Difret: el coraje de las mujeres en la sociedad etíope
Basada en la historia real de Hirut, una niña de 14 años secuestrada antes de casarse según la práctica de la “Telefa”, la película Difret, primer largometraje del director etíope Zeresany Berhane Mehari, ilumina esta tradición predominante de las zonas rurales de Etiopía y muestra la indefensión de los derechos de mujeres y niñas. Un trabajo con un mensaje edificante aunque en términos narrativos algo agridulce.
La abogada Meaza Ashenafi (interpretada por Meron Getnet) es cofundadora de la organización no lucrativa Ethiopian Women Lawyers Association en la capital de Addis Abeba, Etiopía, y ofrece asesoría gratuita a las mujeres y a los defensores de sus derechos. La necesidad de este tipo de activismo es aún mayor en comunidades remotas como la de Hirut, interpretada por Tizita Hagere, que vive en una granja familiar.
Difret, que en lengua amárica significa coraje, comienza aquí. Un día de escuela soleado donde le comunican a la joven que pasará de curso por sus excelentes calificaciones. Pero la música y los planos ralentizados presagian la tragedia camino de su casa: es secuestrada por siete hombres armados a caballo, encerrada en una cabaña y violada esa misma noche por su “pretendiente”. Al día siguiente logrará escapar algunos metros con el fusil de su violador pero será alcanzada y acorralada en el bosque. La escena se resuelve en un guión premeditado: la pequeña Hirut termina matando a su violador de un disparo certero a bocajarro.
Desde aquí la película muestra dos realidades que comulgan en un mismo espacio. Por un lado, se encuentra la tradición local que es representada bajo una acacia en el pueblo de Hirut. El líder del consejo de sabios reúne a las dos partes afectadas –el padre del fallecido y el padre de Hirut– así como a todos los hombres, incluido el maestro de la escuela que ofrece un punto de vista transgresor. Fuerzas progresistas contra los defensores de la tradición. Un grupo ve el disparo como autodefensa, el otro como un asesinato que merece la ejecución de la ley del Talión.
En el polo opuesto el director Zeresany Berhane muestra el Estado moderno donde la burocracia se encarga de deshumanizar el proceso al que se está viendo sometida una adolescente de 14 años malherida y a la que se le niega la asistencia sanitaria por ser acusada de “asesina”. El sesgo crítico de Berhane es evidente al retratar a una sociedad profundamente machista en la que la figura de la mujer es reducida a una mera esencia formal. Una silueta desdibujada bajo los formalismos de la ley.
El matiz interesante es observar cómo a pesar de que la tradición se ha pervertido y permitido a los hombres no sólo raptar a las mujeres como práctica habitual antes del casamiento sino también justificar la violación, la justicia es dirimida en dos esferas irreconocibles: en un plano local y micro, y en un plano estatal donde los vínculos políticos y económicos tienen un poder deci
A pesar de que las imágenes de la cosmopolita y poblada ciudad de Addis son escasas más allá de alguna calle transitada en colores pasteles, es el contexto donde Maeza lucha. Una heroína que mantiene un combate contra la sociedad machista donde se ha criado. Sin embargo, su personaje en algunos momentos padece de falta de rigurosidad realista como se observa en una acción en la que intermedia por una mujer que es agredida verbalmente y físicamente por su marido. Maeza le espeta que perderá su trabajo si vuelve a golpear a su mujer subrayando la indignidad diaria a la que se ven sometidas las mujeres. Lo más convincente es la gama de los detalles sociales: la vestimenta occidental de Meaza, su diálogo desafiante contra la tradición y su vulnerabilidad ante las decisiones de un antiguo juez y amigo ya que “el peligro” de ser mujer es un trasfondo dramático que nunca desaparece en la película.
Además de ser una pieza sociológicamente importante por la que ha apostado su productora ejecutiva Angelina Jolie (que sin duda, ha ayudado a difundir el mensaje) Difret es también una historia sobre el fin de la inocencia y sobre cómo actos de fracciones de segundo crean cambios irreversibles. Entre 1995 y 2002 la organización de Maeza ayudó a más de 30.000 mujeres y niñas y el matrimonio por rapto fue ilegalizado y castigado con 5 años de prisión después del caso de Hirut. Maeza Ashenafi fue galardonada con el Premio África en 2003 y actualmente vive en Etiopía luchando contra la tradición de los secuestros. Precisamente hace un año saltaba la noticia que Tejnesh Leweg’neh, de 15 años de edad, de la región norte de Shoa, fue secuestrada por tres hombres en su camino al mercado. Ellos trataron de obligarla a aceptar casarse con uno de ellos, ella se negó y, un día después, la empujaron a un precipicio. Ahora Tejnesh está paralizada de cintura para abajo.
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