarios, donde (aunque no siempre) puede haber otros criterios. Hay excepciones, claro, editoriales pequeñas, muy honradas y comprometidas, pero que tienen pocos medios y pueden publicar poco. El otro camino ya existe: la red. En ella hay cientos de miles de jóvenes que en este momento están escribiendo algo que se encuentra a un click de distancia de cualquier lector de cualquier rincón del mundo. Y si se abren camino ahí, pueden empezar a pensar en editar en papel.
4. Tu obra es conocida por la atención que prestas a los problemas de tipo social. ¿Cuál ha sido la obra más dura de escribir por la temática que tratabas en ella?
Yo no diría dura. Ni tampoco me resigno a lo de los problemas de tipo social. Yo busco misterios del alma humana. Y cuando tengo que tocar algo “duro” lo hago igual que cuando trato algo hermoso. No diferencio. He escrito muchos libros en los que no hay nada de tipo social, pero ninguno en el que no haya una obsesión por la belleza y la verdad.
5. Tienes varias obras dedicadas al pueblo saharaui. ¿Qué te une a la problemática que sufren desde hace más de 40 años?
Bueno, fui allí por todo lo que he dicho antes. Por curiosidad. Porque había conocido a una fascinante niña saharaui que me hablaba de un lugar que era tan terrible como hermoso, con carencias occidentales, sí, pero con tesoros humanos difíciles de encontrar en nuestro mundo. Y al llegar allí comprendí la magnitud de su tragedia, y la injusticia de nuestro olvido. Y la paradójica belleza de su cultura y su situación. Y me fui sintiendo cada vez más comprometido con su futuro, sobre todo a través de la cultura, tratando de darles herramientas para que su voz fuera escuchada.
6. Sientes una gran conexión con el pueblo saharaui ¿Qué te aportan y qué les puedes aportar tu a ellos? Nos podrías contar alguna anécdota.
Me aportan, me han aportado en estos más de veinte años de contacto profundo, calidad humana. Generosidad, limpieza de cuerpo y alma. La primera noche que pasé allí estaba solo. Y un niño que me vio solo vino a regalarme un turbante para que no pasara frío, las primeras palabras en su lengua, el espectáculo indescriptible de “sus” estrellas. No me conocía de nada, fue por simple generosidad. Yo, les puedo aportar mi capacidad para que se conozca su existencia, su exilio, su sufrimiento, pero también la belleza de su cultura. Algún libro mío escrito en el Sáhara ha traspasado fronteras, se leen por miles y miles de escolares de rincones insólitos del mundo, pero sobre todo en España, que tanta responsabilidad tiene en su penosa situación.
7. ¿Qué puede aportar la literatura a un mundo en continuo conflicto?
La literatura es el laboratorio del hombre. En ella probamos nuevos caminos, nuevas formas de entender el mundo. Estoy seguro de que en los libros que van escribiendo ellos mismos está el mapa del tesoro, del tesoro de un mundo mejor, lejos del conflicto. Y trato de hacer lo mismo con lo que escribo, en lo que hago.
8. ¿Cuándo entraste a formar parte del proyecto Bubisher? ¿Qué te animo a participar de este proyecto, y qué te aporta?
Exactamente lo que decía hace un momento. Firmar manifiestos y asistir a manifestaciones está muy bien, es necesario, pero es mucho más útil tratar de que nazca una generación saharaui libre y culta, capaz de reinventar el mundo. Y me aporta paz. Me siento culpable a cada minuto, disfrutando de este mundo confortable que existe gracias a la explotación de los pueblos menos favorecidos. Trabajar diariamente en el Bubisher no me cura de esa rabia que siento, pero hago lo que puedo (aunque en realidad siempre se puede hacer más, lo sé.)
9. Y finalmente la pregunta del millón ¿qué podemos hacer las bibliotecas en la lucha por el respeto de los derechos humanos? ¿debemos involucrarnos en las problemáticas sociales que atontan el mundo, o por el contrario ser apolíticos?
10. Es que el primer derecho del hombre es el derecho al conocimiento. Las palabras se devalúan, y si hubiera dicho el “derecho a la cultura” no sería lo mismo. Cultura es conocimiento. Saber lo que otros piensan, conocer nuevos caminos. No se puede ser libre sin conocimiento. Por ejemplo, nadie hará nada por los refugiados del Sáhara si no sabe que existen. Escribir es el hecho más político que puede existir, porque es informar a los ciudadanos. Pretender ser apolítico es en realidad alejarse del ser humano, una pantalla para ocultar el egoísmo. Cuando me hablan del compromiso del escritor no digo nada nuevo, pero lo vuelvo a decir: compromiso con la verdad. Y, como decía Keats, con la belleza: “La verdad es belleza y la belleza verdad, y nada más necesitas saber”.
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