La vida secreta de la comunidad LGBTI de Pakistán
Caminando a paso rápido por el mercado de Sadar, en el centro de Karachi, Wajid Ali, de 46 años, es otro hombre más en el mercado.
Pero Wajid es gay, y si la gente de su entorno lo supiera, le resultaría imposible moverse con tanta soltura por la ciudad.
Hay lugares donde puede frecuentar a personas de mentalidad afín. El Parque Jahangir, a un par de kilómetros del mercado, es uno de ellos.
Es un lugar donde los hombres gays del barrio local relativamente pobre de Karachi se reúnen en secreto por las tardes.
“Nuestro comportamiento y nuestro estilo de vida nos hacen diferentes a la mayoría de la población, así que seguimos estando física y psicológicamente torturados. La verdad es que no hay ningún lugar seguro donde podamos hablar abiertamente de nuestra vida”, declaró en el Parque Jahangir a Equal Times un hombre gay que prefirió permanecer en el anonimato.
Cuando le preguntamos qué pasaría si la gente supiera que es gay, contestó que sería físicamente agredido y apaleado. “La gente lo consideraría una obligación moral y legal.”
Las cosas son ligeramente distintas para la población lesbiana, gay, bisexual, transgénero e intersexual (LGBTI) más acomodada de Karachi, que se reúne con frecuencia en fiestas y reuniones organizadas en la escena underground secreta de la ciudad. No tienen que preocuparse por encontrarse en los parques; ellos se comunican por Internet.
En Facebook hay más de una docena de grupos específicos para pakistaníes LGBTI.
Pero para los demás, mantener su identidad secreta – o adoptar una nueva – es la única opción.
En la conservadora sociedad pakistaní la homosexualidad está considerada tabú y existen ciertas leyes – aunque raramente se aplican – en virtud de las cuales los actos homosexuales se consideran ilegales.
Sin embargo esto no ha impedido que Pakistán fuese nombrado el año pasado número uno mundial en cuanto a búsquedas en Google del término “sexo transexual”, segundo en las búsquedas “hombre tirándose a hombre”, y tercero en “fotos de sexo gay”.
Wajid, activista de los derechos de los LGBTI, explicó a Equal Times que en casi todas las ciudades de Pakistán hay una floreciente red de activistas.
Aunque no existen estadísticas oficiales acerca de la población LGBTI de Pakistán, Wajid calcula que únicamente en Karachi – una ciudad de cerca de 20 millones de habitantes – la cifra supera las 50.000 personas.
“Nos sentamos juntos, hablamos por teléfono y nos comunicamos con regularidad para compartir nuestras experiencias”, dice.
“Pero todavía no nos hemos decidido a lanzar un movimiento público a favor de nuestros derechos, porque eso representa para nosotros una amenaza mortal.”
Ser transgénero es más aceptable que ser gay
Hablando del caso de una pareja de gays que fueron sorprendidos por la policía, Wajid explica a Equal Times que la única manera para los homosexuales de Pakistán de evitar correr serios peligros es pretender ser transgénero, porque es algo que está socialmente más aceptado.
La población trangénero de Pakistán – denominados khwaja seras, cortesanos transexuales, o, más vulgarmente, hijras, término que abarca a los hermafroditas, los transexuales, los eunucos y los travestis – narra con orgullo una historia en la que habían sido distinguidos sirvientes de las familias reales de emperadores musulmanes en los siglos XVIII y XIX.
Cuenta la leyenda que se les asignaron estas funciones porque así los emperadores podían estar seguros de que las mujeres transgéneros no tratarían de propasarse con sus reinas y princesas.
No obstante, con el tiempo, esta función fue evolucionando hasta convertirse en ‘organizadores de fiestas’ con ocasión de nacimientos y bodas en las familias musulmanes de clase baja-media de Pakistán, India y Bangladesh.
Incluso hoy día, no es raro que un grupo de mujeres transgéneros entren – sin invitación – en la casa donde acaba de nacer un niño y se pongan a bailar y a cantar para la familia a cambio de una pequeña aportación.
Pero tal y como lo explica Bindya Rana, líder de la comunidad transgénero, esta tradición está desapareciendo rápidamente, y las personas transgéneros son también objeto de la discriminación y la exclusión social.
“Nunca se nos ha otorgado lo que nos corresponde en cuanto a empleos decentes, a pesar del hecho demostrado de que los transgéneros pueden hacer trabajos igual de duros que los que realiza cualquier hombre”, declaró Rana a Equal Times en Karachi.
Hoy en día, el comercio del sexo, el baile y la mendicidad son algunas de las pocas opciones que les quedan a los 50.000-150.000 ciudadanos transgéneros que hay en Pakistán.
En 2012, el Tribunal Supremo de Pakistán accedió a que se añadiera en las tarjetas de identidad una categoría de “tercer género”, reforzando así sus derechos legales.
Pero la legislación no siempre se traduce en una práctica cotidiana.
Hace unos meses, el equipo de un canal de televisión privada llevó a cabo una redada nocturna en la casa de una mujer transgénero y lo retransmitió en directo en un programa sobre delincuencia.
Según Rana, este humillante episodio refleja una actitud subyacente de falta de respeto y una carencia de aceptación hacia las personas transgéneros, a pesar de las leyes. “Decidieron meterse con esta comunidad marginada simplemente para conseguir mayores índices de audiencia”, afirma Rana.
Mujeres que aman a mujeres
En la sociedad pakistaní, dominada por los hombres, ser lesbiana quizás sea la orientación sexual más arriesgada, porque el espacio para la libertad de las mujeres está de por sí muy limitado – cuanto más para las mujeres que aman a otras mujeres.
Según Rana Asif, de la Gender Interactive Alliance (GIA), si bien no existe ninguna base jurídica para la discriminación contra los LGBTI, la religión tiende a enturbiar esas aguas. “La Constitución pakistaní no restringe directamente los derechos de los gays ni de las lesbianas, pero la idea fundamental de la Constitución, que estipula que ninguna ley debe ser contraria al principio básico del Islam, niega a los gays y a las lesbianas el derecho de identidad, el derecho a contraer matrimonio y otros derechos de los cuales pueden disfrutar los homosexuales de otros países del mundo.”
Una modelo declaró a Equal Times, a condición de permanecer en el anonimato, que, si bien es verdad que en las industrias creativas hay un poco más de libertad, las mujeres gays en particular siguen evitando hacer públicas y notorias sus preferencias sexuales.
“Algunas chicas, sobre todo las más jóvenes, afirman sin reparos su interés por otras chicas, pero usted no encontrará a una sola que admita estar en una relación seria o querer casarse con otra mujer, porque saben que en Pakistán eso es imposible”, dice.
Wajid cree que llegará el día en que los ciudadanos y ciudadanas de Pakistán acepten a la comunidad LGBTI. Pero, hasta entonces, él tiene claro que no va a salir del armario.
“Los derechos de los gays son derechos humanos fundamentales, no es algo ajeno a este mundo.”
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