Muzoon Almellehan: la 'Malala siria' que quiere volver a su país
La estudiante siria de 17 años escapó de la guerra y de los campos
de refugiados junto a su familia el año pasado. Ahora en la ciudad
británica de Newcastle, trabaja en una campaña por la educación de las
mujeres
Muzoon explica por qué quiere regresar un día a Siria y habla de su amistad con Malala Yousafzai
Muzoon explica por qué quiere regresar un día a Siria y habla de su amistad con Malala Yousafzai
The Guardian
- Helen Pidd
Cinco días después de que la corriente
devolviera el cuerpo del pequeño refugiado sirio Alan Kurdi a una playa
de Turquía, David Cameron se decidió a actuar. La conmoción fue
demasiado grande. El 7 de septiembre, en su discurso frente a la Cámara
de los Comunes, el primer ministro del Reino Unido prometió que su país
reasentaría a 20.000 refugiados sirios durante lo que resta de
legislatura. "Al tomar esta medida, seguimos demostrando al mundo que
esta es una nación con una compasión extraordinaria, que siempre
defiende sus valores y ayuda a los que más lo necesitan", dijo a los
parlamentarios.
En ese momento la joven Muzoon
Almellehan, de 17 años, seguía en Jordania, a más de 3.000 kilómetros de
Westminster, completamente ajena al ataque de piedad que Cameron estaba
viviendo entre los sillones de cuero del Parlamento. En una tienda de
campaña miserable y lejos de sus amigos, Muzoon estudiaba intensamente
para unos exámenes nacionales que parecían no estar nunca a su alcance.
No porque no fuera inteligente (la joven siria es más lista que muchos
estudiantes universitarios), sino porque cada vez que se sentía lista
para el examen, su familia debía mudarse de nuevo.
La primera de esas mudanzas fue en febrero de 2013,
cuando tuvieron que dejar atrás su hogar en la ciudad de Dará, víctima
del constante asedio, en el sudoeste de Siria. En mitad de la noche, la
familia Almellehan cruzó en ese mes la frontera hacia Jordania y se
asentó en Zaatari, uno de los mayores campos de refugiados del mundo.
La joven Muzoon fue aceptada en una escuela del lugar, pero la familia
debió mudarse nuevamente. Esta vez, el lugar era Azraq, un campo de
refugiados de mala fama construido en medio de la nada. Pese a tener
capacidad para alojar a 100.000 personas, cuando un grupo de
responsables de la Agencia de la ONU para Refugiados se puso en contacto
con los Almellehan, Azraq sólo alojaba a la tercera parte.
Cuando preguntaron a los miembros de la familia Almellehan si querían
empezar de nuevo en Canadá, el padre de Muzoon, un maestro de 45 años,
dijo que era demasiado lejos. ¿Y en Suecia?, les preguntaron luego. Pero
mis hijos no hablan sueco, volvió a responder el padre. Rakan ni se
imaginaba que su hija mayor, la siempre ingeniosa Muzoon, ya estaba en
gestiones para reubicar a la familia en el Reino Unido, la cuna de
Shakespeare, el autor de la obra Medida por medida
que Muzoon, ávida lectora, estudiaba en su clase de inglés. El día en
que su familia huyó de su ciudad natal le pidieron a Muzoon que llevara
sólo lo más esencial. Al momento de deshacer las maletas, Rakan se dio
cuenta por qué la de Muzoon pesaba tanto: la había llenado con decenas
de libros.
Dos meses y medio después del discurso de
Cameron, los Almellehan se encontraban en un avión con destino a
Newcastle. No sabían nada de la ciudad que se convertiría en su nuevo
hogar, excepto la información que Muzoon había podido encontrar en
Internet sobre su patrimonio industrial. Cuando se bajaron del avión,
Muzoon supo algo más: iba a necesitar más jerséis. "¡Hacía mucho frío!",
cuenta Muzoon, dos meses después de llegar a Tyneside. "En Jordania
hacía tanto calor que me ponía a pensar en lo lindo que sería que
hiciera frío, pero Newcastle es el otro extremo".
El éxito de una buena acogida
Los Almellehan son una de las nueve familias que fueron recibidas en el
aeropuerto por los funcionarios del Ayuntamiento de Newcastle, como
parte del primer contingente de 1.000 ciudadanos sirios que se
establecieron en todo el país antes de Navidad. Todo había sido
dispuesto para que se acomodaran sin ningún inconveniente. A diferencia
de los compatriotas que para llegar tienen que viajar en la parte de
atrás de los camiones o de polizones en ferris para luego esperar meses
antes de que se procesen sus pedidos de asilo y se los incluya en la
lista de espera por una vivienda social, Muzoon y su familia recibieron
el estatus de refugiados en cuanto llegaron, con visas por cinco años
para cada uno. Recibieron también casa, médico de cabecera y una
inscripción rápida para el centro de trabajo. A Muzoon y a sus tres
hermanos les buscaron además vacantes en un instituto de enseñanza de la
zona.
"La mayoría de las cosas que necesitamos ya
estaban en la casa cuando llegamos. El Gobierno sabe que pasamos por una
guerra y por situaciones muy duras así que, de alguna manera, están
tratando de devolvernos todo lo que perdimos", explica Muzoon. La nevera
estaba repleta; las alacenas llenas con té, café, azúcar y otros
productos esenciales.
A las pocas semanas de su
llegada, los hijos más jóvenes de la familia, un varón de 11 y otro de
16, y una niña de 14 años, recibieron sus uniformes escolares. Muzoon
estaba preparada para ir al sixth form
(bachillerato de España) en una de las grandes escuelas secundarias de
la ciudad vistiendo ropa de calle. Todo era nuevo: llevar los libros de
estudio en una mochila, cambiar constantemente de aula y de profesores,
por no hablar de los misteriosos productos de la cafetería de la escuela
("Por ahora, prefiero quedarme con las frutas y las verduras", dirá
Muzoon).
Sus compañeros de clase hablaban un inglés
que no se parecía en nada al que Muzoon había aprendido en Siria o en
los campos de refugiados. "Todos hablan muy rápido, así que no entiendo
todo lo que se dice", explica Muzoon, a través de un traductor de árabe.
Además, se dio cuenta de que la gente pronunciaba las vocales de manera
diferente: "la palabra 'house' (casa) se convierte en 'hoos', y en
lugar de 'book' (libro) dicen 'booook". Muzoon comenzó a tomar clases de
Esol (inglés como segundo idioma) y también para preparar sus A-level
(exámenes para entrar a la universidad) en matemáticas y en ciencias de
la información, y espera poder obtener un Certificado General de
Educación Secundaria (GCSE) en árabe.
Una escuela multicultural
Muzoon forma parte del grupo de nueve refugiados sirios que ahora
estudian en la Kenton School, una imponente escuela secundaria de 1.900
alumnos al noroeste de Newcastle. Después de ver cómo empeoraba la
crisis de los refugiados, la directora de la escuela, Sarah
Holmes-Carne, había pedido durante el primer trimestre que el
Ayuntamiento colocara en su escuela a sirios desplazados.
Jess Griffiths, una de las profesoras, había celebrado una serie de
reuniones con estudiantes de los últimos años para hablar sobre los
refugiados. Según Holmes-Carne, el objetivo era "disipar los rumores que
se vierten en las redes sociales". Unos meses después, el Ayuntamiento
se puso en contacto de nuevo con la directora del Kenton School para
preguntarle si el ofrecimiento era en serio. "Sin duda", respondió
Holmes-Carne.
El lema de esta escuela multicultural
es "diferentes pero iguales". La directora pensó que los estudiantes se
beneficiarían por la experiencia de conocer a Muzoon y a otros sirios.
Con más de 100 representantes de otras naciones estudiando en el
establecimiento, incluyendo a otras jóvenes que cubren su cabeza con un
pañuelo, Muzoon no llamaría demasiado la atención por su hiyab
firmemente ajustado. Además, ya había otros estudiantes de países árabes
que podrían ayudarlos a adaptarse. "Estamos muy comprometidos con el
tema. Se trata de brindar apoyo a los sirios, pero también de hacer
muchas más cosas por nuestra comunidad. Somos muy respetuosos con la
gente que es un poco diferente", asegura la directora.
A raíz de la aparición de burlas pesadas en las redes sociales que
cuestionan la prioridad que se le da a los sirios por encima de los
ciudadanos británicos con necesidades, el Ayuntamiento de Newcastle nos
pidió que no reveláramos el lugar exacto donde viven los Almellehan. No
quiere decir que sea la tónica generalizada. Según Nick Forbes, del
Ayuntamiento, la inmensa mayoría de la población ha querido ayudar:
"Hubo una gran indignación tras la muerte de Alan Kurdi. Recibía
llamadas en mi oficina de gente que nos exigía que ayudáramos. Se hizo
bastante evidente que había mucho apoyo, gente ofreciendo ayuda que
luego tenía que coordinarse con las organizaciones benéficas en el
lugar".
Un sábado húmedo de otoño, el Ayuntamiento
convocó una asamblea pública para decidir la respuesta de Newcastle ante
la crisis siria. Se presentaron 250 personas. "Ya habíamos empezado las
gestiones con el Gobierno para recibir a una cierta cantidad de
familias de refugiados", explica Forbes. El municipio quería asegurarse
de tener el apoyo del Gobierno central para integrar y brindarles apoyo a
los recién llegados de la mejor forma. "Lo peor que se le puede hacer a
alguien que está huyendo del terror es dejarlo a su suerte en un lugar
donde no tiene ninguna contención ni lazo afectivo. Eso siempre nos
preocupó", afirma.
Muy pronto se hizo evidente que
la reubicación tendría que llevarse a cabo sin demasiada algarabía. "No
queríamos aparecernos en el aeropuerto con una orquesta y pancartas de
bienvenida. Lo que menos quiere alguien que ha pasado por una situación
traumática es llamar la atención".
Amigas en el campamento de refugiados
Pero Muzoon sí merece esa atención. La cadena de televisión CNN la ha
bautizado la "Malala de Siria" por alentar a otras jóvenes sirias en
campos de refugiados a priorizar su educación. "El matrimonio infantil
es el principal motivo por el que las niñas dejan de asistir a la
escuela", explica Muzoon.
Malala Yousafzai y Muzoon
se conocieron en Azraq. Las dos jóvenes se hicieron tan amigas que
Malala, ganadora del premio Nobel de la Paz y actual residente de
Birmingham, fue el año pasado a visitar a Muzoon a Newcastle para darle
la bienvenida al Reino Unido. "Cuando me enteré que Muzoon estaba aquí
fue el momento más feliz de mi vida, porque me acuerdo del campo de
refugiados y de la situación en la que vivía Muzoon. Ahora podemos
trabajar juntas", ha asegurado Malala a la BBC.
"Conocí a muchas niñas en los campos de refugiados cuya única ambición
era casarse. Yo les decía que está bien casarse y tener hijos, pero que
lo más importante en la vida es recibir educación. En mi cultura, las
mujeres se casan muy jóvenes, pero no todas las relaciones funcionan
bien. Si el matrimonio no funciona, la educación puede ser un arma de
escape. Pero si no recibes educación, entonces nada puede protegerte",
explica Muzoon.
"Debido a las costumbres tribales,
algunos padres creen que la forma de asegurar el futuro de sus hijas es
casándolas. Pero, yo intentaba hacerles ver que la verdad es justo lo
contrario de eso; que la educación era la mejor forma de asegurar el
futuro de sus hijas. Algunos me discutían y me decían que esa era la
tradición. Yo les contestaba que no teníamos por qué perder todas
nuestras costumbres, pero que algunas ya no tenían validez".
Muzoon tiene un permiso de cinco años para permanecer en el Reino
Unido. Una vez transcurrido ese tiempo, puede solicitar ser ciudadana
permanente, aunque ella espera regresar a su tierra natal después de
graduarse y, con suerte, luego de formarse como periodista: "Quiero
volver a Siria para reconstruirla. Para lograrlo, se necesitarán
médicos, ingenieros, abogados y periodistas, y no personas ignorantes
que han perdido la esperanza".
Traducción de Francisco de Zárate
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